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Frente
a una realidad abrumadora que muestra el término del modelo neoliberal, sin una
chance real de recuperación, al menos en los términos como había funcionado por
30 años, los Estados, la sociedad civil, los partidos políticos, los
trabajadores, las organizaciones sociales y las familias, debemos explorar, con
una urgencia planetaria, nuevas formas de cooperación, para construir en el plano
mundial, nacional y local, mínimas confianzas que permitan a los pueblos
desarrollar propuestas con parámetros éticos y de sustentabilidad con el
planeta, que permitan adecuarnos y sobrevivir a los nuevos escenarios del
mundo.
Asumiendo
que, en prospectiva, en la pos pandemia, se podrían generar en el mundo
escenarios de terror o de esperanza. Terrorífico sería que, después de la
recesión, viniera la imposición de nuevas dictaduras o autoritarismos globales,
que lleven a la pérdida de las libertades civiles y a un masificado sufrimiento
y muerte de pueblos sometidos a una suerte de neo-colonización, depredadora y
anti humanista. En el enfoque positivo, un escenario factible, sería que
lográsemos construir un nuevo sistema mundial, concordado con la ciudadanía,
sobre la base de patrones mínimos de sustentabilidad para el planeta, con
Estados nacionales democráticos, descentralizados y participativos, con un
expreso respeto a los Derechos Humanos y las libertades civiles.
En
medio de la crisis, apostando a la capacidad latente de la sociedad civil para
tomar las riendas de su destino, ejerciendo la soberanía desde la base social,
rescatamos el protagonismo de los líderes sociales para una nueva política,
entendiéndola como la gestión de la cosa pública y el bien común, y, por ende,
con fuerza ética para influir en las relaciones exteriores de los Estados, para
perfilar la nueva diplomacia que debiera surgir a partir de esta crisis. Para
ello, es procedente imaginar desde los colectivos planetarios, los nuevos equilibrios
con la naturaleza y la humanidad, que debieran enmarcar las relaciones
internacionales del futuro próximo. Se propone migrar desde la real politik ,
acuñada en función del interés nacional a toda costa, lo que significa anular
los intereses legítimos del otro, a un nuevo paradigma de colaboración, respeto
al Derecho Internacional y a los Derechos Humanos, con una readecuación de la
institucionalidad intergubernamental de la ONU, de manera que deje de ser una
burocracia, encerrada en su propia burbuja, e instrumento de poder al servicio
de los intereses de Estados hegemónicos, en desmedro de los demás Estados y del
interés general.
El
surgimiento de una paz estable en la pos pandemia, pasará a ser el desafío de
todos los contemporáneos, impulsando una salida a la crisis mundial que busque
afiatar un escenario humanista democrático sustentable, en equilibrio con el
planeta y en la construcción permanente del bien común.
En medio de la crisis actual, es necesario
imaginar como colectivo, como ciudadanos conscientes, una realidad que pueda
enarbolarse como una nueva utopía, que debiera ser sencilla y conjugable al
unísono por la región a la cual pertenecemos, América Latina. Levantar esa
utopía significa usar nuestro libre albedrío y nuestra soberanía, en una
consciencia colectiva, para articular alternativas, a nivel sectorial,
territorial, nacional e internacional. En este contexto, este artículo postula,
desde las Ciencias Políticas y Administrativas y desde las Relaciones
Internacionales, algunas ideas y principios, para este debate
multidisciplinario, para generar un nuevo sistema de relaciones políticas,
económicas y sociales, en la pos pandemia.
Un
resumen del sistema que termina.
En
el orden de posguerra Segunda Guerra Mundial, se vivió un sistema mundial
bipolar, con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS, y Estados
Unidos como superpotencias hegemónicas, las que, manteniendo su antagonismo
ideológico, sostenían el equilibrio del terror, basado en la mutua disuasión
nuclear. En el orden occidental de posguerra, Estados Unidos organizó su área
de influencia y dominio imperial, mediante acuerdos de defensa recíproca, OTAN,
ASEAN, CENTO, TRIAR, y en lo económico y monetario con la creación del sistema
acordado en Bretton Woods, con el Banco Internacional para la Reconstrucción y
Fomento – Banco Mundial-, el Fondo Monetario Internacional y el Acuerdo General
de Aranceles y Comercio, GATT. Además, se crea en los 50, el Consejo de
Cooperación Aduanera de Bruselas, de gran importancia para la armonización de
las Aduanas para el comercio mundial. En el bloque antagónico se ubicaban la
URSS y China, Corea del Norte y a partir de su revolución, Cuba.
En
los años 60 e inicios de los 70, EEUU tuvo su mala experiencia imperialista en
la guerra de Vietnam; por su parte, la URSS la tuvo, de 1978 a 1992, en la
desgastadora guerra contra Afganistán. En el período de sistema bipolar
cerrado, los países subdesarrollados, periféricos a las superpotencias,
postularon la acción coordinada de los No Alineados. En esa etapa, la posición
de los países más pobres que reclamaban por una relación Norte Sur de mayor
equidad, destacó la participación de líderes tercermundistas, como Tito en
Yugoslavia, Perón en Argentina, Ibáñez en Chile, Joao Goular en Brasil. Chile,
como sede de la CEPAL, Comisión Económica para América Latina, tuvo un sitial
privilegiado en el tercermundismo. En medio del gobierno de Salvador Allende,
que postulaba la vía democrática hacia el socialismo, se realizó en Chile, en
1972, la primera Conferencia de la UNCTAD, Conferencia de las Naciones Unidas
para el Comercio y el Desarrollo, que fue presidida, por Raúl Prebish. El Foro
del Tercer Mundo planteaba su equidistancia de los dos imperios y postulaba la
necesidad del Diálogo Norte Sur, generándose en América Latina una corriente de
pensamiento que también llegó a la Iglesia Católica, en la que nace en este
tiempo la Teología de la Liberación, donde destacaron, entre miles de curas
obreros, los sacerdotes Camilo Torres
Restrepo de Colombia, Monseñor Hélder Camara en Brasil, Miguel Woodward
en Chile, Ernesto Cardenal en Nicaragua.
En
1960, partió en América Latina la ALALC, Asociación Latinoamericana de Libre
Comercio, y ese mismo año se crea la OPEP, Organización de Países Exportadores
de Petróleo (OPEP), siendo los países fundadores Irán, Irak, Kuwait, Arabia
Saudí y Venezuela, a los que en los años siguientes se sumaron otros miembros
como Qatar, Indonesia, Libia, Emiratos Árabes Unidos, Argelia, Nigeria y
Ecuador. La OPEP tuvo por objetivo la coordinación y unificación de las
políticas petrolíferas y la garantía de la estabilidad de los precios entre los
países productores de petróleo. La crisis del petróleo de 1973, derivó en lo
que CEPAL llamó “la década perdida de América Latina”. En ese período, en
Chile, Uruguay, Argentina y Brasil, se daban duras luchas sociales para
sacudirse las cruentas dictaduras militares. En esa década de los 80, en
nuestro país el régimen dictatorial surgido en 1973, implementaba su
Constitución y una serie de normas que redujeron al Estado a su mínima
expresión, con un artero saqueo de las empresas públicas estratégicas
levantadas desde el gobierno de Don Pedro Aguirre Cerda que creó la Corporación
de Fomento de la Producción, CORFO.
Un
año antes de la crisis del petróleo, por la cartelización de los precios del
crudo por parte de la OPEP, el Club de Roma, organización no gubernamental
creada en 1968, había encargado al MIT - Massachusetts Institute of Technology,
de Cambrigde, un Informe sobre los Límites del Crecimiento. La conclusión del
informe de 1972 fue la siguiente: “si el actual incremento de la población
mundial, la industrialización, la contaminación, la producción de alimentos y
la explotación de los recursos naturales se mantiene sin variación, alcanzará
los límites absolutos de crecimiento en la Tierra durante los próximos cien
años”. A partir de allí, en el mundo corporativo ha sido recurrente la
idea neo-malthusianista de reducir la
población mundial.
En
este contexto, las élites corporativas, agrupadas y concurrentes en el Club de
Roma, el Club Bilderberg y la Trilateral Commission, promovieron a través de
sus gobiernos la apertura y el desmantelamiento de la llamada cortina de
hierro. La Ostpolitik, política hacia el Este, liderada por el canciller alemán
Willy Brant, y la apertura hacia China, con la célebre diplomacia del ping
pong que deshieló las relaciones con la
China Comunista y culminó con la histórica visita oficial de febrero de 1972 de
Richard Nixon a la China comunista de Mao Tse Tung, constituyeron hechos
históricos que distensionaron el sistema bipolar y marcaron el inicio de la
etapa de apertura de las fronteras ideológicas y militares que se generaron en
la pos segunda guerra mundial. En medio de la crisis del petróleo, aparecieron
las primeras joint ventures en la URSS y un comercio incipiente de
hidrocarburos entre Europa y el bloque soviético. En paralelo a estos hitos
económicos, dentro de la URSS se comenzó a desarrollar la perestroika,
tendiente a modernizar la pesada industria soviética, lo que culminó en
diciembre de 1991 con la disolución de la URSS, dos años después que cayera el
muro de Berlín, el 9 de noviembre de 1989, y comenzara la reunificación de
Alemania.
Otro
hecho relevante para comprender el surgimiento de la globalización, hay que
ubicarlo en la Ronda Uruguay del Acuerdo General de Aranceles y Comercio, GATT,
que se desarrolló entre 1986 y 1994, la cual dio nacimiento al nuevo orden
comercial global con la creación de la Organización Mundial de Comercio, que consolidó
la mayor parte de los temas de la economía internacional, excluyendo solamente
los aspectos laborales y ambientales, sobre los cuales no se pudo arribar a los
consensos necesarios.
A
inicios del siglo XXI, en medio del proceso de globalización de los años 90, en
el ámbito del comercio internacional los países vivieron sus procesos de
adecuación al nuevo orden suscrito en el Acuerdo de Marraquech, que diera
nacimiento a la Organización Mundial de Comercio, el cual consolidó un sistema
de relaciones económicas internacionales, en el cual se imprimió en toda su
extensión el poder creciente de las corporaciones internacionales con fines de
negocios, reduciéndose en la misma medida la tradicional soberanía de los
Estados. Esto significó que pasara a ser preocupación principal de los Estados
la protección de los Derechos de Propiedad Intelectual, que se congelaba
cualquier restricción al Comercio de Servicios y que se regulara la aplicación
de subsidios a las exportaciones, que habían sido usuales en los modelos
desarrollistas.
Frente
al fenómeno de globalización, los Estados postulaban el fortalecimiento de los
procesos de integración, para obtener mercados ampliados, y se habló de
glocalización, en la hipótesis de potenciar la inserción internacional de los
espacios locales, de las comunidades de la sociedad civil, de las universidades
y cámaras empresariales.
La
síntesis del modelo global o capitalismo neoliberal
Comprender
el alcance de la globalización que se ha vivido por 30 años, exige analizarla
como un fenómeno sociopolítico y como un complejo proceso multidimensional,
entendiendo que como trasfondo y común denominador ha estado el desarrollo
tecnológico acelerado de las Tecnologías de Información y Comunicaciones, en
una innovación constante, lo que permitió que el comercio cambiara, que la
velocidad y simplificación de procesos diera paso a un incipiente comercio
electrónico que fue trastocando los flujos clásicos de comercio.
En
el ámbito de las organizaciones no gubernamentales sin fines de negocios, ONGs,
apareció el fenómeno que hoy se conoce como redes sociales, pero que partió a
través de las más diversas relaciones de cooperación horizontal que rebasaban
fronteras, en el mundo político, sindical, de cámaras y universidades. De
pronto, la vida cotidiana se internacionalizó, se generaron proyectos sociales
mancomunados, en el ámbito social, ambientalista y en la generación de
movimientos internacionales, los que iban generando sus propias alianzas
estratégicas para multiplicar el impacto de su accionar planetario. Cabe
recordar que en los 90, después de la caída del muro de Berlín y posteriormente
la desaparición de la Unión Soviética, se generó una tendencia global de
replanteamiento de los viejos catecismos.
Centros de pensamiento, fundaciones, corporaciones de variado signo y
finalidad, ocuparon los espacios de la virtualidad. Fueron influyentes
instrumentos para eludir la represión cuando se luchaba en América Latina para
recuperar la democracia, pero siguieron actuando en función de intereses
particulares o generales, avalando campañas en pro del medio ambiente, del
cuidado del planeta, en pro de los desplazados, de los migrantes, del
feminismo, de la lucha contra los transgénicos, la defensa de los derechos
humanos y un largo listado de fines específicos, que no sería posible incluir
en este documento.
Ante
la eclosión ideológica de los socialismos reales, apareció triunfalista el
neoliberalismo en los 90, proclamando el fin de la historia, enarbolando la
libertad de empresa y de libre cambio. La realidad del resultado del
experimento neoliberal de 30 años, lo ha resumido CEPAL. Según la Comisión
Económica para América Latina y el Caribe, el 1 % de los más ricos poseen más
de una cuarta parte de la riqueza del país y la deuda de los hogares asciende
al 75 % de los ingresos familiares.
Permítanme
un alcance a esta realidad de haber sido Chile, laboratorio adelantado de la
doctrina materialista del neoliberalismo. Hasta 1977, el régimen militar no
tenía un plan de gobierno y, en ese vacío conceptual, el dictador y la Junta
Militar hicieron suya la propuesta de un grupo de economistas formados en la
Universidad de Chicago, por Milton Friedman, entre otros, Rolf Lüders, Jorge
Cahuas, José Piñera. Se vivió así la incorporación de esta ideología al régimen
militar, que pudo aplicar, por la fuerza, una apertura de shock de la economía,
bajando los aranceles a la importación a una tasa del 10%, sin que se tomara ninguna
medida contra el dumping y la competencia desleal, lo que llevó a la quiebra a
numerosas industrias. El neoliberalismo de ese primer período, hasta 1982, fue
dogmático, permitiendo un libertinaje y descontrol financiero, que, enriqueció
a los grupos que manejaban información privilegiada, llevando a la primera gran
crisis financiera del año 1982. Luego de lo cual, el Estado fue usado por los
mismos responsables de delitos financieros, para subsidiar a los grupos
económicos que adherían a la dictadura, lo cual se tradujo, en los 80, en subsidios forestales, la compra de la
cartera vencida a la banca en quiebra, la ley de concesión plena en la minería,
en la autorización de traspaso, a precio libro, de empresas públicas
estratégicas a manos privadas, en una apropiación indebida, que jamás fue
auditada por los sucesivos gobiernos.
Los
30 años siguientes, fueron de mantenimiento y profundización del modelo, con el
enriquecimiento ilícito de nuevos grupos, esta vez de centro izquierda, por lo
menos en los nombres de sus partidos instrumentales, en general, políticos
aggiornados a la social democracia europea, que, vistiendo el pragmatismo,
asumieron la administración del modelo, ocupando con sus propios aliados
empresariales internacionales aquellos espacios aún vacantes de apropiación,
fundamentalmente en el ámbito de las obras públicas, carreteras y puertos, en
la vivienda y en las sanitarias. Tal como lo señalara Sun Tzu en su libro “El
arte de la guerra”, las fuerzas del socialismo renovado actuaron con esta
lógica: “si no puedes con tu enemigo, únete a él”.
China
Comunista se incorpora a la OMC
China
es un Estado totalitario, una gran potencia cuyo régimen interno es
dictatorial. China fue aceptada en la Organización Mundial de Comercio, pese a
los cuestionamientos ideológicos sobre su sistema político. Geopolíticamente
hablando los tiempos de China son milenarios y mientras Occidente está en la
coyuntura, China se proyecta para los próximos 500 años. Así ha sido cómo el
gigante asiático se convirtió en la industria mundial, en el soporte financiero
que ha apalancado a los Estados Unidos. Entendiendo que el lucro mueve a las
multinacionales, China puso una gran carnada en 1990, cuando dicta un régimen
de equity joint ventures para atraer en coinversión a las empresas del mundo.
51% China, 49% el extranjero, salarios mínimos, nada de huelgas ni sindicatos,
una gestión pareada a todo nivel. EEUU y Europa pisaron el palito y la
industria se vació al área del Mar del Sur de China, generando gananciales de corto
plazo a los huéspedes, pero quedándose el anfitrión con una inteligencia
gigantesca. Es la evidencia de la visión imperial de China, con su cultura
ancestral y su diplomacia superior. China busca ganar guerras sin disparar un
misil y los hechos demuestran que no tiene problemas para aliarse con quien
sirva a esos propósitos. América Latina debiera aprender de China y ser
interlocutor inteligente, que no se fíe de su amable y sutil seducción,
entendiendo que tras de su amabilidad existe un conquistador.
Continuando
con los tips de la globalización, cabe destacar la aparición de la “sociedad
mediática”, con una concentración planetaria de la propiedad de las cadenas
satelitales de televisión, prensa y radio. Con el uso de las TICS para realizar
las primeras acciones de gobierno electrónico, con políticas comunicacionales
que fomentaran el individualismo, la competencia, relegando las acciones
sindicales y gremiales a una invisibilidad en los medios oficiales. El
marketing electrónico corporativo también es incorporado a la política y la
medición de opinión pública comenzó a tener preponderancia en la toma de
decisiones oficiales.
En
paralelo, gracias a la conectividad que ofrecieron las TICS, al tiempo que
desaparecían los antiguos medios escritos o radiales de oposición al régimen
militar, surgió el periodismo digital, partiendo por los blogs, lo que abrió
espacios insospechados a la comunicación social en todo un mundo, tendencia
que, rápidamente, se fue mejorado, a medida que aumentaba la calidad y diversidad
de las plataformas sociales. Dentro de esta tendencia, encontró una dimensión
libertaria y sin censuras, el periodismo de investigación, el periodismo anti
corrupción. Por ello, sin acceder a la publicidad oficial del Estado, el
periodismo alternativo o independiente fue siendo la piedra del zapato para la
manipulación de masas y la desinformación que pretendía el modelo político
dominante. La evidencia del peso político del ciudadano planetario se expresó
en diversos momentos de la historia contemporánea, con una fuerza de
convocatoria que ningún político actual lograría.
En
cuanto a comercio exterior chileno, se debe anotar que Chile abandonó sus
proyectos de industrialización de los productos primarios, abriendo la economía
a la inversión en el sector minero, autorizando en los 90 que mineras
extranjeras pudieran exportar concentrados de cobre y otros minerales, sin
crear, sino hasta el año 2014, una capacidad mínima para verificar los
contenidos y valores reales de las exportaciones. Lo mismo ha ocurrido en los
sectores forestal, acuícola y pesquero, con subsidios estatales que han
enriquecido, vía este modelo extractivo a los grupos económicos locales. La
Segunda Fase del Proyecto Exportador fue archivada junto a los trabajos
profesionales que proponían una economía diferente al retorno de la democracia.
En
el orden monetario y financiero, el Banco Central como entidad autónoma es
rectora de las Normas de Cambios Internacionales, de la Política Monetaria.
Chile está alineado a las políticas del FMI, ha sido emisor de bonos soberanos
y en escasas ocasiones, como lo ha sido la crisis social de Octubre, ha
intervenido en el mercado para frenar la suba de la divisa dólar, por la cual
se mueve toda la economía en su sector externo.
En
cuanto a sectores sociales, como Previsión Social, Salud y Educación, la
libertad de empresa que ha asegurado la institucionalidad instaurada en
dictadura con la Constitución del 80 y sus correspondientes Leyes Orgánicas
Constitucionales, han llevado a la desnacionalización de estos servicios, donde
hoy lideran grupos financieros extranjeros, los que participan y controlan
Administradoras de Fondos de Pensiones, Isapres y Universidades, todo lo cual
refleja la desigualdad social que ya marcaba la CEPAL y que detonó la Explosión
Social de Octubre que remeció Chile y que tiene ganado en la ley, un calendario, en el plebiscito del 25 de
Octubre, para caminar como país hacia una Nueva Constitución.