Introducción a la educación basada en competencias.
1. Conceptos de
competencia por diversos autores e instituciones.
. Conceptos de
competencia por diversos autores e instituciones.
Atentos a las reglas
de la metodología, lo primero que se hace al empezar el análisis de un tema, es
definir los principales vocablos que habrán de utilizarse en el desarrollo del
mismo y, en el caso que se plantea, todo gira en derredor del concepto
COMPETENCIA. ¿Qué es y de dónde nace? ¿Para qué sirve? ¿Cómo ha venido
funcionando? Esas y otras interrogantes habrán de someterse a estudio en este
esfuerzo.
En la página del Concejo Educativo de
Castilla y León se encuentra la definición de Competencia, que desde 1957 según
el Maestro Abraham Noah Chomsky, significa "capacidades
y disposiciones para la interpretación y la actuación" (Consejo
Educativo de Castilla y León, 2007). Sin embargo, se impone
aclarar que la definición y sentido del término competencia mutó, de ser una
capacidad creativa del ser humano, a la eficacia y rentabilidad productiva que
a la industria interesa.
Una vez que se perdió el sentido original
del término y que fue recogido por la industria, tanto la que se dedica a la
producción de bienes y servicios como la educativa, han surgido múltiples
intentos de definición sin que hasta la fecha exista consenso entre
investigadores y académicos acerca de la exactitud de la palabra y su
significado. Por tanto, a continuación habrán de citarse algunas de las más
usuales:
César Coll, en el documento Las competencias en la educación escolar,
algo más que una moda y mucho menos que un remedio, toma la definición que
la DeSeCo propone y la reproduce en los siguientes términos: «Una competencia es la capacidad para
responder a las exigencias individuales o sociales o para realizar una
actividad o una tarea [...] Cada competencia reposa sobre una combinación de
habilidades prácticas y cognitivas interrelacionadas, conocimientos (incluyendo
el conocimiento tácito), motivación, valores, actitudes, emociones y otros
elementos sociales y de comportamiento que pueden ser movilizados conjuntamente
para actuar de manera eficaz. (Coll, 2009)»
Otro texto interesante es el de Sergio
Tobón, Ph.D., quien define competencias como:
Procesos complejos de desempeño con idoneidad en
determinados contextos, integrando diferentes saberes (saber ser, saber hacer,
saber conocer y saber convivir), para realizar actividades y/o resolver
problemas con sentido de reto, motivación, flexibilidad, creatividad,
comprensión y emprendimiento, dentro de una perspectiva de procesamiento
metacognitivo, mejoramiento continuo y compromiso ético, con la meta de
contribuir al desarrollo personal, la construcción y afianzamiento del tejido
social, la búsqueda continua del desarrollo económico-empresarial sostenible, y
el cuidado y protección del ambiente y de las especies vivas. (Tobón, 2008)
La Dra. Laura Frade Rubio, de Calidad
Educativa Consultores, se hace la siguiente pregunta ¿Qué es una competencia? y
su respuesta es:
Son metas terminales, sustituyen a los objetivos.
“El conjunto de comportamientos socio-afectivos, y
habilidades cognoscitivas, psicológicas, sensoriales y motoras, que permiten
llevar a cabo adecuadamente un desempeño, una función, una actividad o una
tarea”. UNESCO 99 (Frade Rubio, 2007).
En el documento APORTES AL CONCEPTO DE COMPETENCIAS DESDE LA PERSPECTIVA DE AL, que
maneja Laureate ECollege en sus cursos, aparece a fojas 79 lo que Jurado Fabio
estima:
La competencia es la capacidad para interactuar, o
para saber hacer, entonces las pruebas tendrían que apuntar hacia la necesidad
de fortalecer la competencia para la acción, para la manipulación de conceptos
y categorías en el análisis de situaciones concretas para fines sociales
concretos, en lugar de la nemotecnia definicional. (Fabio, 2011)
Una vez expuesto lo anterior, resulta claro
que ya existe un atisbo de lo que son las competencias, como objeto de estudio.
2. Origen de las
competencias.
Las competencias como
tema de estudio y análisis surgen de la vida laboral. Son resultado de la
necesidad patronal de contar con personal competente para atender las
necesidades de la empresa. Pero la capacitación y adiestramiento del personal
obrero y de mandos medios al seno de las industrias no resultaba suficiente
para la cantidad ni para la calidad del personal preparado y a preparar, lo que
orilló a las grandes corporaciones a financiar estudios que, aplicados a la
educación, fueran capaces de presentar como producto terminado a seres humanos con
competencias, incluyendo todos y cada uno de los componentes que de la
definición se vieron en el apartado anterior.
Es entonces que uno de los organismos que,
en materia de comercio han resultado más influyentes, por cierto dirigido en la
actualidad, año 2011, por un tamaulipeco y mexicano por consecuencia, José
Ángel Gurría, empezó a elaborar un plan de trabajo que le permitiera homologar
las condiciones de vida de los habitantes de los países más desarrollados con
los llamados emergentes. En ese esfuerzo, se fueron dando las circunstancias
para que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, OCDE
por sus siglas, presentara el DeSeCo, (Definition and Selection of
Competencies), que válidamente puede definirse de la siguiente manera:
A finales de 1997, la OCDE inició el Proyecto DeSeCo
con el fin de brindar un marco conceptual firme para servir como fuente de
información para la identificación de competencias clave y el fortalecimiento
de las encuestas internacionales que miden el nivel de competencia de jóvenes y
adultos. Este proyecto, realizado bajo el liderazgo de Suiza y conectado con
PISA, reunió a expertos de una amplia gama de disciplinas para que trabajaran
con actores y analistas políticos para producir un marco relevante a las
políticas. Los países miembros de la OCDE pudieron contribuir a sus propios
puntos de vista para informar el proceso. El proyecto reconoció la diversidad
de valores y prioridades a lo largo de países y culturas, pero identificó
también desafíos universales de la economía global y la cultura, así como
valores comunes que informan la selección de las competencias más importantes (OCDE, 2005).
Los primeros países que empezaron a utilizar
el concepto de competencias, son aquellos que se encuentran afiliados a la
OCDE, es decir, los países que, sin importar su ubicación geográfica, han
buscado un crecimiento de su producción y han investigado la forma de lograrlo.
Entre ellos, se encuentra México, por cierto, bastante lejano aún en los
indicadores globales que fijan los resultados idóneos para los países miembros
de la OCDE.
La Comunidad Europea, integrada en el
Mercomún inicialmente y ahora en lo que se denomina la Unión Europea, que ha
llegado al extremo de crear una Constitución común y una moneda soportada por
los diversos países, fue la cuna de las competencias, tal como lo indica el
Concejo Educativo de Castilla y León, cuando indica:
Ese planteamiento basado en competencias, con su sesgo
empresarial, llega a la educación directamente a través de la vía europea, como
puede verse en los acuerdos de Lisboa:
“El Consejo Europeo de Lisboa” de 2000 había invitado
a los estados miembros, y a la Comisión a que definieran "las nuevas
destrezas básicas del aprendizaje a lo largo de la vida", enumerando como
tales: las tecnologías de la información, las lenguas extranjeras, la cultura
tecnológica, el espíritu empresarial y las destrezas sociales (Consejo
Educativo de Castilla y León, 2007).
Los países en desarrollo han venido
siguiendo las directrices que les marcan quienes han llevado la pauta y han
dictado los cánones: los países desarrollados. Migraron las competencias del
área laboral al sector educativo, como una exigencia de los empresarios.
3. Evolución
de las competencias en diversos países.
El caso México será el primero a
tratar en este punto. La Secretaría del Trabajo del Gobierno Mexicano, acatando
lo dispuesto en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y en
la Ley Federal del Trabajo vigente, ha buscado desde siempre lograr que la
capacitación y adiestramiento de los trabajadores sea una constante y una
conducta a seguir.
Sin embargo, la misma idiosincrasia de los mexicanos, la forma tan
íntima y peculiar de ser de nuestro pueblo, ha dado al traste con esas figuras.
Ahora, de forma obligada y acatando lo que dispone como política pública un
organismo internacional del que nuestro país forma parte, la OCDE, México ha
debido sumarse al concierto de naciones que acatan lo que se les ordena y ha
buscado que la educación basada en competencias sea introducida en nuestro
país.
Toda vez que la figura de las competencias rebasó lo estrictamente
laboral y fincó carta de naturalización en el sector educativo, el gobierno
mexicano ha implementado, desde fines de los años sesenta, lo relativo a las
competencias, como magistralmente lo reproduce Rocío A. Andrade Cázares cuando
cita a Díaz Barriga Arceo y Rigo e indica:
El enfoque por competencias en educación, aparece [en México] a
fines de los años sesenta relacionado con la formación laboral en los ámbitos
de la industria, su interés fundamental era “vincular el sector productivo con
la escuela, especialmente con los niveles profesional y la preparación para el
empleo” (Andrade Cázares, 2008).
En la actualidad, en México se ha generado
una industria completa referente a las competencias, pues se trata de exigir su
aplicación en la industria y en las aulas, cuando es sabido que no existe
personal calificado para entenderlas y menos aún, para aplicarlas.
En los países de Europa, la educación por
competencias han sabido encontrar un sitio permanente, tanto, que en el
documento Las Competencias de Educación
en el Ámbito de la Unión Europea: realidades y perspectivas, aparece lo
siguiente: Para el período 2007-2013 la
UE dispondrá de 55.000 millones de euros para la mejora de la educación y la
formación y la consolidación de la investigación y el desarrollo tecnológico (Gobierno de España. Ministerio de
Educación, 2010).
La pregunta es: ¿Cómo vamos a competir los países subdesarrollados contra eso?
Nos resta referirnos a un tercer país. El
caso de Venezuela es ilustrativo. La
educación basada en competencias: una metodología que se impone en la Educación
Superior y que busca estrechar la brecha existente entre el sector educativo y
el productivo, es el nombre del documento elaborado por Magda Cejas
Martínez, Profesora Investigadora de la Universidad de Carabobo, en Venezuela,
quien para mejor ilustrar se reproduce su comentario:
La Educación por
Competencias en el marco de la formación pretende ser un enfoque integral que
busca vincular el sector educativo con el productivo y elevar el potencial de
los individuos, de cara a las transformaciones que sufre el mundo actual y la
sociedad contemporánea. (Cejas Martínez, 2002)
Y así ha venido siendo el esfuerzo. Se busca
subordinar a la educación y sus fines a las exigencias del mercado laboral que,
por cierto, carece de sensibilidad social, política, humana y de cualquier otra
índole. Para el mundo del trabajo importan resultados, sólo resultados. Los
esfuerzos no se miden ni se pagan.
4. Aportaciones
de las competencias al desarrollo social y productivo.
De manera
clara que las competencias, entendiendo por éstas todo el conjunto de saberes y
actitudes que se imponen a las personas para actuar de manera que satisfagan al
empleador, han tenido su gran aporte al mundo actual.
La educación basada en competencias así como
la selección de personal tomando en consideración de manera primordial que
posean las competencias que al patrón interesan, han sido, sin que resulte una
frase hecha o muy trillada, un verdadero parteaguas no sólo en la educación, si
no también, en la forma de vida de las personas del mundo globalizado.
Debemos recordar que, citado al inicio de
este trabajo, Sergio Tobón señala dentro de la definición de competencias que
son: “la búsqueda continua del desarrollo
económico-empresarial sostenible” (Tobón, 2008), lo que
obviamente tiene una gran connotación laboral, más que educativa.
Magda Cejas Martínez, ya citada también,
indica que las competencias son un enfoque que pretende vincular el sector
educativo con el productivo (Cejas Martínez, 2002), lo que en buen
cristiano quiere decir subordinar las necesidades de aprendizaje-enseñanza a lo
que el patrón requiere.
Ahora bien, no quiero concluir este esfuerzo
sin dejar claro que todos y cada uno de los sistemas, enfoques, modelos y
políticas educativas que en el mundo han sido, han tenido claroscuros, altas y
bajas y luces y sombras. Pero al trabajar con seres humanos, que responden de
manera distinta a los estímulos, con seres humanos, muchas veces o la mayoría
de las veces, jóvenes, niños, inexpertos, que confían en el Maestro y que
quieren aprender, debe tenerse en cuenta a seres humanos como realidad, como
fin último de los afanes y no sólo como un mecanismo más de generación de
riqueza.
Pretender que los estudiantes comprendan el
enfoque de las competencias o cualquier otro, que entiendan la gramática o las
matemáticas cuando no han probado bocado, cuando están pensando en su realidad,
en la lacerante realidad de los niños y jóvenes mexicanos que para asistir a
clase, en broma, cruel, espantosa, pero al fin broma, ahora dicen que requieren
chalecos antibalas, equipo contra granadas y también, que recorren largas,
enormes y agotadoras jornadas para llegar a la escuela… así… ¿cómo han de
aprender nuestros niños?
De igual manera, que el menor o más aún, el
joven estudiante de educación media o media superior, que acude a la escuela o
centro de enseñanza sin haber ingerido alimento alguno, que no sabe cuándo lo
hará, si es que lo logra, no puede estar atento a lo que el Maestro dice. Su
mente divaga en un plato de comida incierto, en un alimento que no puede
disfrutar, en una ingesta que no habrá de darse.
Así, ¿Qué ilusión por aprender puede existir
en el joven que ha visto a sus padres batallar toda una vida con un esfuerzo
decente, con una vida honrada que no les ha permitido ganancia alguna y por
otra parte, toman conciencia que cualquier idiota con mala dicción pero que se
encuera en la televisión se vuelve famoso y rico?
¿Para qué estudiar?
La respuesta se encuentra en la realidad de
nuestro país y de muchos de la América que quiere crecer, que quiere despegar
pero que la atan al suelo lastres de antaño, penas que no la dejan ser y
memorias que siguen, cuando ya deberían haber sido olvidadas.
Esa es la función que corresponde ahora a
los líderes, a los mentores, a los guías de nuestra patria, a los políticos,
funcionarios y empleados: crear las circunstancias mediante las leyes, acciones
y discursos necesarios para salir adelante.
Vale la pena.