Desde
hace muchos años la rutina de todos los días define nuestras vidas. Solo nos
enfocamos en lo que nos importa y eso es todo. Es natural y normal que así
suceda ya que cada persona tiene sus prioridades. Nos construimos y nos
encontramos en torno a burbujas de percepción particulares. Cada persona posee
su propia política y modo de vida. Algunos son más libres que otros por la situación
en la que se encuentre. Por ejemplo: un millonario puede viajar y gastar cuanto
se le ocurra porque posee el dinero y los contactos necesarios para poder
hacerlo; pero una persona trabajadora como un vendedor en un local no puede
hacer eso ya que sus recursos económicos y sociales son más limitados
seguramente. La clase trabajadora es la más limitada de todas, y un gran
porcentaje se ocupa no de vivir sino solo de de sobrevivir basándonos en una
idiosincrasia de “llegar con lo justo a fin de mes”. Siendo así, mientras nos
ocupamos de sobrevivir a duras penas,
¿sabemos qué es lo que realmente está pasando a nuestro alrededor? ¿O somos tan
solo un burro persiguiendo una zanahoria? ¿O tal vez seamos caballos de carga
que nos enceguecen los costados para que no nos alteremos y miremos solo
adelante ignorando nuestro entorno? El individualismo crece y crece día a día,
y una de las razones por las cuales eso pasa es porque no tenemos la suficiente
y verdadera información que necesitamos para saber qué es lo requerimos para
salir adelante. Al mismo tiempo, confiamos en datos falsos sin un criterio
previo y nos perdemos de saber cuál es la realidad que está aconteciendo. De
igual manera, ignoramos todo lo que no tenga que ver con nuestra vida y
pensamos que la vida del resto es mucho mejor que la que llevamos día a día.
¿Por qué pasa esto? Una de las razones más sencillas puede ser la clave, ya que
fue previamente mencionada más arriba: información. Para todo necesitamos información.
El ser humano como ser racional vivo que resulta también necesita investigar y
recibir información para saber desenvolverse mejor y así poder llevar una buena
vida libre de toda injuria y peligro.
No podemos dejar de pensar en lo que
nos pasa y en cómo solucionar nuestros problemas, es cierto, y es algo que no
se espera que deje de pasar porque sería muy extraño que suceda. Pero, ¿si en
vez de hacer tantas cuentas económicas y cálculos mentales con respecto al
tiempo, es decir, si en vez de tanto sumar y restar se cambia actitud y uno se
empieza a informar sobre lo que realmente está pasando en su país? Una vez
hecho eso, ¿qué tal si se ocupa de saber qué está pasando en el resto del mundo
para saber cómo anda y qué sufre el semejante? Es cierto también que informarse
sobre lo que ocurre en otras partes del mundo no nos sirva de mucho
inmediatamente, pero sí puede servir para lograr otras aceptaciones tales como:
ser más agradecido por lo que se tiene, motivarse a alcanzar a aquello que
tanto se desea, tomar la iniciativa de formar parte de un organismo
internacional que día a día lucha contra los males que sufren las personas
adultas y los niños, investigar un determinado hecho para esclarecerlo, poder
viajar, empezar a estudiar, cambiar de trabajo, conocer gente nueva, etc.
La información está mayormente a
nuestro alcance y eso es innegable. El problema radica en saber cómo usar esa información
por tanta abundancia que existe. Yendo más lejos ¿quién sabe qué es lo que ha
acontecido realmente en un país en las restantes 24 hs? Seguramente no muchas
personas ya que el saberlo o no saberlo no afecta a sus vidas; pero hay otras
personas para las cuales informarse día a día es un proceso absolutamente
necesario que no puede pasar desapercibido, como ser: economistas, políticos,
empresarios, diplomáticos, etc. Existe gente a quienes la información les salva
la vida ya que dependen de ella y la usan día a día. Pero, también está la otra
contra parte de esto: ¿qué pasa con aquellas personas que no tienen acceso a la
información? La respuesta a este interrogante es amplia y se intentará
responder en los párrafos siguientes.
Hay que entender que mientras no nos
informemos no sabremos qué es lo que realmente está pasando en el resto del
mundo y con las demás personas semejantes. Una vez que empecemos a informarnos,
¿cómo continuamos este trabajo? La información es de vital importancia y debe
ser brindada por aquellas personas y medios encargados, especializados y
trabajantes que se encargan de ello. Esa parte ya existe. Pero, si se nos niega la información o
dejamos de informarnos de repente, ¿el gran titán Atlas dejará de existir? Para
entender mejor de lo que se está hablando será mejor hacer un punto aparte y
explicar quién fue este personaje de la mitología griega.
Atlas fue en algún momento un titán de
menor categoría quien se unió a la resistencia y lucha del resto de los titanes
contra sus hijos, es decir, los futuros dioses. Como el resto de los titanes,
Atlas fue derrotado y recibió un castigo por parte de Zeus: su condena se
basaba en sostener al planeta Tierra y mantenerlo en su eje, separando el plano
terrenal del divino, con la tarea de hacerlo girar eternamente. Cabe aclarar
que, muchos ya pensarán, es cierto que de aquí proviene el común nombre Atlas utilizado para los mapas y el
planeta en sí mismo. Nuevamente aquí la
antigua mitología griega nos demuestra un caso más de los tantos buenos
ejemplos que construyen la vida y el pensamiento humano que han sido (y siguen
siendo) objetos de estudio en distintas ramas del saber tales como la
psicología, política, medicina, etc.
Teniendo presente la explicación
anterior ahora se entenderá mejor todo lo que al principio se dijo. Nuestro
globo aun gira sobre su eje. Los acontecimientos no dejan de suceder por más
que queramos evitarlos. El cambio viene con la acción. Pero para llevar a cabo
una acción es necesario contar con previa información. Eso es todo lo que
necesitamos día a día: información.
Por eso destaco que el gran titán Atlas
aún vive: porque nuestro mundo sigue girando, y eso quiere decir que el tiempo
avanza y los hechos todavía suceden por más que no los veamos a la vuelta de la
esquina o no nos informemos al respecto sobre lo que pasa. La información no
siempre estará presente a nuestro gusto, es cierto, pero mientras tengamos la
opción de elegirla (de la forma más convincente posible frente nuestros gustos
particulares) y la libertad de poder acceder a ella (de la mejor forma posible),
no debemos desaprovecharla ni mucho menos decir que ésta está ausente.
El derecho a la información es
innegable. La diferencia está entre quienes lo aprovechan y quiénes no. Claro
que importa si estamos informados o no, pero hay que tener presentes que el
mundo no dejará de girar ni los hechos que acontecen dejarán de acontecer solo
porque hemos dejado de informarnos. Hay que informarse día a día sobre lo que
está pasando para no ignorar qué es lo que otras personas sufren y cómo
podremos desenvolvernos nosotros en los retos que se nos presentan semana tras
semana.
Para finalizar recordaré que es
importante saber que en cada uno de nosotros radica la decisión de estar bien
informado y de poder bien informar al resto para que avancen y mejoren sus
vidas.