Reseña "Te veré esta noche" de Susana Rodríguez Lezaun

Qué buen arranque. Fabuloso. Raquel Gimeno despierta en el coche donde viajaba como copiloto. Está sola en un descampado. Ni rastro de su marido, de su madre ni de sus dos hijos. Las preguntas saltan como un resorte, comienza el desconcierto y la angustia. Los minutos se ponen cuesta arriba cuando las horas no ofrecen pistas fiables y se teme por la vida de los desaparecidos. Más, cuando las cosas se ponen peor.

 

. Fabuloso. Raquel Gimeno despierta en el coche donde viajaba como copiloto. Está sola en un descampado. Ni rastro de su marido, de su madre ni de sus dos hijos. Las preguntas saltan como un resorte, comienza el desconcierto y la angustia. Los minutos se ponen cuesta arriba cuando las horas no ofrecen pistas fiables y se teme por la vida de los desaparecidos. Más, cuando las cosas se ponen peor.
Por supuesto tiene que haber un policía. Es elinspector Vázquez, pilar de la saga de Susana Rodríguez Lezaun, que cumple con “Te veré esta noche”, tres novelas. Vázquez tiene su propia historia personal. Viaja en paralelo a la investigación y no es menos truculenta: su novia, Irene, ha desaparecido pero porque huye. Con ellas sí que hay pistas que la apuntan por asesinato.

Las novelas según su autora son historias independientes, pero presiento que me falta mucho por saber. Aunque todo se entiende: el por qué de su huida y el afán de Irene por ocultarse, la narración la presenta casi como una víctima. No lo dudo, pero supongo que el lector de las dos anteriores novelas cuenta con detalles que se me escapan, porque no siento empatía por el personaje. Me temo que su presentación previa en las dos anteriores novelas explica su evolución hasta esta tercera, lo que puede condicionar la percepción de un lector que como yo, ha empezado esta saga por la tercera. O no. Eso ya no podré saberlo.

La trama principal, la investigación sobre la familia desaparecida tiene un peso muy superior a la paralela del inspector con Irene. Mucho. El ritmo y la tensión son ascendentes en un tramo de tiempo (páginas) muy breve. La cuenta atrás, el frenesí al que tiene que enfrentarse el policía y su equipo está muy bien contado. La autora retuerce la ausencia de minutos –cada uno puede ser determinante para encontrar vivos… o muertos– y va poniendo más piedras en el camino para que puedas comerte bien las uñas.

Especialmente angustioso es ese tic-tac cuando la atención se centra en los dos niños. Rodríguez Lezaun juega duro y bien con la inocencia de los pequeños para que lleguemos a los pellejos cuando ya no nos queden uñas. La última parte de la novela es asfixiante. Se hace larga. Muy larga.

Los escenarios ayudan. La naturaleza hace de paraguas narrativo. Los espacios –tanto al aire libre como los cerrados– causan dolor: desde la humedad que se respira, el roce de los materiales y elementos, los ruidos que hacen aguzar el oído… Hay momentos muy sensoriales en esta novela gracias precisamente a esos espacios que acongojan (especialmente interesante la descripción de los encierros de algunos personajes. No puedo añadir más) Muy bien trabajado este aspecto.

No obstante, creo que el abuso de descripciones de dichos escenarios cansan en ocasiones. El equilibrio no siempre se consigue con el uso excesivo de detalles porque además, ralentizan los golpes de ritmo, invitando a esa desagradable tentación de pasar líneas y párrafos en los que en realidad, deseas acción.

La autora bucea también con acierto en la psicología de los personajes. Vital en una novela de estas características. Para que comprendamos mejor el contexto, las razones que aporta el pasado, aunque en ocasiones no sirvan como argumento para entender las respectivas mentes de los personajes. Bastante antes de que lleguemos al desenlace intuiremos o sabremos quién lo hizo. Pero Susana Rodríguez Lezaun aprovecha el tramo final para explicarnos muchos «por qués».

No obstante, no solo es importante saber quién es. Las últimas páginas tienen que aclarar, desvelar cuestiones vitales: la de la trama principal y la de Irene con el inspector, que por cierto, tendrá que apañárselas con los nervios que suman ambas historias. Ese desasosiego, se sufre mucho. Hombre, ese era el objetivo y por eso se agradece porque lógicamente, contribuye a que la lectura se embale.

Otra cosa que agradezco: que Vázquez no cumpla el rol de policía duro hasta la médula que tantos explotan en sus novelas policíacas, negras y similares. Es cierto que parece casi imbatible a nivel físico –casi empecé yo a sentir dolor en las costillas– pero no es de cemento armado. Y menos, a nivel emocional. ¿Por qué no puede ser así? ¿Es incompatible? A veces eso parece deducirse de algunos sabuesos que he encontrado en novelas de géneros similares.

Venía rastreando últimamente en las redes a Susana Rodríguez Lezaun. Me causaban curiosidad los buenos comentarios que estaba recibiendo. La entrevistamos en ELD pero necesitaba leer algo suyo para valorar la buena impresión que me había causado. Y no me ha decepcionado aunque haga estas puntualizaciones sobre “Esta noche te veré” y aunque el mercado literario esté saturado de novela negra.

UNETE



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