. Elementos de los cuerpos de seguridad por las calles haciendo unos pases mágicos y ondeando sus varitas para detectar drogas, armas y explosivos. ¿Se verían medio tarugos, no? Pero imagina también que la Secretaría de Defensa Nacional hubiera pagado algo así como unos 350 mil pesos por cada una de estas varitas para luchar contra el narco, sumando más de 272 millones de pesos gastados en estos artefactos del mundo de la fantasía. Esto no puede ser más que una broma pero, piensa por un momento, si esto fuera cierto, ¿qué crees que pasaría? Si crees que esto estallaría pronto un escándalo en México, que los medios de comunicación estarían todos sobre la noticia, los líderes de opinión poniendo en ridículo y pidiendo la renuncia de los incautos a quienes les vieron la cara, así como exigiendo explicaciones por parte de Felipe Calderón; si tú creyeras esto, estarías completamente equivocado. Y lo puedo decir con toda seguridad porque justamente esto ha estado pasando en México desde hace cuatro años, y prácticamente nadie está haciendo nada. Pero vayamos explicando con calma de que se trata todo esto. Resulta que hay por lo menos dos compañías en el Reino Unido, Global Technical y ATSC, a quienes se les ocurrió la fantástica idea de producir varitas mágicas y venderlas a precios exorbitantes a los cuerpos militares de los países que se dejen. Pero por supuesto que nadie les compraría sólo unas “varitas mágicas”, nadie es tan ingenuo, de modo que la varita viene acompañada de una agarradera de plástico y unas tarjetas de papel que se pueden insertar al aparatejo para “seleccionar” lo que se quiere detectar: explosivos, drogas, armas, lo que quieras. Luego le dieron un nombre que sonara muy técnico, ¿qué tal GT200?, y ahora sí, una pieza de “avanzada tecnología” a la que ningún lider de la milicia se podrá resistir. Y no, esta no es ninguna exageración, el aparato—que cuesta entre 20 y 30 mil dólares la unidad—es literalmente una pieza hueca de plástico con una antena colgando. No tiene ningún componente químico, electrónico, eléctrico o mecánico que pueda explicar su funcionamiento. No se le ponen pilas, no se conecta a nada; las tarjetas que se insertan no tienen grabada ninguna información ni son leidas por nada. El aparato es: una antena de TV colgando de un mango de plástico. El fraude de la venta de estos aparatos—que han sido vendidos a países como Iraq, Tailandia, Pakistán, China, Kenia, Líbano y, sí, también México—se ha ido descubriendo poco a poco a nivel internacional. En Tailandia la controversia estalló en los medios por lo que el primer ministro, después de verse forzado a hacer pruebas a los aparatos para determinar si funcionan, declaro a inicios del 2010 que en efecto el aparato no funciona y prohibió la compra de más unidades. En el Reino Unido, después de que la nota fue dada a conocer en el programa Newsnight, se inició una investigación sobre las compañías que están cometiendo estos fraudes. También en enero del año pasado, voceros oficiales enviaron advertencias a los gobiernos de México y otros países sobre aparatos como el GT200 que son “totalmente inservibles” para detectar bombas o explosivos. En México la situación ha sido bastante penosa. Desde hace más de dos años el bloguero y escéptico Andrés Tonini levantó la voz de alarma y ha venido documentando el uso del GT200 en nuestro país. Enviando solicitudes al Instituto Federal de Acceso a la Información, se ha confirmado que en efecto la SEDENA ha gastado hasta la fecha más de 272 millones de pesos comprando ilusiones (no, esa no era ninguna broma), además de otros 70 millones de pesos que se han gastado entre la SEMAR, PEMEX, el ISSTE, la PGR y las secretarías de seguridad en Chiapas, Sinaloa, Guanajuato, Chihuahua, Michoacán, Colima, el Distrito Federal y el Estado de México. Más de una centena de blogueros han hecho eco de esta información durante poco más de dos años, pero los medios de comunicación en nuestro país no han hecho mucho caso. Todo lo contrario, El Universal, Milenio, Excélsior, Once Noticias, El Sol de México, La Crónica de Hoy, así como decenas más de diarios nacionales y estatales se la han pasado publicando sin crítica alguna disparates sobe un “sensor especial que [...] determina si una persona ha consumido drogas en las últimas 24 horas” y equipos que “funcionan mediante la resonancia molecular de las sustancias, usan energía del cuerpo humano, no requieren baterías”. Sólo reciente y muy lentamente las cosas han comenzado a cambiar. Martín Bonfil Olivera publicó unas de las primeras notas críticas en su columna de ciencia en Milenio en febrero y marzo del año pasado; seguido por algunos pocos diarios nacionales que repitieron una nota del New York Times cuando el gobierno británico alertó al cuerpo policiaco y militar de México sobre este fraude. El siguiente en levantar la voz fue el científico Luis Mochán del Instituto de Ciencias Físicas de la UNAM, primero con un artículo de divulgación en la Academia de Ciencias de Morelos en septiembre del año pasado, y más recientemente en junio de este año con una crítica a la Ficha Documental oficial explicando con gran rigor técnico y científico cómo es que no hay manera alguna en la que el GT200 pueda funcionar como lo afirman sus distribuidores. Como consecuencia de esta investigación, finalmente también Guillermo Cárdenas Guzmán, corresponsal de ciencia del Universal, publicó la primera nota crítica sobre el fraude del “detector molecular” en ese diario. Las cosas comienzan a cambiar pero esto no es suficiente. Una cosa es el dinero mal gastado en absurdos, pero cuando vas por ahí con una caja de plástico y una antena pretendiendo ser capaz de detectar explosivos se está poniendo en riesgo la vida de ciudadanos y cuerpos de seguridad. Si ahora te sientes indignado, afortunadamente este es un momento en el que sí hay algo que todos podemos hacer al respecto: