Este año, las Fiestas
Patrias están marcadas por la tragedia de la pandemia de Covid-19 y de ver
morir a miles de peruanos. Emergencia nacional y cuarentena, distanciamiento
social, mascarillas, lavado de manos constante. Este es el Perú de hoy, también
territorio del contagio de un virus que apareció de pronto...
Este es el escenario del
Perú clamando por oxígeno en los hospitales. Ya no los desfiles y oropeles,
discursos oficiales y anuncios rimbombantes de un patriotismo de desfile en la
avenida Brasil.
A esto se suma la lacra de
la corrupción en las altas esferas de gobierno, que genera millonarias
pérdidas. Al respecto, ya hemos citado al maestro Pablo Macera y sus estudios
sobre la lumpenización del país.
Creo que tenía razón Jorge
Basadre al decir que el Perú es un problema y posibilidad, no obstante la frase
atribuida a Antonio Raimondi (que al parecer nunca la dijo) sigue resonando:
“El Perú es un mendigo sentado sobre un banco de oro”, masiva. Acaso el triste
espejismo del adormecimiento o indiferencia popular ante un Perú azotado
también por una “pandemia de corrupción” en las altas esferas del Estado.
Subyacen la violencia
familiar, el aumento de la delincuencia, el crimen organizado y un sinfín de
males... El Perú, literalmente, se desangra. ¡Basta ya de crímenes!
La historiadora Carmen Mc
Evoy, presidenta del consejo consultivo del Proyecto Especial Bicentenario, de
la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM) opina que el Perú es una “república
agrietada”, llena de contradicciones, pero hay esperanza en gente muy valiosa y
en el papel de la ciudadanía.
Su apreciación completa es
la siguiente: “Jorge Basadre veía una mesocracia ilustrada en el grupo de
provincianos, entre ellos Sánchez Carrión, que derrotan la opción de la
monarquía constitucional de José de San Martín. Ellos discutían las ideas de un
republicano radical como Thomas Paine. Y en esa coyuntura están los temas que
usted menciona. Son temas muy actuales, como la descentralización; donde la
dignidad republicana va de la mano de una idea de sociedad con cierto
bienestar. Un sector, los forjadores de la Patria científica, hablaban de que
el Perú, siendo un país tan rico, debía volcar ese caudal entre sus ciudadanos.
A pesar de que era una ciudadanía restringida, con esclavos y servidumbre
indígena, ya estaban esas ideas flotando y fueron retomadas por los
convencionalistas en 1855, cuando se concretó la abolición de la esclavitud y
del tributo indígena”.
Como sociólogo, reivindico
el papel de la Historia. Obligatoriamente tenemos que repensar, replantear,
rehacer el Perú.
“Hay muchos historiadores
jóvenes que están regresando a preguntas de historia social, historia
económica, historia política, el papel de la prensa. Es algo que entusiasma, a
pesar del momento difícil que vivimos. Acá ha habido un boom, no un desarrollo
económico. No se ha traducido en un bienestar de la población. Una muy buena
parte de la población aún no cuenta con las condiciones sanitarias ni de
servicios.”, afirma Mc Evoy.
¿Quieren ver más dramático
el panorama?
La TV basura y la prensa
sensacionalista son males de la sociedad peruana actual. Contenidos
inapropiados en los medios de comunicación, que exaltan la violencia, el
erotismo o se dedican a escarbar en la vida privada de la llamada “farándula”
son perjudiciales para la sociedad porque fomentan antivalores y atentan contra
la dignidad de la persona.
¿Quién defiende al público,
a la sociedad en general, a los niños, de los contenidos nocivos en la
televisión o la radio? Se requiere más compromiso y es necesaria la
intervención del Ministerio Público y la Defensoría del Pueblo.
Los medios de comunicación
pueden ser una excelente herramienta para comunicar y fomentar valores éticos,
humanizar y culturizar. Solamente una sociedad donde primen los valores humanos
y el respeto a la persona, sin distinción, puede ser una sociedad desarrollada.
La ciudadanía dispone de una
serie de mecanismos de información como el periodismo independiente, la
información vía Internet y su difusión en redes sociales, prensa escrita, radio
y televisión. Aquello le permite informarse sobre los actos ilícitos que
ocurren a nivel del gobierno, originando un descontento social generalizado.
Es preocupante la falta de
credibilidad de las autoridades, su desempeño ineficiente, el uso de su poder
para enriquecerse y favorecer a personajes de su entorno. Este 28 de julio, por
fin no tendremos que oír discursos plagados de lugares comunes como el
“fortalecimiento de la democracia y el Estado de derecho”; el “desarrollo con
equidad y justicia social”; la promoción de la competitividad del país; la
afirmación de un Estado eficiente, transparente y descentralizado.
Mientras no haya ética ni
valores en el correcto actuar de las autoridades y de la ciudadanía en general,
pactos como el Acuerdo Nacional no van a rendir resultados. No solamente se
necesitan tratados, convenios o leyes; el Perú necesita coherencia de sus
autoridades, transparencia, ética, buena voluntad y afán de servicio.