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Se terminan los ciclos escolares,
los conciertos se cancelan, las películas que esperábamos con ansias se
detienen, y nadie se imaginó que todo terminaría así, sencillamente ninguno de
nosotros queríamos esto. Es difícil para
todos, algunos nos adaptamos mejor que otros a esta modalidad de vida, algunos
nos rehusamos y otros tantos tratamos de ignorar la situación. Por más que no lo queramos aceptar, es real. Pero sólo pensemos que estos pocos meses de
cuarentena son apenas un pequeño porcentaje de todo el sufrimiento que hemos
obligado, tanto a plantas como animales, pasar durante siglos. Su sufrimiento
también fue y sigue siendo real.
¿Qué sucede con los 2.970 millones
de especies que se han extinto?, ¿Alguien si quiera piensa en cuántos animales
se han quedado sin su hábitat porque lo hemos destruido para construir una fabrica
que libera el 19.2% de CO2 en la atmósfera? , ¿A quién le importa
que la gran mariposa blanca de Madeira se haya extinto?, ¿El hecho de que más
de 300 especies de mamíferos están al borde de la extinción a causa de un
mercado negro que mueve entre 8.000 y 20.000 millones de euros al año, le quita
el sueño a alguien?, ¿Cuántas personas saben que aproximadamente cada año, en
México, mueren 60 mil animales a causa del maltrato?, ¿Por qué nos detenemos a
pensar únicamente en nuestro sufrimiento y no podemos ser capaces de ver más
allá?
Desde que el mexicano Mario Molina
ganó el Premio Nobel de Química en 1995 y nos advirtió de los gases que
contaminan a la atmósfera terrestre, como humanidad debimos haber abierto los
ojos ante el sufrimiento que causamos a la naturaleza. Pero en vez de cambiar nuestra cultura
ambiental, lo pasamos por alto y fuimos destruyendo la vida que nos rodea;
podemos tener tantos datos e información acerca del cambio climático, pero
seguimos tirando basura en las calles; compartimos cientos de fotos de nuestra
mascota pero cuando necesita atención, nos deja de importar; nos quejamos de la
situación actual del país, y seguimos buscando nuestro beneficio propio sin
importar los demás. En lo personal, los animales han sufrido desde siempre
por nuestra culpa, si bien es cierto que nosotros estamos en el eslabón más
alto de la cadena alimenticia, también es cierto que no tenemos por qué
torturarlos y divertirnos con su sufrimiento. Tal vez el hecho de dejar de
comer carne animal puede afectar nuestro organismo notablemente, pero podemos
dejar de apoyar a empresas de todo tipo que basan su riqueza en la penuria y
dolor de los animales.Hay pequeñas cosas que podemos hacer y pueden ir
generando un cambio, y aunque sea pequeño, puede hacer la diferencia. Es
momento de que empezemos a cambiar nuestra mentalidad, ya que como seres
humanos tenemos la facultad de hacerlo.
Porque el maltrato animal es, a la vez, un factor que propicia la
violencia social, y debería ser importante para todos eliminarlo.
Así como exigimos nuestros derechos y debemos cumplir
con nuestras obligaciones, de igual manera tenemos que exigir los derechos de
aquellos que no pueden defenderse y lo único que saben hacer es amar y lo que
su instinto les diga: los derechos de los animales. Porque si nosotros somos seres pensantes, de
nada sirve ocupar nuestra inteligencia para adquirir un celular que cuesta
miles de pesos y sentarnos en el sillón mientras ignoramos lo que realmente
importa.¿Por qué dejamos que los animales sean masacrados
mientras nos preocupamos por la siguiente temporada de soccer?, ¿Por qué nos
quejamos de los cambios de clima si seguimos desperdiciando energía?, ¿Por qué
apoyamos a empresas que generan dinero a cuesta del sufrimiento de animales?,
¿Por qué gastamos miles de pesos en la última versión de un videojuego cuando
podemos donar cualquier cantidad de dinero a organizaciones como PETA, que
luchan por los animales? Ser empáticos y
responsables debería ser parte de nuestra humanidad, porque creo fielmente que si somos capaces de
causar tanto dolor también podemos remediarlo, si realmente queremos y estamos
dispuestos a cambiar.
“Cuando un hombre quiere asesinar
a un tigre, lo llama deporte. Cuando el tigre lo quiere asesinar, lo llama
ferocidad.” - George Bernard Shaw