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Y esa confianza que ponen muchos
en la Comunidad Europea, no es otra cosa que la otra cara de la desesperación
de muchos ciudadanos que no ven cómo se pueden oponer a los planes de Sánchez e
Iglesias dentro de los márgenes que fija la Carta Magna. Parecía que las cosas
pintaban bien porque la candidatura de la vicepresidenta Nadia Calviño para
presidir el Eurogrupo parecía que tenía muy buena pinta y esa presidencia nos
iba a garantizar a los españoles, que al fin y a la postre somos los que vamos
a pagar la inmensa deuda que contraiga Pedro Sánchez, digo que la presidencia
de Calviño nos iba a garantizar que el dinero que viniera de Europa se gastaría
bajo el férreo control de Bruselas, lo que frenaría muchos de los planes del gobierno.
Lo que suponía un alivio por dos
motivos, en primer lugar se iba a impedir el despilfarro del dinero público,
tal y como Sánchez hizo en el tiempo que gobernaba en funciones, en el que el
narciso socialista se gastó 20.000 millones de euros en una serie de gastos
“sociales” que para nada sirvieron, más allá de nutrir de manera importante a
su campaña electoral, fueron los tiempos gloriosos de aquellos viernes sociales
que todavía no hemos pagado y en segundo lugar la presencia de Calviño como
presidenta del Eurogrupo iba a poner freno a las devastadoras ideas podemitas
sobre el gasto público y nos aseguraba que ya no iba a haber más “errores” en
las cuentas o gastos injustificados, lo que no está nada mal, teniendo presente
con quien nos jugamos los cuartos.
Porque ya que tenemos que acudir
a Europa para que nos saquen del apuro, hay que evitar que el dinero que llegue
se gaste mal, tal y como se está haciendo ahora. El dinero europeo debe servir
para apoyar a las empresas y a los autónomos para que se pongan en marcha y con
ello creen empleo y riqueza y no en construir un estado subvencionado, con unos
ciudadanos dependientes del Estado, porque eso resulta insostenible, crea
pobreza y al final lleva a la ruina.
Por eso digo que la idea de que
la vicepresidenta llegara a la presidencia del Eurogrupo gustaba a muchísima
gente, podía ser la respuesta a nuestra oraciones para que este gobierno
actuara en el plano económico dentro de la ortodoxia y el sentido común. Pero
claro está, si nos gustaba a muchos, estaba claro que al que no le iba a gustar
era a Pedro Sánchez, que lo que quiere es que le den muchísimo dinero, le dejen
gastarlo como mejor le parezca y de pagar ya hablaremos. De hecho Sánchez
todavía no ha dicho ni que sí, ni que no, sobre la candidatura de Calviño, a
pesar de que en La Moncloa, en la cercanía del presidente, hay quien opina que
mejor que nos apriete las tuercas una socialista española que un alemán.
Pero ni a Pedro Sánchez ni al
sector podemita les convence la idea de presidir un gobierno en el que el gasto
esté perfectamente definido y controlado y parece que Pedro Sánchez ha puesto
en marcha su afición por la geometría variable y, tal y como hace en España con
sus socios de Moción de Censura, está subastando la candidatura de Nadia
Calviño. Ya ha hecho llegar su propuesta a algunos interesados, si le
garantizan que le dan 140.000 millones del fondo de reconstrucción europeo, con
una proporción mayor de transferencias que de créditos y si el dinero le llega
pronto, él está dispuesto a no presentar la candidatura de la ministra de
Asuntos Económicos.
Por eso este escrito se titula
“¡Qué poco dura la alegría en casa del pobre!”, porque lo de contar con Nadia
Calviño controlando a todos los ministros europeos de Economía, garantizaba que
su control sobre las cuentas españolas iba a ser extraordinariamente estricto y
eso, que a algunos botarates de la zurda les parece mal, era la única manera de
afrontar nuestro problema económico, financiero y laboral con alguna
posibilidad de salir de este infierno al que nos han llevado Sánchez e Iglesias
y por otra parte nos aseguraba la confección de unos Presupuesto Generales
técnicos y ajustados a nuestra realidad y necesidades.
Era lo mejor para España y por
eso es lo peor para Sánchez que no ha dudado en poner a la venta la presidencia
del Eurogrupo, alegando que nuestro país aspira a otros dos puestos
internacionales de gran categoría, se refiere a las candidaturas de la ministra
de Exteriores a presidir la Organización Mundial del Comercio y la del ministro
de Ciencia a la Agencia Espacial Europea, que por lo visto le van a servir de
coartada para no presentar la candidatura de Nadia Calviño.
Espero que en Europa donde tienen
ya muy visto a Pedro Sánchez, no haya nadie que le haga demasiado caso y si
alguno se interesa por la “compraventa”, espero que Alemania ponga pie en
pared, porque en la CE tienen muy claro que a Sánchez en cuestiones que tengan
que ver con el gasto público, el déficit y la deuda hay que tenerlo atado muy
corto.
Nos ha colocado en una posición
de la que no podemos salir sin la ayuda de la Comunidad Europea, no creo que
sea pedir demasiado que ya que nos ha endeudado a cuenta de sus errores, porque
fue el confinamiento que tuvo que imponer al no saber controlar la pandemia, el
que nos arruinó, digo que ya que vamos a tener que pagar con nuestros impuestos
esa deuda creada por el gobierno social comunista, que menos que exigir el
máximo rigor y la mayor de las vigilancias para que ese dinero se gaste en
impulsar a nuestro tejido económico para que sea capaz de crear empleo y no en
los caprichos populistas de los
ministros podemitas.
¿Será capaz Sánchez de no
presentar la candidatura de Nadia Calviño, para beneficiarse de un menor
control de la UE? No tengan la menor duda, si puede lo hará.
A nosotros, creo que sólo nos
queda rezar.