. En ese lugar mágico, las mañanas eran todavía bastante frías, pero las luminosas tardes invitaban a disfrutar de la quietud que las acompañaba.
Precisamente, esos eran los momentos que yo dedicaba a la lectura, normalmente algo corto, un cuento o un relato. A veces algún poema, por qué no. En ese viaje cargué la mochila con unos cuantos ejemplares de bolsillo, entre ellos, las Leyendas de Bécquer y una recomendación de mi único tío materno. «¿Has leído algo de Vicente Huidobro?», me preguntó él. Pero yo no había leído nada de él, así que me dejé aconsejar. «Es un poeta chileno, creacionista. Te lo recomiendo», añadió y yo acepté el consejo y sumé a mi ya abultada bolsa de libros (por aquel entonces todavía no existían, o al menos yo no conocía, los libros digitales) una antología poética del autor.
Cuando comencé a desgranarlo, el resultado fue un atardecer absolutamente delicioso, acompañada por los versos de este poeta nacido en Santiago de Chile el 10 de enero de 1893, en el seno de una familia acomodada, y padre del «Creacionismo» hispanoamericano, primer movimiento de vanguardia que apareció en América Latina.Influenciado por los grandes poetas de finales del siglo XIX y principios del XX, en 1916 Huidobro, ya con un importante bagaje poético, emprende un viaje literario que le llevará, durante años, a ciudades como Buenos Aires, donde escribe el poemario El espejo de agua, de estética puramente creacionista, a París o a Madrid, entre otras, y en las que bebe de las vanguardias europeas y las extiende allá donde va.En su época parisina, Vicente Huidobro juega con la posibilidad de traducción de la poesía, que deja de ser un imposible para pasar a hacerse habitual. Por ello, hallamos poemarios como Horizon carré (1917) y Tour Eiffel (1918), concebidos y escritos en francés.Desde París se trasladó a Madrid, llevando con él innovaciones vanguardistas, tanto creacionistas como cubistas, que se transformarían en obras como Poemas árticos y Ecuatorial.Pero su obra más importante no vería la luz hasta 1931. Altazores es sin duda su obra maestra, un poemario puramente creacionista que justifica la concepción de esta vanguardia por el poeta, quien define como ha de ser un poema creacionista de este modo: «El poema creacionista se compone de imágenes creadas, de conceptos creados; no escatima ningún elemento de la poesía tradicional, salvo que en él dichos elementos son íntegramente inventados, sin preocuparse en absoluto de la realidad ni de la veracidad anteriores al acto de realización».Y Altazor cumple todos los requisitos ideados por Huidobro. Dividido en siete cantos, precedidos por un «Prefacio» en prosa, esta obra pretende romper con el significado de las palabras, prevaleciendo el uso de la sintaxis sobre aquel, para llegar a un lenguaje totalmente inventado, un lenguaje abstracto en sus últimos versos. Una parte de la crítica ha interpretado esta obra como un símil de la Creación del Génesis bíblico. Siete cantos, como siete días de creación, durante los cuales se aprecia esa evolución del lenguaje hasta quedar desprovisto de significado.He aquí un fragmento del último de los cantos, el Canto VII, en el que esa ausencia de significado llega a su máxima expresión: Montresol y mandotrina Ai ai Montesur en lasurido Montesol Lusponsedo solinario Aururaro ulisamento lalilá Ylarca murllonía Hormajauma marijauda Mitradente La elaboración de Altazor, cuyos inicios los hallamos en 1919 y hasta su publicación en 1931, coincide con el periodo de mayor esplendor de las vanguardias, a las que contribuyó de forma esencial el Creacionismo de Huidobro.Pero para nuestro post, he escogido un poema de una de sus obras anteriores, de las de sus inicios. Y lo he hecho porque este fue precisamente el primero de los de Huidobro que leí aquella tarde de abril en tierras extremeñas y que se convirtió en el perfecto «cebo» que me hizo picar el «anzuelo» de la obra de este magnífico poeta. Arte poética es la primera composición de El espejo de agua, poema corto en el que nuestro autor ya formula algunos de sus principios poéticos, como el poeta-Dios, el artista creador absoluto. Que el verso sea como una llave Que abra mil puertas. Una hoja cae; algo pasa volando; Cuanto miren los ojos creado sea, Y el alma del oyente quede temblando. Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra;El adjetivo, cuando no da vida, mata, Estamos en el ciclo de los nervios, El músculo cuelga,Como recuerdo, en los museos;Mas no por eso tenemos menos fuerza: El vigor verdaderoReside en la cabeza. Por qué cantáis la rosa ¡oh, Poetas! Hacedla florecer en el poema; Sólo para vosotrosViven todas las cosas bajo el Sol.