Título: El informe de Brodeck
Título: El informe de Brodeck
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Algunas peticiones nos contraen. Como si de repente todo el cuerpo se petrificara. Primero el torso, los brazos y enseguida la cara, los carrillos. Un reflejo inevitable que activa esa especie de coraza que nos ayuda a protegernos de nosotros mismos. Especialmente cuando se sabe de la imposibilidad de decir no. Y es que el riesgo está justamente ahí, en la negación, en manifestar el desacuerdo.Así que una vez formulada la demanda asentimos. Cuando se puede, nos permitimos exigir alguna condición o improvisar alguna excusa. También como un acto reflejo. Probablemente para no dejar tan al descubierto nuestra vulnerabilidad ante los opresores y, quizás también, para no tener que asumir sin más que de una u otra forma seguimos siendo esclavos de esa vulnerabilidad a la que solo el miedo sabe empoderar tan bien. Una realidad que se palpa en esta novela del escritor francés que con una narrativa sencilla pero sublime nos sumerge en ese bucle repetitivo en el que la historia de la humanidad parece empeñada en transitar.En cuanto Brodeck, protagonista de esta historia, entra a la fonda del pueblo se da cuenta de lo que ha ocurrido. El curso de los acontecimientos en el último tiempo le hacía prever este desenlace. Y a él, que conoce muy bien la idiosincrasia de su pueblo por haberla vivido en carne propia, solo le basta toparse con los ojos de todos aquellos hombres, para saber que Del Anderer–el otro, en alemán– ya no pertenece al mundo de los vivos.Sin embargo, el alivio de no tener las manos salpicadas por esa sangre que sí que tienen las de los presentes es boicoteado con rapidez. Su capacidad de escribir lo obliga a redactar un informe sobre lo sucedido. Uno que exima a cada habitante del pueblo de cualquier resquicio de culpa por la muerte de Der Anderer. Así se lo exigen y, muy a su pesar, así lo hace. Aunque lo intenta, no se puede negar.Coaccionado, Brodeck comienza escribiendo un informe sobre lo ocurrido. No participó en el suceso. Tampoco quería ese final para aquel hombre con el que en cierta forma se sentía identificado y del que nunca supieron ni su nombre; tan solo que era diferente, un foráneo. Los detonantes para que la memoria y la necesidad de sacar afuera todo lo callado terminen transformando el informe en una confesión.No se sabe dónde y cuándo se desarrolla esta historia con exactitud. Las revelaciones del protagonista nos acercan a los años posteriores a la Segunda Guerra mundial en el centro de una Europa llena de heridas. Philippe Claudel decide designarles otros nombres a esos paisajes, testigos de contrariedades y barbaries. Un recurso que denota que más allá de los escenarios y las fechas, el protagonismo siempre lo siguen teniendo la complejidad y los claroscuros del ser humano.En definitiva, una lectura que engancha, que conmueve y que aunque no nos guste, nos delata. Motivo este último para cuestionarnos hasta cuándo.