¿Cómo es
posible que un gobierno socialista por un espacio de dos décadas en el poder,
haya basado su economía en el petróleo cerrando la mirada a los avances
tecnológicos?, ¿Acaso el pueblo venezolano está en cuidados intensivos y aletargado
por el petróleo aguarda algún milagro mesiánico?, ¿Se habrán dormido los visionarios
expertos gerentes llaneros envuelto en sus erarios naturales?, ¿Qué hay de los
profesionales competentes?, ¿Escuchamos las voces del pueblo repudiando la
anacrónica política extractivista?.
Ante estas incógnitas, Venezuela bate tristemente el record mundial camino a la
desdicha, pues según el FMI coincidiendo con el Índice de Bloomberg 2018,
es la economía que menos crece en el planeta y ostenta insólitamente una
hiperinflación descomunal e histórica, configurándose que este despojado país ha
caído en manos de una pandilla de ineptos burócratas con Maduro a la
cabeza y ocultos bajo un ropaje del discurso paternalista, prostituyen el
socialismo, culpando su desgracia burdamente a los capitalistas como EEUU, lejos de
reconocer su mediocridad sobre una piedra picuda.
Elevaron su gasto público para soportar una masiva burocratización de empleados
innecesarios, así como las Misiones bolivarianas para la educación,
alimentación y salud que, suenan muy interesantes para el progreso, siempre y
cuando esa inversión retorne y desarrolle al país, sin embargo, fueron gastos a
manos llenas para engatusar al pueblo como coinciden los expertos, haciendo esta situación insostenible
a largo plazo que fatalmente ya lo están pagando con creces.
Echaron abajo la institucionalidad y la democracia, ensañándose con aquellos
quienes no piensan como ellos, en confabulación con la milicia y un poder
judicial corrupto como en todas partes, apresaron líderes opositores, entre
ellos Leopoldo López, Antonio Ledesma entre otros, acusándolo de conspiración
contra Maduro, abusando de su poder, niegan convocar elecciones generales ante
un agrandado Guaydó.
Para vergüenza del siglo XXI, expropiaron los bienes privados en nombre de una trasnochada
revolución, sin planes tangibles a futuro, haciéndose dueño de muchas empresas,
convirtiéndolo bajo el gobierno del estado, naturalmente con una extrema
incapacidad gerencial, secundada por una fuerza armada arrodillada y corrupta
como sostiene Uriel Ortiz Soto.
El éxodo masivo, según el reconocido periodista de El Nuevo Herald, Oppenheimer
comparte al escuchar el vaticinio del secretario de la OEA, Almagro, de
continuar esta crisis “Pueden llegar a haber hasta diez millones de venezolanos
que tengan que abandonar el país en los próximos cuatro años”, pasándonos una
enorme factura continental que como sudamericanos haremos frente los próximos
años, cobijándolos bajo nuestra morada.
Cegados ante el futuro, sus relaciones con las instituciones internacionales
son cada vez más desastrosas, como su problema con la OEA, la ONU, el BM, el
FMI y la UE entre otras organizaciones, debilitando su presencia a nivel
planetario y limitando el avance de los ciudadanos que, lejos de insertarse en
el desarrollo global, son expectorados por el sistema.
Hicieron de Venezuela uno de los países más endeudados del mundo, con un
elevado desempleo y humillaron al libertador Bolívar con una cósmica
devaluación de la moneda que lleva su apellido, en medio de un
desabastecimiento de alimentos, medicinas, control de divisas, inseguridad
nacional, instituyendo una crisis social, política, económica y moral,
encabezado por un mediocre dictador que, invita desencadenar una guerra interna
como corolario de este espurio régimen de la universal ignorancia.
Temiendo lo execrable, insinúo una condenan social y mundial, alegando que los
tiranos gobiernan en contra de los ciudadanos como en los tiempos de la
colonia, poniendo en sobresalto la elevada y espantosa mediocridad
gerencial de Maduro, como sostienen los expertos, quién jamás debió gobernar, rodeado
de esbirros, ladrones, eunucos militares y políticos corruptos; que en nombre
de un trasnochado socialismo, han hipotecado el futuro de sus ciudadanos,
llevando a la bancarrota al país “más rico” de Sudamérica. Situación esgrimida
como referente y lección para aprender de este infortunio y evitar sátrapas,
dogmas o recetas en los países en desarrollo como el nuestro.