Códigos de ética “pacatos” y ciudadanos “minusválidos”

 

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Me genera inquietud leer los códigos de ética que supuestamente regulan los medios radioeléctricos, la publicidad y a los periodistas en Venezuela. Cada uno ven al ciudadano más como un objeto pasivo y receptor, que como un sujeto crítico y reclamante de sus derechos. La “miopía intelectual” de los redactores de estos códigos se ve reflejada en la forma en como se refieren a ellos en sus textos.

 

Para el de la publicidad son simplemente “consumidores”; como si la gente lo único que hiciera en la vida es comprar y “tragar”. Para el de los medios radioeléctricos (radio y tv), simplemente son una masa: “colectividad o teleaudiencia”.  Y finalmente para el de los periodistas, aunque se nota mayor responsabilidad social, al llamar al ciudadano “pueblo”; en la mayor parte del texto es considerado solamente como un “público” receptor de mensajes, es decir, como personas sentadas en un cine, calladas y sin comunicarse entre sí.

 

Un hecho relevante de cómo es observado el ciudadano en estos textos es la poca o nula capacidad de reclamo que se le otorga, sobre todo en los códigos de ética empresariales (radio, tv y publicidad):  El código de ética del periodista es el más “consciente”, por lo menos en el papel, que no en los hechos, al reconocerle al ciudadano el derecho a replica, respuesta y rectificación. Los publicistas y anunciantes, sólo se permiten recibir quejas por parte de su gremio, los medios y en último caso del gobierno nacional. La televisión promete un “Reglamento Disciplinario”, del que no tenemos conocimiento si existe, y si contempla a los ciudadanos como sujetos activos de reclamo. Y en el caso de la radio es aún más patético, pues pareciera que su código de ética fue escrito “a dos manos”: Mientras que en el Capítulo VI, artículo 25, se contempla la formulación de reclamos o denuncias por parte de “asociaciones de vecinos, instituciones representativas de la sociedad o los oyentes”; en el Capítulo VI, artículo 27, el código de ética pone “el freno de mano”, al limitar la capacidad de acción de los ciudadanos, pues “las denuncias presentadas por oyentes sólo acarrearán sanción de amonestación privada”.

 

 Para finalizar, tengo que señalar que si mi abuela estuviera viva se escandalizaría tanto de lo “pacato” de la redacción de estos códigos de ética, como del incumplimiento descarado por parte de los gremios a quienes dicen controlar: “Decoro”, “pudor”, “buen gusto”, “buenas costumbres”, “no causar trauma”; son frases que suenan a época victoriana o a inquisición. Pero al observar la actuación de la televisión, la radio, la publicidad, y el periodismo en Venezuela, notamos un postmodernismo extremo, donde todo vale: El Chavo a las 8 de la noche y los Simpson a las 4 de la tarde.

UNETE



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