Como efecto dominó, se
determina la peor crisis mundial de salud y económica en nuestra actualidad.Millones de personas en
Latinoamérica, deciden abandonar su país de origen en busca de potencializar sus sueños y cultivar un mejor futuro económico para sus descendientes.
Un ejemplo claro es la inmigración en Estados
Unidos, con 884.179 personas, según los últimos datos publicados por la ONU en
Estados Unidos 50.661.149 de inmigrantes, cantidad que supone un 15,48% de la
población de los Estados Unidos.
La génesis principal de esta
tendencia suele ser: La salud, economía, política, educación, corrupción,
impunidad y la desproporcionada distribución de las riquezas, estos los principales
problemas, que obstaculizan el desarrollo y equidad de los países Latinos.
Según el Banco Mundial: En
América Latina y el Caribe ha tenido un débil desempeño económico. ¿y qué decir ante la cruda realidad que
enfrenta los indocumentados en estos momentos? La cuarentena una realidad
tangible, el distanciamiento social y el cese de las operaciones comerciales,
entre otros, ha limitado las probabilidades de conseguir un empleo, la
explotación, el aumento de horas y reducción de los pagos, son unos de los
principales factores de riesgos para los más vulnerables.
Los planes de contingencia de
los gobiernos actuales parecen blindar a las poblaciones, pero la realidad, es
que muchos indocumentados, se encuentran en la peor crisis de hambre económica
y salud, jamás antes vista.
Un ejemplo de ayuda fue
presentado por el Estado de California que ha dispuesto su apoyo en los casos
de desastre para inmigrantes:
El 15 de abril, el gobernador
Newsom anunció un apoyo único en casos de desastre para indocumentados en
California disponiendo así, su apoyo en los casos de afectados por la COVID-19,
incluida la asistencia directa bajo la Ley de Ayuda, Alivio y Seguridad Económica
contra el Coronavirus (Coronavirus Aid, Relief, and Economic Security, CARES) y
el seguro de desempleo.
La Necesidad es una herida
sangrando en un mar lleno de tiburones:
María era una chica latina,
profesional, quien abandonó su país en busca de sus objetivos, el choque
cultural, los horarios y la crisis le permitieron trabajar en un pequeño
restaurante bar latino, 12 horas seguidas de trabajo, menos de 50 dólares
diarios, propina versus ficción, propuestas indecorosas, clientes arrogantes y noches
en vigilia marchitaban sus ojos llenos de ilusión. Por su parte Juan: Era un
chico común de su país con muchas ilusiones, su primer trabajo fue en la
construcción, varias horas expuesto al sol, 15 minutos para descanso, 7 dólares
la hora, un cuerpo agotado y la esperanza de un cielo azul que no se apaga. Sin dejar de mencionar las grandes industrias que requieren mayor
producción a un costo incongruente, manteniendo a sus trabajadores de pie por largos
periodos de tiempo, sin un pago correspondiente y meritorio. El virus de la intolerancia y la
falta de empatía trasciende como síntoma externo de este nuevo estilo de vida.
Los grandes países parecen
espejismos en el desierto de nuestra impotencia, las deudas se disfrazan de
oportunidades y el consumismo nos envuelve hasta volvernos adictos. Un futuro ignoto espera por aquellos que el fracaso no doblega sus sueños.