“El mal puede
entrarnos por muchas partes del cuerpo, pero la virtud, solo entra por los
oídos”; Plutarco de Queronea.
A
juzgar por los acontecimientos recientes en la ciudad de Durango entorno a la
seguridad pública, me parece propicio el momento para analizar varios números
que tienen que ver con las exigencias de la sociedad, el papel de los medios de
comunicación y la respuesta de la autoridad a tan múltiples frentes.
Saber
escuchar debe ser una virtud del gobierno. La población enfrenta múltiples
problemas que, si bien, no todo es o debe ser responsabilidad del gobierno, es
fundamental la forma en la que se acometen las respuestas a las diferentes
demandas ciudadanas. ¿Qué es lo que dice la gente y cómo se siente respecto a
los gobiernos de transición actuales?
Resultados
de una encuesta realizada entre 25 – 30 de enero pasado por GD Innovaciones,
destacan tres principales problemas: Inseguridad
Pública (énfasis en el narcomenudeo, puntos de venta, drogas, robo,
asalto y extorsión); en segundo lugar, Corrupción;
y en tercer lugar, Desempleo.
De
esta situación, se desprende algo no poco menos importante: poco más de la
mitad o 52.2% de los ciudadanos de la capital, se declara Poco y Nada Satisfecho como van las cosas en Durango.
Evidentemente
que no es sencillo gobernar una ciudad, un municipio, un país. No obstante, lo
que desnudó el actuar del gobierno y la “declaracionitis” de diversos
funcionarios (del municipio y del estado) entorno a los acontecimientos de
seguridad pública, refleja no solamente una desarticulación total de los
canales de información internos del gobierno; también, y esto es lo más grave,
una indolencia brutal. Es clarísimo que no contamos con la colaboración del
Estado y el Municipio en términos de civilidad política (nos queda clarísimo),
pero es muy grave y lamentable que en términos de coordinar esfuerzos en
materia de políticas conjuntas sea la constante. En materia de seguridad,
insisto, es muy grave. Estamos vulnerables como sociedad.
Por
otro lado, tratar de desviar la atención como una política de comunicación
social, presionando a los medios de comunicación para que moderen el nivel de
espacios y crítica hacia los funcionarios de uno u otro gobierno, me parece una
forma de evidenciarse doblemente en su quehacer gubernamental. Benditas redes
sociales, diría el clásico. Agregaría una variante: escuchen a la gente, no a
los comunicadores.
No
es gratuito que, por lo menos, en términos de inseguridad pública, las
corporaciones locales sean las de menor confianza de los ciudadanos. Una
encuesta levantada por GD Innovaciones en el Municipio de Durango, entre 18 y
22 de enero pasado, refleja que, mientras la Marina y el Ejército se mantienen
con 90-95% de confianza o muy efectivos; en contraste, en promedio 80%
considera poco y nada efectivo el actuar de las corporaciones de seguridad
locales. De ahí lo estéril –ingénuo- de la opinión contra la Guardia Nacional
de varias de nuestras autoridades locales.