. Desde hacía tiempo venía contando que estaba
preparando una novela, y nos transmitía sus temores en un género que no era al
que estaba acostumbrado. Como es un hombre tenaz, el año pasado se publicó esa
primera novela que muchos esperábamos: “El deseo de Erika” (Fussión
Editorial. 2018).
Hay que decir, que sale bastante
bien parado del intento, y que cumple con suficiente solvencia uno de sus
objetivos, como es poner en el mundo de
la literatura el barrio donde lleva toda su vida residiendo, el Poblado
Dirigido de Orcasitas en Madrid. Recorre con bastante maestría sus calles y
plazas, y sobre todo retrata como nadie el ambiente de un barrio de la
periferia madrileña, de esos que hace años se llamaban obreros.
“El deseo de Erika” es una
búsqueda de la identidad propia en un mundo cada vez más plano, donde todo está
cortado por el mismo patrón. Esa búsqueda por ser uno mismo, está contada en
primera persona por un personaje, que precisamente diluye toda su identidad en
el amor por Erika, en el deseo que este le provoca, no solo sexual, también
emocional. Y es aquí donde reside uno de los grandes aciertos de la novela: el
contrapunto que existe entre Roberto absolutamente entregado a la relación y Erika, enamorada de Roberto pero abierta a
encontrar en nuevas experiencias, sobre
todo sexuales, una identidad que no alcanza a hallar en el seno de su pareja.
José Luis Labad, es un hombre de
mundo y no ha querido dejar al margen de su narración temas tan candentes en la
actualidad como el paro, la violencia de género, la soledad, el amor, el deseo
sexual, los celos, la desorientación espiritual y la capacidad de
autodestrucción personal que tenemos los humanos.
Para finalizar, advertir que “El
deseo de Erika” tiene varias lecturas, todas ellas interesantes, pero la
magia de esta novela está en no quedarse varado en alguna de ellas, sino
navegar entre todas, para disfrutar plenamente de sus páginas