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El lector se podrá preguntar que tiene de novedad este tema en este mismo instante, quizás sea debido a que las elecciones municipales, están a la vuelta
dela esquina, y con ello, nos encontramos toda una serie de
inauguraciones, en definitiva, toda serie de propaganda política, en
el que vemos como los políticos compiten por hacernos ver, que han
tenido un periodo de mandato lo más provechoso para los ciudadanos y
todo lo quen ha ntrabajado por nuestra ciudad.
No hay que dejarse engañar por estas cortinas humo, detras de todo esto
tenemos que tener un juicio crítico. Pero, precisamente no es este el
tema del que me quiero ocupar en esta ocasión, sino de la proxima
inauguración que, el Sr. alcalde de Madrid, tiene previsto realizar. No
es otra que los nuevos espacios verdes de los márgenes del Manzares,
incluido de su nuevo puente, nuevo hito del arte contemporaneo de
Madrid, el puente de Perrault.
Nos encontramos con un proyecto que pretendia renovar la imagen del
Manzanares que se había deteriorado a lo largo del tiempo, para
renovarlo e ir más allá de un riachuelo escuálido, ya que, durante años
el río de Madrid fue su cuenca y ésta era poco más que un enjambre de
autopistas, la famosasa M30, que, como muralla, cerraba la ciudad por
el lado meridional. Tozudo y obsesivo, desde que llegó a la alcaldía de
Madrid, Alberto Ruiz Gallardón se obsesionó con cubrir esa vía de
circulación, contaminación y ruidos, con recuperar el río y con unir
los distritos vecinos, pero distantes, de Arganzuela y Usera.
El plan pasaba por la vertebración de las orillas, por rayar el río de
puentes peatonales. También era importante sembrar el hueco de la M-30
de vegetaciçon, un carril bici de unos cuantos kilómetros, parques
infantiles, miradores, zonas de descanso y, sobre todo, bienestar y
optimismo. Hace ya semanas que los madrileños corren, descansan y
curiosean por la margen sur que ya es paseo. Algunos de los puentes
(todos peatonales y varios con espacio para que circulen las
bicicletas) en algunos tramos se pueden utilizar ya.
De todo esto, destaca esta obra de ingeniería, el puente de Perrault, el
cual, concebido como una via peatonal y para ciclistas, simula un
tirabuzón metálico partido en dos. Una de las partes salva el
Manzanares, marca la entrada, y el acceso al parque. La otra parte
salva el desnivel entre la cota de calle, en el lado norte, y el propio
parque. Por este puente, a unos metros del churrigueresco de Toledo,
se entrará al parque desde arriba y por el centro (ambas partes del
puente se encuentran en una colina de acceso). El bucle del
arquitecto, autor de la Biblioteca Nacional de Francia, combina tres
acabados: costillas, malla metálica o nada. Y esas partes funcionan
como filtro solar, leve refugio contra la lluvia o miradores. Perrault
comenta que la pasarela no es solo una solución de ingeniería, sino
que “...será también un mirador y una plaza larga, con bancos y
farolas. Los bancos son topográficos –apenas dos escalones de la misma
madera del pavimento- y servirán para separar la vía de los ciclistas
de la de los peatones”. La fractura del puente también reducirá la
velocidad de quienes lleguen sobre dos ruedas.
Seguramente, este símbolo contemporáneo, generará críticas o, será
alabado, pero es un elemento que pasará a formar parte de la ciudad,
como la nueva entrada de cercanías Sol, y que en definitiva, enriquece a
la ciudad.
¿Qué opinais ustedes acerca de esta obra? Me gustaría ver vuestra
visión como ciudadanos, como miembros que usarán la obra de arte como
elemento urbano, porque aparte de ser una obra de ingeniría, no deja
deser un elemento diario, concebido para su uso. Espero vuestra opinión.