. “En tus manos” no es una novela pensada para cabecear apaciblemente en el sofá. Corta e intensa, te golpea en el estómago desde la primera página dejándote noqueado. De seguido, te sumerge en una vorágine de hechos que dificultan recuperar el aliento, hasta llegar a un final en el que se libera la emoción.
Cada capítulo se titula con el nombre de uno de los protagonistas quienes, en primera persona, presentan su biografía y ayudan a perfilar la de los demás. La historia avanza conforme van sucediéndose los distintos narradores. A la vez, el pasado se aclara con los aportes que surgen de su memoria. El lector tiene el privilegio de asistir a las creaciones surgidas de sus mentes y corazones, a diferencia del resto de personajes quienes solo conocen en extenso su propia naturaleza. La realidad es poliédrica y solo vista desde todos los lados puede ser entendida completamente. Este hecho representa, en sí mismo, uno de los elementos de mayor dificultad con los que ha tenido que bregar la autora. Abarcando las distintas etapas de la vida (desde la adolescencia hasta la vejez) y sus géneros (masculino y femenino), Begoña Curiel se recubre con la piel de unos personajes que la abocan a abstraerse de su condición de mujer.
Un signo de modernidad lo representa la gran variedad de familias que componen el tejido social. La “tradicional” ha quedado como una rara avis, mientras que aquellas otras, fruto de la adicción de integrantes (sin vínculos de sangre) y reconstituidas, por citar algunas, constituyen los nuevos núcleos familiares. En este ecosistema humano se desarrolla la trama de la novela en el que se establecen alianzas, confidencias, recelos, conflictos y reconciliaciones. En este particular ejercicio de terapia de familia, los componentes exponen sus razones, se confiesan y hablan de las relaciones que establecen con el resto de integrantes o reflexionan en una intimidad compartida con el lector.Estructurada en dos partes, esta obra se conforma como un catálogo de emociones, creencias y estados de ánimo, los cuales devienen en sus respectivos comportamientos y roles: estupor, rabia, ira, dolor, ilusión, sufrimiento, amor, rutina, depresión, templanza, generosidad, asco, victimismo, alegría, reproche, odio, culpa, ternura, pasión, duelo… Mientras que en la primera mitad del libro estas emociones, y los sucesos que los propician, resultan desgarradores, en la parte final del libro las reacciones se atemperan dando paso a la esperanza, ese eterno anhelo de la vida.En la segunda mitad de la novela presenciamos con alivio el proceso de transformación individual y colectivo que se produce por la acumulación de los impactos vividos. Ante la posibilidad cierta de una disolución personal y familiar, los personajes acometen su destino con la única certeza de saber que el futuro está “En tus manos”; bella metáfora que nos lega Begoña Curiel a través de doscientas páginas plenas de emoción.Quienes componemos El Libro Durmiente nos congratulamos al contar entre nosotros con una escritora, periodista y lectora voraz, siempre dispuesta a compartir su ingenio y pasión por los libros.Puedes acceder a su biografía pinchando el siguiente enlace.