. Cuando su apariencia es insólita, seguramente se debe a vivencias singulares del doliente ocurridas en el pasado. Tal es el caso del doctor Arthur Hensen, quien decide embalsamar el cadáver de su mujer, ubicarla en el salón y prodigarle las atenciones necesarias para que su presencia congelada le acompañe en todo momento. Asistimos a un caso de “momificación” (desde la vertiente psicológica que no antropológica) extremo.
Resulta, si cabe, más sorprendente la reacción de Emma Soler, la narradora de esta inquietante historia, pues, tras el rechazo inicial que siente ante la presencia de su amiga embalsamada, acaba normalizando su nuevo estado, hasta llegar a sentirse tan vinculada a ella como lo estaba en vida.
La historia transcurre en Fisterra, nada más estrenarse la segunda mitad del s. XIX; un lugar y tiempo abonado para lo sobrenatural, en el que algunos sucesos no se explican por la razón y donde la superchería y el peso de la Iglesia moldea las mentalidades, usos y costumbres. Chus ha demostrado buen tino en la elección del contexto donde se desarrolla este turbador relato.Quizás, se pregunten acerca del título de la novela Nadie se conoce, y de su relación con los hechos narrados. Dar respuesta a esta cuestión implica, por un lado, aceptar que cada uno de nosotros albergamos un pasado, del cual mostramos aquello que consideramos adecuado según la persona y situación. ¿Cuáles son nuestras vivencias silenciadas? ¿Qué dice de nosotros aquello que callamos? Y, lo que puede resultar más desasosegante, ¿cuáles son los secretos de quienes creemos conocerlo todo? Además, está la máscara que, de forma más o menos consciente, nos protege ante el juicio de los demás y da cabida a la ocultación de nuestras ideas y sentimientos.Junto a ello, Chus nos muestra los nudos de comunicación que entretejen los personajes entre sí, en cuyas relaciones están presentes los pactos de silencio: “yo sé que tú sabes; y tú sabes que yo sé que tú sabes”; dando lugar a certezas no expresadas por comodidad, decoro o temor a las consecuencias.Esta historia, de ambientación gótica, transcurre por unos cauces que nada hacen presagiar su final. Por supuesto, para descubrir cuánto hay de verdad en esta afirmación solo cabe leer Nadie se conoce. Anímense ahora que el Covid-19 nos tiene confinados en nuestras casas… tal vez encuentren que su reclusión no es tan angustiosa.