La condena a prisión a líderes del separatismo catalán no puede considerarse como una restricción a la libertad de expresión.
España es de los pocos países que acepta partidos independentistas, la Constitución establece mecanismos para poder llevar a cabo la independencia de manera correcta, y el índice de la democracia muestra a España como una “democracia plena”.
Aquel porcentaje de Cataluña independentista que actúa con violencia, corrupción y disturbios ignora conceptos como democracia, libertad o derechos humanos, que supuestamente defienden. Se les olvida que su libertad termina donde empieza la del otro.