Entre ironías, sarcasmos, inconformidades, cóleras decepciones y demás sin sabores vivieron la jornada electoral quienes no comparten las propuestas y la visión de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), ganador de las elecciones presidenciales en México la pasada jornada electoral del 01 de julio. Yo creo, sinceramente, que dentro de la política tradicional, aunque fuera de los partidos políticos tradicionales, Morena y AMLO serán los mejores interlocutores para el México de abajo, para los pobres, para los pueblos indígenas y campesinos organizados, y para los movimientos organizados de las distintas geografías del país. Si bien, Morena recogió a muchos empresarios, a viejos políticos y a desertores de otros partidos, pues no era posible que llegara a la presidencia con gente impecable, porque esa gente no existe y menos en la política. Ahora Morena y AMLO, para fieles a sus principios y a sus órganos constitutivos, tendrán que traicionar a algunos empresarios y políticos con los que pactaron durante la campaña electoral. Estoy de acuerdo en que los modos de proceder de AMLO sean acordes con la ley, como bien lo dijo en su primer discurso, pero que nunca olvide que por encima de la ley está el ser humano, están los pobres y marginados, a quienes su gobierno quiere dar prioridad. Eso significará en la vía legal la modificación de muchas leyes y la cancelación de reformas impulsadas por gobiernos anteriores, para que, poco a poco, se camine hacia la justicia, intentando nivelar tantos desequilibrios que las políticas neoliberales nos han dejado como consecuencia. Ya muchos políticos y vividores del sistema se preocupan por las negociaciones y alianzas que se tendrán que hacer con otras fuerzas políticas y con empresarios y con la clase alta. Ahora sí buscan a toda costa la defensa de las minorías, como si esas fuerzas políticas y empresariales se hubieran preocupado por negociar y tomar en cuenta en el ejercicio de sus cargos y proyectos a las mayorías pobres. Las negociaciones y alianzas vendrán cuando así se requiera, cuando sean para el bien mayor de todos esos excluidos y marginados del sistema. Nunca más negociaciones, ni alianzas sin tomar en cuenta el bienestar del pueblo de abajo. Para los que experimentan miedo a López Obrador, yo les diría que hicieran un pequeño ejercicio de memoria sobre el periodo en el que fue jefe de gobierno capitalino. En mi opinión las propuestas y proyectos fueron en beneficio de las mayorías. Muchas de las iniciativas que impulsó como jefe de gobierno fueron tomadas como proyectos a nivel federal. Así que no tengan miedo a los fantasmas que la mala prensa se han encargado de hacer y difundir. Muchos mexicanos realmente esperamos que AMLO no nos decepcione, pues él bien que nuestras voces y resistencias serán mayores que las de Paseo de la Reforma cuando le hicieron fraude en el 2006. Sabemos que, por un lado se necesita un gobierno dispuesto a dialogar y a apoyar los procesos de cambios profundos y por otro lado se necesita un México organizado desde las bases, desde los lugares coyunturales y estratégicos; pues será de ahí donde vendrán las propuestas más significativas y los cambios profundos. Entonces sí, tendrá sentido un gobierno populista (como dicen), un gobierno que escuche y atienda al pueblo organizado. Los mexicanos conscientes sabemos que los cambios no los va hacer el presidente recién electo, sino el pueblo organizado, con apoyo de los tres niveles de gobierno, el federal, el estatal y el municipal. Entonces y sólo entonces habrá verdadera democracia.