El auge económico del año pasado,
en el que se tuvo un crecimiento record de 15,3%, parece no tener coincidencia
con los datos que provienen del sector de la construcción. Ante un súbito
aumento en la generación de riqueza, podríamos suponer que ello detonaría la
inversión en obras, con un consecuente salto favorable en la industria de la
construcción. Con un país por construir, en el que hay enormes potencialidades
y mucha necesidad de obras y generación de empleo, la línea lógica de
crecimiento debería apuntar hacia un fuerte desarrollo de todas las
construcciones que se necesitan.
Sin embargo, los problemas
recurrentes y paradójicos de la falta de cemento –en el país que cuenta con la
mayor cuenca cementera de la región-, la escasez de varillas, la falta de
materia prima y la desaceleración de ciertos sectores de la industria, nos
muestran el otro lado de la moneda, en el que se notan la falta de visión de la
construcción de un país y la incapacidad de una planificación del rumbo
económico que nos permita lograr desarrollo y sostenibilidad. Mientras tenemos
todo por construir, nuestro proceso de construcción se da a los tumbos, con
golpes de coyuntura, con inversiones aisladas y con mucho dinero perdido en
parches que no solucionan problemas de fondo.
La mediterraneidad del Paraguay,
que representa un sobrecosto del 43% para las exportaciones, debería obligarnos
a construir en forma urgente carreteras, puentes, caminos y todo tipo de
infraestructura vial para mejorar las comunicaciones y elevar la competitividad
del país. No solo estamos ante la necesidad de construir para incentivar la
generación de empleos, sino para la proyección de una economía competitiva, que
tenga las condiciones que hoy requiere un mundo globalizado. Pero, a pesar de
las necesidades y potencialidades, seguimos padeciendo la carencia de cemento y
los constantes frenos a la industria de la construcción, que se grafican con la
caída de casi 10% que sufrió el sector en el segundo trimestre de este año.
El Paraguay sufre por la carencia
de rutas en buen estado, por la inestabilidad de su economía y por la
incapacidad de generar empleos que ayuden a contrarrestar los elevados niveles
de pobreza. Y, curiosamente, cuenta con los recursos para combatir estos
malestares, pero faltan ideas, planificación y capacidad de gestión.
En un país en donde tenemos todo
por construir deberíamos empezar por aplicar la inteligencia y la autogestión
para la explotación de recursos y para cubrir las demandas. Bastaría con
planificar un sistema de carreteras para comunicar a las comunidades nacionales
con las principales rutas para el comercio en la región, para detonar la
demanda en el sector de la construcción e incentivar su desarrollo. Se pueden
encontrar muchos mecanismos de financiación, desde el sistema de concesiones
hasta la decisión política de hacer de la construcción de obras una inversión
estratégica para el desarrollo, la mejor comunicación, la creación de empleos y
el mantenimiento de un dinamismo económico propio que nos proteja de eventuales
recesiones.
Tenemos que dejar de depender de
préstamos internacionales y de proyectos esporádicos, para hacerlo todo en
forma planificada y con visión de largo alcance. Las ciudades y los pueblos que
requieren comunicación, deberían promover sistemas de autogestión y
autofinanciamiento para construir obras de infraestructura. Un buen convenio
entre una ciudad y la industria cementera nacional, para pavimentar las calles
con cemento, podría servir para obligar a la INC a que modernice sus obsoletas
fábricas, que mejore su competitividad y que se convierta en una empresa
eficiente. Si pavimentamos las calles con cemento nacional lograremos varias
cosas: generar demanda para la INC, crear empleos, facilitar las comunicaciones
y, sobre todo, hacer que los recursos propios se conviertan en generadores de
riqueza, la misma riqueza que puede invertirse en el interior del país, para
potenciar lo que tenemos.
En un país por construir no
podemos estar a merced de la negligencia, la corrupción en empresas estatales o
la ineficiencia para planificar. Dejemos de depender del asfalto que no
tenemos, para potenciar el cemento que nos sobra. Con buenos proyectos y con
una utilización estratégica de nuestros recursos, podemos lograr una década de
obras, de crecimiento económico y de mejoramiento de la capacidad de competir.
No necesitamos de nadie más que de nosotros mismos.
Publicado en el suplemento
especializado en economía y negocios "Estrategia", del Diario La
Nación, de Paraguay.