Apoyado con los codos sobre el grueso vidrio de su escritorio, Jose Manuel se tomaba la cabeza con ambas manos, presionando sobre sus sienes, como si quisiera aclarar los sentimientos que en aquel momento lo invadían y es que no podía sacar de la “retina“ de su pensamiento la figura de Ana, su atractiva y sensual Jefa, 10 años mayor que él y que significaba en la practica un conflicto diario, al que ella con su actitud disimulada pero efectiva, alentaba, haciendo crecer la certeza de que ella lo veía con los mismos ojos con los que él lo hacía.