. En Chile todos, cual más, cual menos, tenemos motivos para el
descontento.
Existe un desencanto histórico
con lo que ha significado la transición política que se ha vivido por ya 22
años. Molesta comprobar que han sido inmutables las reglas del sistema
económico heredado, irrita el mantenimiento de prebendas que dejó el régimen
militar a los grupos económicos que nacieron o se desarrollaron en esos 16
años. Los 20 años siguientes han provocado por ende, un gran frustración en los idearios
democráticos progresistas toda vez que se ha vivido la administración casi
obsecuente del modelo heredado. Esto pesa en el historial de una Concertación de
Partidos por la Democracia que claudicó de movilizar al país tras reformas
importantes para la gente. Esa fue la causa principal de su derrota del año
2010, ´por el voto castigo de desconcertados que fueron siempre voto duro, pero
que se perdió por las malas prácticas de las cúpulas políticas.
Un motivo transversal de
indignación ha sido también el rechazo a la corrupción, a las relaciones impropias entre las élites políticas y el
mundo corporativo, el mismo que vio incrementado su poder y su influencia en
las decisiones políticas. Todo lo cual fue generando una gran brecha entre la
ciudadanía y esa clase política, con una pérdida de confianzas y finalmente de
legitimidad de los partidos políticos. La Alianza para el Cambio obtiene su
triunfo el 2010 como consecuencia de ese desgaste objetivo de la Concertación,
el cual a partir de allí se ha agudizado. Sin tener claridad para asumir el
sitial de oposición y desprovista del poder,
la Concertación busca infructuosamente recomponerse pero se la ve con la
calculadora en mano aferrada al binominalismo que le permitiría mantener cuotas de poder. Por otra parte, de
nada le ha servido pretender adherir a las demandas del movimiento social si su
pecado capital fue haber precisamente desmovilizado a la civilidad y haber dado
la espalda a peticiones sociales sentidas, como lo fuera el movimiento estudiantil de los
pingüinos el año 2006.
En general, las causas del
descontento social son muchas pero pueden resumirse como un profundo
sentimiento de desprotección del ciudadano frente al sistema financiero,
frente a las sanitarias, como usuarios de las carreteras concesionadas, como
clientes las grandes tiendas. Una clase media aprisionada por el sobre
endeudamiento, a merced de los oligopolios .
La deuda ambiental, la gran demanda por una educación pública de calidad
y la inseguridad que se vive frente a la delincuencia , la droga y un sistema judicial garantista que
protege más al delincuente que a las víctimas, son también ingredientes de un
descontento profundo y visceral que cruza la sociedad chilena, en especial en
su clase media que no recibe ningún beneficio y debe tributar sobre todos sus
ingresos, sin escape alguno.
Tras las crisis de la economía
mundial, el ciudadano ha visto cundir la usura y ha visto cómo las ganancias de
la banca se agigantan en esos períodos. Cómo las cadenas del retail someten a
los más pobres a intereses expropiatorios, cómo las farmacias se coluden para
castigar al consumidor cómo se trafican influencias para conceder prebendas a
grupos multinacionales de espaldas a la ciudadanía.
Hay un extenso cansancio, pero al
mismo tiempo una esperanza. Por haber recuperado la capacidad de volver a
movilizarse. Esta vez no hay un dictador corrupto enfrente, pero sí un sistema
integral que debe ser corregido, una democracia representativa que ha perdido
legitimidad cuando más del 40% de los potenciales ciudadanos se mantiene al
margen del sistema electoral. Por lo menos, de esta crisis en desarrollo, donde
se espera poder ganar espacios para una reforma importante, el mayor logro ad
portas, es que la ciudadanía se ponga de pie y recupere el poder que le
escamotearan las cúpulas partidarias. El eslabón que permita aterrizar ese
movimiento de indignación en la arena de las decisiones políticas, aún no se
vislumbra. Los dirigentes estudiantiles, quizá entrampados por tendencias
anarquistas internas, no han convocado como se habría esperado a una
inscripción masiva de los jóvenes para que se conviertan en ciudadanos de
verdad y así pasar con responsabilidad cívica a actuar dentro de la República,
para realizar por dentro los cambios anhelados. En definitiva, caminar con
nuevos líderes hacia una democracia profunda.
15 de Octubre 2011, Periodismo
Independiente