. La de Marian Izaguirre es una novela de sentimientos encontrados, de versiones y matices distintas en función del narrador. Es la historia de una pareja que se encuentra en algunas estaciones de la vida pero nunca llegará a la parada definitiva. La que desean, no existe.
Da igual que un crimen abra esta novela porque tan solo es una excusa narrativa para llevarnos donde quiere la autora. El Bilbao de 1959 donde surge el flechazo entre Henar una niña bien y un joven de clase baja, Martín. La pasión deriva en una fuga a Madrid y la búsqueda de su espacio en el mundo: Martín, la escritura; Henar, la moda. Y el edificio … comienza a hundirse. Una cosa es el amor real y otra, la idea que nos forjamos del amor.
Podría parecer una historia mil veces contada. Pero Marian Izaguirre la construye con personalidad propia, a través de la complejidad y recovecos de los personajes mientras protagonizan idas y venidas por sus mundos particulares y a la vez entrelazados, con secundarios que influyen y condicionan directa e indirectamente a los principales mientras viajamos a Buenos Aires, Creta, EEUU, ... Esta novela es una botella de vivencias y emociones a lo largo de tres décadas con saltos temporales donde Henar y Martín escenificarán su «te quiero, pero...» tan agotadora como una interminable rueda de hámster y los bloqueos posteriores a las decepciones y traumas. Ambos cometen errores a lo largo de este encuentro/desencuentro permanente, pero para qué negar que Martín no me convence tanto como ella. Desde el principio el dibujo que la autora hace del personaje masculino anticipa cómo serán sus pasos y en mi opinión, la sinceridad no es precisamente su fuerte: con su compañera de vida e incluso consigo mismo. Henar como él persigue un sueño, pero ser mujer en la época y el país que le toca, no ayuda demasiado. Como si el coraje se entendiese como defecto y no una virtud. Con su protagonista femenina la escritora nos ofrecerá el interesante universo del vestuario en el cine. Hay libros en los que la introducción de subtramas ralentizan y engordan de manera innecesaria las páginas. No es este el caso, al menos en mi opinión. Personalmente he disfrutado con este arte de la costura, a diferencia del camino emprendido por Martín, el del mundo editorial, que aunque a priori podría haberme interesado más, no ofrece tanto a la novela. También es cierto que en manos de Martín, el empeño y la pasión no son los mismos que los demostrados por su mujer. Por otra parte, el paisaje de Creta donde se presenta un apartado de la historia es el que menos me ha gustado. Los secundarios, salvo uno más destacado entre ellos, no me convencen. Tratan de ilustrar y componer el escenario de la nueva vida de Henar, pero algunos chirrían, desconciertan y en cierto modo no resultan creíbles. Dejando a un lado “lo que pasa” con la vida y las vidas de la pareja protagonista destaca la prosa cuidada de Después de muchos inviernos. Es la primera vez que leo a Marian Izaguirre y ha sido un acierto en lo que se refiere a su escritura. He leído reseñas de otros de sus libros y son muchas las que coinciden en este aspecto. Así que, no será esta mi última lectura de esta escritora.FacebookPinterestWhatsApp