Andrés Manuel López Obrador es ya
Presidente de México, y se encuentra al frente de un País devastado por décadas
de pésimas administraciones.
Tiene frente a si problemas
ingentes que atender con precisión, rapidez y prudencia, para lograr que el
embrujo por la caída del peñato se diluya ante las carencias y la falta de
recursos económicos para atenderlos: jerarquizar y priorizar, para aplicar las
medidas remediales de Keynes y evitar que nuestra economía colapse, no por sus errores,
porque el apenas empieza a gobernar, sino por el desastre de los anteriores.
Lo anterior resulta imperativo y
urgente, pero solo es un remedio temporal en medio de la transición de la
sociedad posmoderna a la Sociedad del Conocimiento que ya ocupa la mayor parte
de la energía social y política en las naciones más avanzadas. Y aquí es donde
la audacia e intuición de López Obrador serán exigidas al máximo.
Ser Patriota no solo es rendir
culto a nuestros símbolos y tradiciones nacionales, o preservar nuestros
valores culturales, lo cual es muy bueno, sin lugar a dudas, sino liderar a
todos hacia el futuro, porque nadie puede vivir en el pasado o de sus recuerdos.
Cada día somos más y hay que hacer lo que nos toca para extraer el mayor
beneficio posible del “Cuerno de la Abundancia” que Dios nos regaló.
Estamos todavía en la zona gris
de transición de la era posmoderna a la Sociedad del Conocimiento, bien agarrados
de esa locomotora que son los Estados Unidos, liderada por Donald J. Trump,
pero seguimos siendo una Nación maquiladora que vive de ofrecer mano de obra casi
regalada a quienes quieran venir a invertir en México, y eso cada día resulta menos
atractivo, la robótica está haciendo estragos en la mano de obra humana en la producción
industrial.
Crear, como lo hizo Israel los
espacios y recursos necesarios para que el talento a raudales que tenemos en
las Universidades Públicas y Privadas, se desarrolle y florezca sin el freno inútil
de los clanes de poder y plagas burocráticas, clientelistas, endogámicas y
egocéntricas, tan dedicadas al culto de la personalidad, el ocio inútil y la
investigación para sumar puntos y beneficios económicos personales que tienen
colonizados los espacios de investigación, para dar paso a la creación de “Sart
Ups”, y el registro de patentes sin tanto trámite y escollos es indispensable.
Una gran parte de ese capital que
el Presidente López Obrador planea dedicar al desarrollo de la investigación e innovación
educativa debería destinarse de lleno a desarrollar una “Ciudad del
Conocimiento”, en donde se convoque a los más exitosos egresados de las
universidades, para que en forma colectiva y multidisciplinaria, desarrollen
proyectos con capitales a fondo perdido, “Yozma” para innovar y crear proyectos
redituables.
Es triste ver que nuestro mayor Capital
Intelectual es cooptado por otros países para que enriquezcan sus economías, mientras
que aquí a nuestros mejores hombres y mujeres, los santones que regentean la investigación
les cierran las puertas para ellos seguir apoltronados en su “zona de confort”
viviendo de la puntitis y para la “investigación” destinada a su lustre
personal.
Veo una gran disposición para
lograr este propósito en Esteban Moctezuma Barragán y en muchas Universidades,
mientras que en María Elena Álvarez-Buylla Roces, advierto claroscuros que van
desde lo innovador a las inclinaciones clientelares y la preservación del Statu
quo.
El futuro no está hecho, tenemos
que inventárnoslo, o aceptar que otros nos impongan el que a ellos les convenga.