Hasta la fecha, la Concertación ha sido incapaz de capitalizar políticamente el mal momento que vive el Gobierno. Tampoco ha sido inmune a la prolongación por más de cuatro meses del conflicto estudiantil y de la aguda crisis de legitimidad y representatividad que afecta al mundo político. Esto, a pesar de sus reiterados intentos de subirse al carro de las más diversas demandas sociales, como por ejemplo el fallido paro nacional de la CUT en agosto pasado, o condicionando la aprobación del Presupuesto 2012 a la reanudación del diálogo con el movimiento político estudiantil. A lo que se suma una serie de “desaires” en contra de la figura presidencial y el país, que van desde increpar al mandatario en el discurso del 21 de mayo, pasando por dejarlo plantado en La Moneda por el tema educacional o sencillamente restándose del Te Deum 2011, un acto no de gobierno, sino del país.