Realizar el ejercicio catártico de conversar, de romper distancias y esgrimir vivencias, compartiendo historias comunes, inter generacionales, ha buscado romper el síndrome de la soledad, que nos puede sumir en el agobio y la pena. Significa mucho más que un ejercicio de sobrevivencia, ya que es levantar la palabra para construir nuevas realidades, sentirnos que en ese tejido de comunicaciones podemos recuperar libertades y proponer rebeldía. Porque si se sueña realidades para salir del túnel, asumiendo las dificultades y amenazas que enfrentamos, las palabras que cruzamos expresan deseos y aspiraciones que entre todos podemos viabilizar.