Resulta desolador - teniendo
presente nuestra actual situación como país - escuchar a Pedro Sánchez
advirtiendo urbi et orbi que no “aceptará que los planes requieran la
unanimidad de la UE” como si estuviera en su mano evitarlo. El narciso
socialista cree que es el único gallo del corral y piensa que todavía puede
gallear, cuando todos conocemos el estrepitoso fracaso de su gira por Holanda,
Alemania, Suecia y Francia en la que cosechó descalabro tras descalabro. Las
cosas no marchan en la Cumbre como él quisiera y la gravedad de su situación,
la describe perfectamente su ausencia ante la prensa, muy mal tienen que estar
las cosas para no aprovechar la situación para soltarnos un discurso de los
suyos.
España necesita del dinero
europeo para afrontar la crisis económica que sufrimos por culpa de aquel
confinamiento que acabó con cualquier esperanza de recuperación y también para
financiar las reformas estructurales que solucionen de una vez por todas nuestros
déficits y para establecer medidas urgentes que impulsen la recuperación de las
empresas y consecuentemente la creación de empleo. El problema que tenemos los
españoles es que el Gobierno no quiere el dinero europeo para solucionar estas
cosas; lo quiere para que la UE le financie el gasto corriente, para
entendernos, para que financien a un gobierno hipertrofiado que a cada día que
pasa aumenta el capítulo del gasto y para poner en marcha un supuesto plan
económico que nos va a llevar a la ruina sin remisión.
Habrá quien defienda a los social
comunistas, explicando eso tan socorrido de que la derecha no quiere arrimar el
hombro cuando hace falta, pero ese falaz argumento no se sostiene, porque no es
la derecha del país la que está en contra de la política económica, fiscal,
laboral y social de este gobierno, que también, es que prácticamente toda
Europa le ha dicho al narciso que lo que pretende es un disparate y no se puede
llevar a cabo. Se lo han dicho social demócratas, conservadores, liberales y
todos han coincidido en el análisis. Así que para obtener la ayuda que pretende
nuestro país hace falta que España asuma las reformas que garanticen su
viabilidad y como está claro que no se fían ni un pelo de los social
comunistas, deberá hacerse ejerciendo Bruselas un control exhaustivo que pueda
frenar cualquier “alegría bolivariana” en lo que se refiere al manejo del
dinero europeo.
No creo que para nadie sea un
secreto que tenemos un paro estructural que está sobre el 15%, un sistema de
pensiones insostenible y una economía sumergida que supone el 25% del PIB de
nuestro país. Si todavía no se han echado a llorar, añadan ustedes al desastre
estructural una deuda que ya está por encima del PIB que este año y el
siguiente va a decrecer lo que lastrará evidentemente nuestras posibilidades
económicas y consecuentemente la recaudación fiscal y si es usted votante de
izquierdas y está intentando que no le afecte lo que digo, puede ir pensando en
que España lleva desde el 2008 generando déficit año tras año y con unas
perspectivas que son para echarse a llorar. Mal asunto ¿verdad?, pues todavía
hay más, añadan ustedes al clamoroso desastre, la acción de un gobierno que
todavía no ha sido capaz de aprobar unos Presupuestos Generales y vive de los
que el PP les dejó en el 2018.
Necesitamos del dinero de Europa
y eso lo saben todos los socios de la UE que también sufren la crisis, no con
la gravedad que la vamos a sufrir nosotros porque ellos hicieron los deberes
tanto en la gestión de la lucha contra el coronavirus como en la creación de
estímulos fiscales para apoyar a sus empresas. Por eso se discute en la cumbre
europea de estos días, muchos países se resisten a financiar a quién no ha sido
capaz de hacer sus deberes.
Básicamente se discute cuánto
dinero debe destinar Europa para apoyar a las economías de los estados miembros
y en eso no hay unanimidad. Los frugales, que se acuerdan de la fábula de la
cigarra y la hormiga opinan que los 750.000 millones de euros, que en principio
se propusieron, es demasiado dinero, esa es la primera parte de la discusión,
porque además de la cantidad está en discusión la cualidad del dinero, hay que
decidir qué parte de ese fondo se destinará a transferencias – dinero a fondo
perdido – y cuanto se librará en calidad de préstamos. Con ello no se ha
terminado con el problema, también hay que discutir cómo se va a librar el
dinero, es decir qué condiciones, exigencias y controles van a sufrir las
naciones que perciban estas ayudas.
Es muy difícil entender a nuestro
Presidente, sobre todo porque lo que ambiciona no creo que nadie se lo apruebe,
pero por poner un ejemplo, si pretendes que el primer ministro holandés que va
a trabajar en bicicleta y vive en un piso de 140 metros cuadrados, entienda que
debe darle un montón de pasta a un tipo que viaja en helicóptero para cenar con
su parienta tres días a la semana y
también utiliza un avión privado para ir a los mítines de su partido o a la
boda de su cuñado y vive en el Palacio de la Moncloa, cuando él ha tenido que
recortar los presupuestos de su país, pues la gente tiende a cabrearse porque
les da la impresión de que se están riendo de ellos y dice que no.
Lo he dicho antes, Europa sabe
que España necesita su dinero, pero pretende que la ayuda que nos llegue se
gaste en lo que debe gastarse. No se fían porque a la mayoría de los europeos
les resulta inaceptable que durante el confinamiento Pedro Sánchez mandara a
los funcionarios a sus casas cobrando el 100% de sus sueldos en lugar de
meterlos en un ERTE, lo que hubiera supuesto un ahorro muy importante o que
siga empecinado en un macro gobierno en el que existen ministerios que en la
anterior legislatura administraba una dirección general y no están de acuerdo
con financiar la mayoría de los gastos que los social comunistas han incluido
en eso que llaman el escudo social.
Y mientras Sánchez gallea de cara
a la opinión pública española, hace sus propuestas a los miembros de la UE, que
no son otra cosa que rendiciones parciales. No le importa que le rebajen la
cuantía de la ayuda mientras que lo que le den pueda administrarlo como quiera,
sin la condicionalidad de marras. Admite que le den menos dinero si llega sin
la amenaza del “freno de emergencia” un mecanismo que a petición de un solo
país podría paralizar el desembolso. Así
que queda claro, quiere dinero, lo quiere ya y lo quiere para gastarlo, que no
invertirlo, en lo que a él y a su socio les apetezca.
Mientras tanto los “frugales” han
propuesto que el plan de reconstrucción europeo reparta 350.000 millones de
euros dirigidos a los gobiernos en forma de subvenciones a fondo perdido y
otros 350.000 en forma de préstamos, pero eso sí, con las subvenciones y los
préstamos sujetos a estrictas medidas de control.
Se cree el gallo del corral, pero
me parece que a todo tirar va a emular al famoso gallo de Morón, mucho rollo,
mucho bla bla bla y mucho desplante, pero al final… sin plumas y
cacareando.
PD: Ha muerto Juan Marsé, un
extraordinario escritor barcelonés que sufrió en sus carnes la persecución del
nacionalismo catalán que no le perdonó que utilizara el castellano para
escribir su obra.
Paz para Marsé y mi desprecio
a todos aquellos que lo ignoraron por utilizar la lengua común de todos los
españoles.