Reseña "Del sol llegaron las sombras" de Sara Mañero

Interesante trama que conjuga el pasado del pueblo inca con la desaparición de una inmigrante peruana en el Madrid actual. Los ojos del mestizo Inca Garcilaso, hijo de español y de una princesa indígena viajarán por el primer camino y Maite Galíndez será la guía de la búsqueda de la desaparecida que confluirá con la trama policial que sigue el rastro del propietario/a de una maleta abandonada en un pueblo de Guadalajara.

 

. Los ojos del mestizo Inca Garcilaso, hijo de español y de una princesa indígena viajarán por el primer camino y Maite Galíndez será la guía de la búsqueda de la desaparecida que confluirá con la trama policial que sigue el rastro del propietario/a de una maleta abandonada en un pueblo de Guadalajara.
  Lo más atrayente de la novela es la figura real del Inca por la mezcla del conquistador y el sometido en su sangre. ¿Cómo conciliar ambos puntos de vista? ¿Es posible? No entro en el eterno debate que perdura pasado el tiempo sobre esta cuestión. Me quedo con la manera y el formato utilizado por la escritora para su relato en pleno siglo XVI de quién y cómo era el pueblo Inca.

  Las conversaciones en su travesía marítima de regreso a España –así como una relación epistolar posterior– serán instrumento narrativo para el relato de su apasionante historia: de cómo el oro representaba la adoración absoluta al sol, del mismo color del maíz básico de su alimentación mientras los españoles arrasaban con la fortuna y los moradores. Poca divinidad veía el conquistador que no había cruzado charcos precisamente para arrodillarse ante Dioses que no eran los suyos.

  Reconozco que al principio me costó hacerme con la idea de Sara Mañero. Pero, comprendida y sumergida ya en la estrategia, comencé a disfrutarla. Mucho más cuando te percatas del gran trabajo de documentación que lleva detrás, así como el de la adaptación del lenguaje de la época para que resulte comprensible para el lector actual.

  Menos me ha gustado Maite aunque sea el enlace con Perú. A su regreso de un inesperado viaje al país llega con el encargo de buscar a la desaparecida, que acabará encajando con la época del personaje histórico. Pero no me parece acertado el retrato de su protagonista principal, que más parece una curiosa aburrida que persona seria. El asunto que tiene entre manos superaría a cualquier avispado.

  La construcción del personaje la eleva a alumna aventajada cuando realmente es una listilla que exaspera con su insolente arrogancia. Pretende situarse al mismo nivel que los agentes policiales de la novela aunque estos se muevan en lugares sin demasiadas investigaciones excitantes. Tampoco me resulta creíble su extraña relación con un profesor del que acabará acompañada en sus pesquisas.

  Otra molesta cuestión es el exceso de exclamaciones que a diestro y siniestro plagan los diálogos de los personajes contemporáneos, como si gritasen a todas horas en vez de hablar. Un detalle más que me parece irritante es el uso repetitivo del «jo, tía» de la amiga de la protagonista. Igual tiene una explicación que no llego a comprender aunque pueda intuir algo al respecto.

  No obstante, estos apuntes no restan mérito a la parte que sí he disfrutado con Del sol llegaron las sombras. No quiero que se entienda que una cosa anule la otra y menos que desluzca los buenos comentarios que merece el trasfondo histórico de la novela.

UNETE



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