. A más violencia etarra
más desprecio social, incluso en el País Vasco. A todos nos ha quedado claro
que el Gobierno no debe desbloquear nada, ni siquiera iniciar otra vez actuaciones
de las que deba arrepentirse después, como en la legislatura anterior; es más,
debería devolver la autorización para negociar con ETA al Parlamento. No hay
nada que tratar con la banda, excepto la rendición y la entrega de las armas,
así como el íntegro cumplimiento de las penas. Con asesinos y extorsionadores
no se pacta ni se negocia ni se acuerda. Dialogar, sí, y mucho, pero para fijar
día, hora y lugar para la entrega de las armas, pedir perdón a la sociedad e
indemnizar a las víctimas del terrorismo.
La situación de los presos es la que es. Nada va a variar ni vamos a
consentir que varíe. Los presos son innegociables, como innegociable es la
rendición del Estado de Derecho. Hay que hablar claro de una vez: la banda y su
entorno no quiere tener cerca a los presos, ya que son una rémora para el
futuro de su proyecto. Digamos que son terroristas “burn out”. No es ético eso de que no debe haber vencedores ni
vencidos; siempre debe haber una parte y otra. No hay más que recordar lo que
decía Shakespeare respecto a que “si dos cabalgan un caballo, uno debe ir
detrás del otro”.
Cada vez estamos más convencidos que es urgente
una nueva Ley Penitenciaria que plantee una nueva forma de dispersión para los
presos de la banda. ETA seguirá acorralada, se ponga como se ponga el
incoherente y perverso Rodríguez Zapatero. España no se merece un Gobierno que intente “nadar entre dos aguas” y cuya lealtad se
ha puesto en duda en estos últimos años.
“Por
la boca muere el pez” y eso es lo que Rodríguez Zapatero está pagando: “Se muestra nervioso y atenazado, sabe que
varios de sus ministros le han vendido en varias ocasiones y está con las
posaderas al aire”, comentaba hace unos días uno de sus allegados. Hasta
los suyos han dejado de creer en él. Publio Siro decía que “nadie sabe de lo que es capaz hasta que lo intenta”.
No podemos entender que la propia Askatasuna lleve su hipocresía a
extremos inexplicables. Repiten entre bambalinas que el tema de los presos no
está entre sus prioridades, aunque en público difundan que son parte
prioritaria en la negociación y en la consecución de la paz. ¿Pero qué paz si
aquí no hay guerra? Es evidente que a las bases hay que contentarlas y tenerlas
de parte, mejor que en contra y en rebeldía.
Cada vez está más claro que la “Agenda” se puede cerrar tranquilamente. ¿Y ahora qué va a hacer el PNV sin
protagonismo? ¿Qué va a explicar el PSOE sobre los presuntos contactos que
llevó a cabo hace seis años? El protagonista en este momento es Chuchi Eguiguren:
ha comido la partida a su propio partido, se ha mofado de los ‘correveidíles’ del Partido Popular y
sigue fiel a Arnaldo Otegi y a sus encuentros y amistad en el caserío Txillarre.
El
dueño del caserío Txillarre, en Elgoibar, es Pello Rubio; un empresario muy
emprendedor en lo que se refiere a la agricultura biológica. En dicho caserío
se celebraron muchas de las reuniones que ha protagonizado el terrorismo vasco
con negociadores, caraduras y mercenarios del terrorismo. Y precisamente entre
esas reuniones y esa misma adjetivación se encuentran las reuniones entre el ex
portavoz de Batasuna, hoy presidiario, Arnaldo Otegi, y Jesús Eguiguren,
presidente del Partido socialista de Euskadi.
Estas
conversaciones entre el presidente del PSE y Otegi se iniciaron en 2002. Es sabido
que fueron anteriores a los contactos que el Gobierno de Rodríguez Zapatero
envió para negociar y tantear a ETA. Y además es sabido que las reuniones
tenían muchos partidarios en el ámbito de la ignorancia de la política europea,
así como fueron auspiciadas por la Fundación suiza Henry Dunant, y de la
declaración de tregua de ETA, el 23 de marzo de 2006, en la que la banda
anunciaba un "alto el fuego
permanente" mediante un comunicado remitido a la televisión pública
vasca (EITB). Tal “alto el fuego” se
demostró que era una tregua-trampa más, y donde quedaron atrapadas muchas
ilusiones gubernativas y buena parte de la deformación del voto socialista.
Sería muy duro para
la sociedad española que hubiera existido una maniobra conjunta entre la banda terrorista
y los tres miembros del PSOE que llevaron a cabo la negociación-juerga
(prostitutas incluidas); ni siquiera buena parte de sus bases lo aceptaría,
como no se aceptan hoy en el Partido socialista los desvaríos de Eguiguren y
sus continuas comilonas con chivatos del entorno abertzale e instigadores de la
violencia etarra.
No se puede caer en
los desatinos de los clanes y las mafias, porque el barco de la democracia
acabaría encallado. Hay que saber reaccionar y la mejor forma es utilizar los
instrumentos de los que dispone el Estado de Derecho.
En este momento hay
tres facciones de ETA diferentes y los “borrokas”
hace tiempo que están divididos, por culpa de mercenarios como Brian Currin e
inservibles apoyos a la banda cubiertos de carcoma, ridiculez, insensatez y
malas intenciones. ¿Alguien sabrá llevar hasta el final el “Divide et impera” y negociar la
rendición incondicional de la banda? A ello habrá que destinar todos los
esfuerzos. Para ello no nos sirve el ‘todoterreno’, Pérez Rubalcaba, y mucho
menos el ‘arenero’ Eguiguren. Pero ya verán como no falta algún ‘alvarito’ que
se pone mirando a Cuenca con tal de defender lo indefendible.
Jesús Salamanca
Alonso.- Analista político.