En la década de los noventa, después de la desaparición de la URSS, en la izquierda se vive una orfandad ideológica. El marxismo que había levantado por 70 años la lucha de clases para imponer el socialismo, o el social cristianismo generado en el Concilio Vaticano II, dejan de iluminar las utopías de izquierda y se vive la apostasía en los partidos marxistas, los que se declaran en reflexión para pasar a redefinir sus estrategias.