Reseña "Ventajas de viajar en tren" de Antonio Orejudo

El humor y la tragedia viajan en paralelo en este relato –que suma varios– en un estupendo ejercicio de inventiva lleno de riqueza narrativa. Los límites entre la cordura y la locura viajan en el tren al que se sube Helga Pato, que tras ingresar a su marido en un centro psiquiátrico conoce a Angel Sanagustín, el médico que lo atiende. Al menos, eso dice. «¿Le apetece que le cuente mi vida»?, pregunta a la mujer. Así comienza todo.

 

. Los límites entre la cordura y la locura viajan en el tren al que se sube Helga Pato, que tras ingresar a su marido en un centro psiquiátrico conoce a Angel Sanagustín, el médico que lo atiende. Al menos, eso dice. «¿Le apetece que le cuente mi vida»?, pregunta a la mujer. Así comienza todo.
  Una maniobra sencilla del autor para arrancar la novela con relatos de los pacientes que el médico asegura haber recogido en la carpeta que lleva consigo. Se abrirá la puerta a un original cuadro de disparatados personajes para enloquecer al lector, entre la risa y el delirio.

  Esquizofrenia, paranoia, suplantación de identidad, trastornos en la percepción de la realidad... De todo hay en este vademécum narrativo, donde es evidente el trabajo de documentación para afirmar que el mundo está muy loco poniéndole una sonrisa a la cruda realidad que viven y sufren –de manera más o menos consciente– los viajantes del trayecto.

  La intensidad narrativa se concentra en páginas que se hacen cortas para intentar explicar quiénes son estos peculiares tarados que nos harán reír y tirarnos de los pelos con sus historias. ¿Quién está más chiflado, el médico o sus pacientes? Da igual parece decir el autor que deja las interpretaciones en manos del lector. Empieza fuerte desde la primera página. Introducciones y calentamiento cero para meternos de inmediato en harina.

  No da respiro para que podamos comprender. Es mejor dejarse llevar por el traqueteo de esta muñeca rusa de relatos. «Viaje con nosotros si quiere gozar y disfruten...», esta parece ser la invitación como cantaba Xabier Gurrutxaga. Y así lo hice en un visto y no visto, porque la novela vuela en las manos.

  La leí hace un par de semanas y es ahora, al redactar la reseña, cuando me percato de cuánto me ha gustado. Como si necesitara de un reposo. A veces ocurre con determinados libros. No es que no disfrutara de la lectura –que lo hice– pero es cierto que me percato de cuánto me ha gustado: es diferente, rocambolesca y muy divertida. Para flipar entre la incredulidad y la carcajada.

  ¿Se imaginan una conspiración gubernamental basada en el control de la basura del ciudadano? ¿Novelas con publicidad incorporada? ¿El deleite que pueden producir las heces? Pues estas son algunas de las propuestas del viaje de Antonio Orejudo, con el que aún no me había estrenado. Sus dotes para la parodia y la destreza narrativa me han convencido. “Formas de viajar en tren” me parece un relato original, inteligente y muy loco.

  Cuánto se echa de menos de vez en cuando algo distinto en el mercado. Y ojo, que esta obra tiene ya una edad: veinte añitos desde que consiguiera el “Premio Andalucía de Novela”. Muchas veces digo que lo bueno de los libros es que no tienen fecha de caducidad si el contenido es bueno e interesante. Las novedades literarias son solo eso, novedades. Y como en botica, hay bueno, buenísimo, malo y malísimo. No es precisamente un descubrimiento, salvo el personal de Antonio Orejudo. Ha sido un regalo en todos los sentidos. Con lo que a mí me gusta un viaje en tren...

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UNETE



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