Perú, históricamente, asienta
su precario crecimiento, en una risible política estractivista, exportando
materias primas ahora a nuevos mercados, como el chino, pero ¿Qué sucederá si
estos monstruos quebrasen?, peor todavía, que el demonio arruine nuestras
posesiones; indudablemente, vendría
abajo el ficticio crecimiento dependiente de 4%, porque olvidamos concebir una educación
científica para producir productos agregados y desafiar el porvenir.
Con el objetivo de
alejarnos de esta extraña paradoja, siendo la educación de calidad un derecho
humano, así como el derecho a una vida sana, divaguemos un desarrollo sostenido
en países rezagados como el nuestro, provocando una educación revolucionaria,
implicando orgánicamente a la sociedad bajo el liderazgo de los mentores,
llamados ingenieros sociales.
Para ello la articulación
simultánea denominada sinergia, surgida como paradigma estimulante de cambio,
impulsa un compromiso activo al estado, la comunidad científica, el
empresariado, los ingenieros sociales, la
familia y la sociedad; fusionando actitudes, experiencia y conocimiento
para promover el talento humano en nombre del desarrollo.
En esta línea, es
imprescindible empoderar mentalmente a los involucrados del proceso educativo,
a través de una praxis ética y ciudadanía global para una cultura de paz,
conquistando una vida plena y equitativa, consolidando un horizonte de
oportunidades para todos y todas, cultivando las pautas de Kasuga “bien ser,
bien hacer y bien vivir”.
Este proceso
revolucionario, centra como núcleo neurálgico a la docencia subversiva o ingenieros
sociales insatisfechos, abocados a empoderarse los novedosos recursos
pedagógicos, situando constantemente en tela de juicio crítico todas las
innovaciones, la acción personal y profesional en torno a una realidad altamente
cambiante y desafiante.
Durante esta inhumana
competitividad, ¿Acaso cabe reflexionar, aprender o morir? Al respecto Peter
Senge, nos alerta a aprender genuina y
continuamente desde del pensamiento sistémico y complejo, si deseamos sobrevivir;
centrándonos en nuestro único capital humano en estos tiempos de globalización,
nuestra capacidad de aprender y desaprender rápidamente ante cambios constantes
de paradigmas que aún no la entendemos.
Estos paradigmas y
arquetipos están evolucionando infatigablemente, empujándonos a discusiones
objetivas, poniendo la razón sobre los subjetivismos; donde la educación juega
un rol preponderante, incitando a los operadores de este campo, generar una
obsesión por la educación de calidad a nivel planetario, coincidiendo con
Andrés Openheimer.
Atendiendo este menaje, la
comunidad europea, un continente multilingüe y pluricultural con muchas
naciones e históricas guerras pasadas, ha logrado instituir la educación
superior europeo, movilizando a estudiantes y profesores que Latinoamérica y
Perú, aún no ha logrado imitar y superar este sistema que, favorece el
desarrollo sostenido y equitativo.
Ante el contexto de la
galopante mundialización que todo lo empequeñece, las políticas educativas
están obligadas a ser pauteada por expertos pedagogos muldisciplinarios, impulsando una educación científica que
podría acercarnos a lograr un avance significativo, en el incierto cosmos del
porvenir signado por la incertidumbre.
En este travesía
científica y excitante, es ineludible priorizar una investigación
propositva desde el sistema educativo
longitudinal, apostando investigaciones experimentales con el objetivo de
solucionar problemas, crear objetos tecnológicos y generar patentes desde un
conocimiento epistemológico alejado de lo doxático que aún es común en nuestra
educación.
Convergiendo todos en la
praxis de una educación inclusiva que vaya de la mano con la agenda del Desarrollo Sostenible al 2030 de la ONU, el ingeniero social como
motor de desarrollo, carga sobre sus hombros pedagógicos, la enorme
responsabilidad ética de liderar subversivamente una educación sin límites en
espacios como la internet, su formidable aliado aún no explotado en toda su
dimensión.
A lo sustentado,
probablemente los especialistas y expertos burócratas peruanos, pierna en alto
podrán rebatir esta hipótesis en contubernio con la masa de docentes
repetidores de dogmas del sistema educativo que, aplican recetas pedagógicas
momificando a la comunidad estudiantil, quienes viven engañados por calificaciones
que, en la vida real no significa gran cosa, como prueban los grandes creadores
del planeta.
Blandiendo con intrepidez
la religión de la pedagogía revolucionaría, invitamos a los expertos, plantear
políticas educativa, generando obsesión por una educación científica humanista,
produciendo nuevos conocimientos de exportación, ungiendo un patrimonio ético
bajo una cultura de paz, liderados por ingenieros sociales, abocados a la
construcción de nuevas paradigmas sociales, movilizando a la sociedad activa,
como actores del campo de batalla de esta transformación educativa, asentadas
en mano de cada uno de nosotros.