Esta
noticia es muy preocupante: Más de 900 mujeres -70 por ciento niñas y
adolescentes- desaparecieron en Perú durante los tres meses y medio de
cuarentena nacional por la pandemia, lo que representó un alza frente a las
cifras previas, según informó recientemente la Defensoría del Pueblo. Con más
precisión, Eliana Revollar, responsable de Derechos de la Mujer de la
Defensoría ha dicho: "Durante la cuarentena, del 16 de marzo al 30 de
junio, fueron reportadas como desaparecidas 915 mujeres en Perú".
Realmente,
es doloroso, porque muchos de estos crímenes ocurren dentro del hogar,
especialmente los casos de feminicidios. Cada muerte y agresión es un dolor
innombrable y deja además una secuela de tristeza, depresión y angustia en los
familiares, especialmente en los huérfanos que se quedan prácticamente en total
desamparo.
En
el Perú está tipificado el feminicidio como un delito en el Código Penal. De
acuerdo al Observatorio Nacional de la Violencia contra las Mujeres y los
Integrantes del Grupo Familiar: “En el Perú el feminicidio es un delito
autónomo, en efecto, desde el 2013, mediante la Ley 38068 se incorporó el
artículo 108 de nuestro Código Penal que sanciona incluso con cadena perpetua a
las personas que matan a una mujer en determinados contextos”.
Y agrega:
“En el delito de feminicidio la conducta visible (acción) es matar a una mujer,
existiendo una relación de causalidad entre la conducta del sujeto activo y el
resultado (extinción de la vida). El sujeto pasivo es la mujer que desde la
perspectiva de género se encuentra en desigualdad con el varón y en una
posición vulnerable en las relaciones de poder”.
La desaparición de mujeres es un problema endémico en Perú:
antes de la cuarentena se denunciaban cinco casos al día en promedio, pero la
cifra se elevó a ocho durante el confinamiento, según la Oficina del Ombudsman. Revollar agregó
que si bien algunas mujeres aparecieron después, por falta de un registro
nacional de la policía, se desconoce cuántas siguen desaparecidas.
Las
familias de las desaparecidas claman al cielo: “¿Dónde están ellas?”. No
dejemos que el silencio sea la respuesta. ¡Hagamos algo!