El columpio
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24/10/2019
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“Surca el viento, fiel, . . . con tiento.”
De henequén, bien reforzadas,
dos sogas son amarradas
a rama fuerte, uniforme,
de una jacaranda, enorme.
Tal brazo les da de abrazos
a ese par de recios lazos,
como eje fijo les sirve,
la escena es irresistible.
A las lianas, adherido,
un asiento suspendido
se muestra absorto, admirado,
en principio, está calmado.
Tranquilo, sin tener prisa,
confía en que llegue la brisa,
anhela el aliento humano,
vigoroso, franco, sano.
Aguarda el momento justo
de moverse, darse gusto,
espera iniciar el viaje,
consciente de su linaje.
Desea que alguien lo aborde,
que lo impulse, empuje, acorde,
hecho lo cual, muy gracioso,
proyectándose, precioso.
El columpio, presto, sube,
baja, asciende, hasta una nube,
desciende, se eleva al viento,
surca altivo, así, con tiento.
En un balanceo, que crece,
el pasajero se mece,
aprieta duro el ombligo,
se “autopropulsa”, les digo.
Las piernas, encoge, estira,
mientras panorama mira,
un buen consejo recuerda,
asirse bien a la cuerda.
Sentarse fijo, centrado,
para no “salir volando”;
ley de gravedad opera
en ir y venir que impera.
La rama del árbol cruje,
sin queja, feliz, recruje,
por bajadas y subidas
del trapecio, repetidas.
Necesaria resistencia,
aguantar, sentida esencia,
la actividad, que sublima,
es dicha que no termina.
El columpio, toma y daca,
con ritmo, como una hamaca,
linda curva, leal, dibuja,
con fascinación que embruja.
Por el aire, entretenido,
es péndulo sostenido,
la energía le da la vida,
de agasajo, divertida.
Balancín al firmamento,
oscilar, su fundamento,
rasgar el cielo fraterno,
vivo, en busca del Eterno.
La gloria, terso, acaricia,
de niñas, niños, delicia,
el vértigo les produce,
al júbilo los conduce.
Después de larga jornada,
de alegría desmesurada,
de pasearse en el espacio,
ya, sin bamboleo, . . . despacio.
El columpio tan soñado,
bien contento, aunque agotado,
poco a poco queda quieto,
esperando nuevo reto.
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
Ciudad de México, a 23 de octubre del 2019
Dedicado a mi pequeño nieto, Ian Santiago Mora Ramos,
como regalo de cumpleaños . . .
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