Reconociendo que un elemento central en la gestión
contemporánea de las organizaciones dice relación con la necesidad de recoger
las tendencias de cambio veloz y permanente, tomando un par de ideas
relacionadas a la teoría de la complejidad, quisiera plantear en esta
oportunidad un aporte relacionado a la necesidad de un nuevo paradigma.
Al respecto, Edgar Morin, en una suerte de crítica al
antiguo paradigma taylorista, plantea que
“en la empresa, el vicio de la concepción tayloriana del trabajo fue el de
considerar al hombre únicamente como una máquina física”. De manera
complementaria, señala que “la evolución
del trabajo ilustra el pasaje de la unidimensionalidad a la multidimensionalidad”.
En efecto, en su idea nos revela la necesidad, por tanto, de intentar un nuevo paradigma,
momento en el cual, creo, nos encontramos precisamente en un momento crucial de
tránsito.
Más aun, siguiendo al mismo autor, se señala el concepto
de “solidaridades
vívidas” como un nuevo ingrediente de síntesis respecto de la
incorporación de la complejidad en el nuevo paradigma organizacional. En este
sentido, se resalta la ambigüedad de lucha, de resistencia, de colaboración, de
antagonismo y de complementariedad necesaria para la complejidad organizacional
y por ello las redes informales, las resistencias a la colaboración, las
autonomías y hasta los desórdenes, son ingredientes necesarios a la vitalidad
de las empresas.
Dado lo anterior, se nos revela la necesidad de abrir la
caja negra de la gestión organizacional hacia los actores del entorno, de modo
que le impriman esos nuevos ingredientes de vitalidad a la empresa. Escuchar e
interlocutar en mayor medida con el entorno, implica abrir un espacio de aprendizaje
compartido con nuevos actores, los que necesariamente se involucrarán con
nuestras operaciones, antaño desconocidas para ellos y desarrollarán a la
postre una visión crítica respecto de la gestión. Con todo, se recogen así
nuevos elementos en la empresa que aprende, modernizando su gestión y
haciéndola acorde a las demandas del entorno y mucho más cercana a nuevos
actores sociales.
Esta necesidad de un nuevo paradigma impone un desafío no
menor en términos de incrementar la capacidad de lectura de los cambios y
requerimientos del entorno respecto de las empresas y el rol que juegan en el
desarrollo social de donde se insertan, lo que supera una mera visión tecno
productiva y económica.
En este sentido, se aprecia que los ámbitos de
conversación entre el segmento empresarial y el conjunto de actores diversos
que compone el entorno se ha ido ampliando, desde un ámbito de influencia muy
circunscrito a los aspectos productivos y de empleo para pasar a aspectos de
índole más sistémica (como la educación, la salud, el medio ambiente, el
desarrollo comunitario) y que en general, exponen a las empresas a la
influencia de distintas presiones, derivadas por cierto de las expectativas de
los actores sociales que circulan en torno a ellas.
En este plano, por lo tanto, es preciso que las empresas
abran su ámbito de acción desde lo estrictamente económico y productivo, hacia
espacios de articulación público – privada que incrementen la capacidad de
lectura y negociación empresarial con el entorno, en un contexto de aprendizaje
y cambio social que desenvuelva la habilidad estratégica de todos los actores
del desarrollo (en sentido amplio), en un marco articulado y complejo.
Por cierto, lo anterior implica el desafío de reconocer la
diversidad y complejidad de intereses interactuantes en el entorno y por lo
mismo, revela que se pasaría a un ámbito estratégico que implica construir
socialmente cursos de acción, donde las estrategias presentan necesariamente
una relativa falta de optimización para cada conjunto de actores y agentes
socioproductivos pero que, en el fondo, significan la búsqueda de satisfacer
parcialmente las expectativas de cada uno, en un marco estratégico de
negociación y construcción social.
Nuestras empresas latinoamericanas en general, y en
especial en Chile, ¿están preparadas
para este desafío?... los conflictos sociales que surgen al alero de nuevas
inversiones, en diversos ámbitos de actividad, parecen decirnos que no… y si
así fuera el caso, ¿qué hacer entonces
para abordar la tarea?... la respuesta a esto último es un desafío de
estrategia contemporánea fundamental y que es preciso que los nuevos
empresarios, directivos y ejecutivos recojan en espacios de discusión más
amplios que los directamente económicos y productivos.