. Las estructuras de acero, vidrio u hormigón caracterizaron
la arquitectura después de la Revolución Industrial. El usar nuevos materiales
con nuevos procedimientos generó texturas y apariencias diferentes. El
continente europeo desde los últimos años del siglo XIX cambió el uso de las bases
de concreto o cemento por las bases metálicas del acero y el hierro.
Una de las construcciones de
acero más importantes de Europa es el Museo de Confluences en la ciudad de Lyon
al sur de Francia. Sus medidas son imponentes: cuarenta y un metros de alto y
ciento noventa metros de largo lo hacen protagonista del espacio. A lo lejos
parece una nave espacial con combinaciones de acero y vidrio.
En cuanto a sus detalles técnicos
las estructuras de acero que la
componen se soportan entre ellas. Vigas, perfiles, tubos y láminas se combinan
en armonía. Más de seis mil seiscientas toneladas dan vida a este museo que
enseña como el acero es un material que permite a los arquitectos dejar volar
su imaginación.
Además de esta maravillosa obra
las naciones europeas y asiáticas han sembrado en campos, costos y montañas
maravillosas. Estructuras como el edificio Selfridges que está ubicado en el
Reino Unido y combina la sencillez del acero con la crudeza del hormigón de la
fachada. Las viviendas sociales de Belleville son otra muestra del uso en
Francia del acero para resolver de forma práctica viviendas de líneas
sencillas.
Entre las estructuras de acero usadas para los servicios públicos destaca el
Hospital Infanta Luisa ubicado en Sevilla, España. La arquitectura europea ha
promovido en las últimas décadas el uso de acero para las fachadas ya que no se
oxida, es de fácil manipulación escultórica y puede tomar diferentes aspectos,
mates, rústicos o brillantes.