. Ese daño no solo no
lo reconocen sino que pretender aventarlo para que salpique a otros. Es una prueba
de que siguen considerando como atontada a la ciudadanía.
Ahí tiene el caso de Octavio
Granado. A este burgalés, fracasado en política social, no se le ha ocurrido
otra estupidez mayor que culpar de la crisis y del paro a las comunidades
autónomas y a los necesarios recortes. Vergüenza debería sentir al escuchar
al vicepresidente y consejero de Cultura
y Deporte de la Comunidad de Madrid, Ignacio González.
Sin duda, ha dado en el clavo al
reflexionar sobre el tema y concluir que el secretario de Estado de Seguridad
Social "tiene mucha cara". Toda la capacidad de decir sandeces no se
la echa de un brazado; claro que, esa capacidad que siempre le ha
caracterizado, es fruto simplemente del nerviosismo a perder las muchas
prebendas que tiene. ¡Ya verán cómo le buscan acomodo en Castilla y León! Esta generación de políticos-guante es incapaz
de resignarse a trabajar; les pasa lo que al vago que, después de mucho tiempo
sin agachar el lomo, no hay quién le haga dar un palo al agua.
No solo hay que tener
cara dura para decir eso. Parece que el PSOE no ha roto un plato, cuando
en realidad ha sido la formación que más daño ha hecho al Estado del bienestar y con quien
más derechos hemos perdido los trabajadores. ¿Acaso hay mayor pérdida de
derechos y bienestar que perder el trabajo? Pues eso es lo que trae el socialismo:
miseria, insolidaridad, venganza y odio mal entendido. En esta ocasión la
tontería ha partido de Granado pero en otras ocasiones han sido otros quienes
no han entendido el daño que hacen; léase Rodríguez Zapatero, Chuchi Caldera,
Aído, Pajín, Pepiño, 'Burracalva',... Botarates distintos pero dentro de la
misma formación.
A nadie le cabe en la cabeza que
el todavía secretario de Estado intente justificar el fracaso de la política
económica y social del Gobierno socialista y de él mismo con una situación de grave crisis de la
Seguridad Social. Una crisis que solo tiene un culpable: los múltiples errores
socialistas en política económica durante el septenio negro que ahora parece
que va a terminar, gracias a Dios y al sentido común de la ciudadanía.
Ya no hay duda. Los cinco
millones y medio de parados son el resultado de una mala gestión sindical, una
política negligente del Gobierno de Zapatero y una paranoica reforma laboral en
la que nadie cree, salvo el PSOE y el
dañino Gobierno del 'Vendeburras' de León, Rodríguez Zapatero. El presidente llegó en tren de
cercanías y aún no se sabe cómo saldrá pero lo cierto es que quien a hierro
mata a hierro muere. Al tiempo.
Rodríguez Zapatero no ha sido
legal con la ciudadanía ni leal a su gente. Y ya se sabe que ser leal a sí
mismo es la única forma de ser legal a los demás. Lo cierto es que Zapatero no
debe ni puede marcharse de rositas. Y en
ello están algunos colectivos. Más vale tarde que nunca.
Jesús Salamanca
Alonso