Todo empezó en Belén. Una reflexión

Son muchos los sentimientos que despiertan las fechas de fin de año. Ajetreo, algo de frustración por los objetivos y tareas inconclusas, los sueños defraudados. Nostalgia por los buenos momentos dejados atrás. Tristeza, por los que han muerto y ya no están físicamente entre nosotros. Pero sobre todo, esperanza por un año mejor. Por relamido que resulte, no hay que perder la esperanza nunca. Todo tiene solución salvo la muerte. Y ésta, la verdad, no es una fatalidad sino el camino para el encuentro con el Señor de la vida.

 

. Ajetreo, algo de frustración por los objetivos y tareas inconclusas, los sueños defraudados. Nostalgia por los buenos momentos dejados atrás. Tristeza, por los que han muerto y ya no están físicamente entre nosotros. Pero sobre todo, esperanza por un año mejor. Por relamido que resulte, no hay que perder la esperanza nunca. Todo tiene solución salvo la muerte. Y ésta, la verdad, no es una fatalidad sino el camino para el encuentro con el Señor de la vida.
Navidad es alegría y gozo. Recordémoslo ahora: ¡No hay Navidad sin Jesús! Él es el sentido único de esta maravillosa fiesta. Incluso, para los no creyentes es oportunidad de renovarse en valores comunes que brotan del pesebre de Belén. Es cierto que los cristianos adoramos en él al hijo de Dios, uno mismo con él. Un infinito y fascinante misterio. Pero del pesebre brotan al mismo tiempo valores como solidaridad, amor, respeto, humildad, sensibilidad ante los que más sufren. Todos ellos son sentimientos que se encuentran presentes en esta fiesta, para creyentes y no creyentes. Sin Jesús, no hay verdadera libertad ni fraternidad.

“Navidad significa acoger en la tierra las sorpresas del Cielo y celebrar a un Dios que revoluciona nuestras lógicas humanas”, dijo el Papa Francisco.

Por lo mismo, preparemos bien Nochebuena. Lo invito a hacer buenos regalos. Los chilenos nos regalamos poco. Y esta es una buena oportunidad para hacerlo. No es un asunto de precio, sino de cariño y aprecio por el otro. Participe de la misa del gallo, de Nochebuena, o el 25 en la mañana. Vivir estas fiestas en comunidad, en familia, en medio de una experiencia orante comunitaria, es una bendición. No se reste a ello. Cante la canción “Noche de paz”, con la comunidad o en familia. Es uno de los himnos más escuchados del mundo. A través de él, uno se siente en sintonía con buena parte de la humanidad. Y aproveche la rica variedad de villancicos chilenos que enriquecen esta fiesta.

“Éste será el signo: encontrarán a un niño envuelto en pañales y recostado en un pesebre” (Lc 1,12) nos dice el Evangelio de esta fiesta. Éste nos habla de las sorpresas y cambios de vida que trajo consigo aquella primera Navidad de la historia. “Cómo la llegada de Dios cambió de manera radical los planes de María y José. Y la sorpresa más grande llega en la noche de Navidad, cuando Dios aparece como un niño pequeño, reconocido solo por unos sencillos pastores”, nos dice el Papa.

Y esa sorpresa la podemos hacer parte de nuestra vida ¡Ponga un pesebre en su casa! si aún no lo ha hecho, hágalo ahora. En un lugar destacado, donde otros puedan verlo. Navidad es para compartir.

Invite a algún familiar que esté solo ¡Que nadie celebre Navidad solo! Pienso en los ancianos y enfermos. Que no haya ningún chileno ni migrante, especialmente niños, sin regalo.

Sea solidario. La Iglesia organiza las cajas de Navidad todos los años. Jesús se regala a toda la humanidad por lo que regalamos y compartimos con él. Por último, buen lector, rece por la paz, la unidad; por un Chile más justo y fraterno ¡Feliz Navidad y bendecido año 2019!

 

P.Hugo Tagle

Sacerdote y columnista

Twitter: @hugotagle

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