. “Comunidad” plantea este ejemplo como meollo de una interesantenovela, tierna y dura a la vez, con un tono inquietante que va de menos a más.
Dos matrimonios que suman seis hijos se van al garete casi de un día para otro. El libro de Ann Patchett cuenta lacuriosa evolución del clan Keating-Cousins –desde los años sesenta hasta principios del XXI– que se reorganiza como puede tras la separación de dos núcleos familiares.
El esfuerzo se hará cuesta arriba cuando una tragedia reviente en este peculiar escenario familiar. Su eco será una bomba que perdure aun cuando los años pasan. Hará chocar y reunir una y otra vez las ramas del complejo árbol genealógico-familiar, que va creciendo a medida que se adhieren nuevos miembros a este peculiar ecosistema.A través de una de las hijas, pilar de esta historia, la autora introduce una idea metaliteraria tan genial como peligrosa para el nudo de la narración: la historia de todos –juntos y revueltos–, se convertirá en una novela dentro de “Comunidad”. Lo que pudo ocurrir, los detalles y el contexto en el que se produjo “la desgracia protagonista” junto a sus consecuencias, se irán desplegando en la narración. A trompicones, desde las diferentes perspectivas de los personajes, aportando datos que a veces parecen anular otros anteriores para generar una especie de confusión al lector que logra dar con ese punto inquietante que mencionaba al inicio de la reseña. Y con él, se crea el enganche adecuado para agarrar por el cuello al lector. Porque este libro va creciendo en brillo e intensidad de manera progresiva.Cada personaje sigue su camino sin dejar el de los otros. Como puede. No todos son capaces de superar lo ocurrido. Unos crecen, otros se reconvierten en personas distintas o tropiezan en la misma piedra. Esa es la gracia de esta novela.El cóctel familiar consolidará afectos y recelos, creará submundos entre diferentes personajes, robará la paz de algunas de sus almas, pero al final de una u otra manera, confluirán de manera más o menos estable. Como la vida misma unos quedarán más marcados que otros con sus psicologías e inteligencias emocionales particulares.“Comunidad” confirma la obviedad de que la vida puede cambiar en un chasquido de dedos. Que en un simple segundo todo puede caer. Que la visión de los hechos cambia con el transcurrir de los años. Para bien y para mal. Que las personas se alejan y unen como si fueran vasos comunicantes. Y sobre todo ratifica que la vida y el mundo siguen girando. Aunque sucedan grandes cosas. Aunque puedan ocurrir a golpe de pequeñas dosis. Todo cabe, incluida la imperfección porque la realidad es así: construida en permanente cambio gracias a la suma de hechos de gran calado y rutinas de andar por casa.Hay desgarro en esta obra pero también mucha ternura porque se puede querer de muchas maneras, con cientos de matices. Nada es blanco o negro. Los grises son el color de esta “Comunidad”.La autora no necesita de grandes aspavientos ni fórmulas narrativas grandilocuentes para contarnos este caos/belleza familiar que se despliega como un río, con sus meandros, sus líneas rectas, que brilla cuando el sol se adhiere al agua o se enfanga cuando el lodo acumula capas. “Comunidad” es realmente un libro precioso y mi descubrimiento de Patchett.