Hace
un par de días, en una de esas noches de insomnio que a todos nos pasa, me
encontraba viendo pasar el tiempo en Youtube y encontré un muy reciente video
del show Last Week Tonight with John
Oliver. El show trata de la presidencia de Trump, y al puro estilo de John
Oliver se critica al Presidente de los Estados Unidos por sus desaciertos. Hubo
una crítica que Oliver hacía a Trump que quedó resonando en mi cabeza, pues se
aplica perfectamente al escenario político ecuatoriano. Se trata de uso del Whataboutism (en inglés) o la falacia
del tu quoque, que en español
significa “y tú también”.
El
tu quoque consiste en rechazar un
razonamiento, o considerarlo falso, alegando o implicando la inconsistencia
del proponente. Un ejemplo clásico es la respuesta del paciente al doctor que le
ordena dejar de fumar, de que no dejará el cigarrillo porque el doctor también
fuma. Se procura entonces demostrar que una crítica, objeción o argumento se
aplica igualmente a la persona quien la realiza, rechazando tal crítica sin
entrar a analizarla. Se distrae la atención de la audiencia, la que ya no se
enfoca en lo que el proponente dijo (en nuestro ejemplo, lo que el doctor dijo),
sino en el propio proponente. Se busca que el proponente pierda credibilidad al
ser presentado como un hipócrita, y con ello, se deja de debatir lo que el proponente
había dicho. El debate entonces deja de tratar las razones por las que el
médico le ordenó al paciente dejar de fumar, y nos concentramos en la hipocresía
de un médico fumador. Puede darse también el caso de que el médico en realidad
no fume, sino que el paciente crea que fume o que esté acusando al médico de
fumador simplemente para justificar su deseo de seguir fumando. El debate
entonces pasa a comprobar si el médico es o no fumador, pero se siguen dejando de
lado las razones por las que el médico ordenó al paciente dejar de fumar. El
uso del tu quoque puede traer severas
implicaciones. En nuestro ejemplo, el fumador seguirá fumando porque el debate
nunca estuvo centrado en el paciente, sino en la real o ficticia calidad de
fumador del médico. Pero cuando el tu
quoque es usado en el ámbito político, puede traer severas consecuencias a
todo un país. A continuación presento dos de los miles de ejemplos que pueden
observarse casi a diario en el discurso político ecuatoriano.
Se
afirma que el Vicepresidente Jorge Glas ha sido detenido, juzgado y condenado
por puros motivos políticos. Que no existen pruebas en su contra. Que el Fiscal
y la Función Judicial han perdido independencia y que ahora son un arma en una
guerra jurídica o Lawfare que, entre
otras cosas, cosas busca apropiarse de la Vicepresidencia y desacreditar a Glas
aniquilando su vida pública. Las respuestas de tu quoque que se han dado sostienen que quien se adueñó de la
Función Judicial fue el expresidente Rafael Correa, que Correa controlaba a las
cortes, y que Correa es el culpable de la falta de independencia judicial en el
país. Con ese tipo de respuestas la atención no se radica en lo que le está
ocurriendo hoy a Jorge Glas, sino que se desvía hacia lo que supuestamente
Correa hizo o no cuando ocupó la Presidencia. La discusión política se orienta
ya no a ver lo que le está sucediendo al Vicepresidente, sino en discutir si es
verdadero o falso que Correa le “metió las manos a la justicia”. El ataque a
Correa sirve entonces para acallar la situación injusta que vive Glas. Esta
forma de proceder, además de ser falaz, es estéril. Supongamos que quienes usan
en tu quoque tienen la razón (no la
tienen, pero supongamos que sí), y Correa en efecto acabó con la independencia
de la Función Judicial, ¿eso justifica lo que le está ocurriendo a Jorge Glas? ¿Está
bien entonces que se judicialice la política para aniquilar a los oponentes? ¿Es
correcto entonces que un Fiscal y una Sala de la Corte Nacional actúen no en
base a Derecho sino en base a presiones mediáticas y políticas? Aun en el
supuesto que no comparto que antes la justicia era de Correa, ¿está bien
entonces que la justicia sea ahora de Moreno, o mejor dicho, de Larrea? Las
respuestas tu quoque nos distraen de
los temas actuales y nos hacen volver la vista hacia críticas que ya se hicieron
y ya se comprobaron falsas en el pasado, mientras que en nuestras narices un
hombre inocente está preso.
El
segundo ejemplo tiene que ver con la denuncia que Ricardo Patiño presentó ante
la OEA en la que se sostiene que en Ecuador la democracia está agonizando dolorosamente.
Se denunció que la consulta popular va a acabar con la separación de poderes,
que Moreno se va a adueñar de cuatro de los cinco poderes del Estado; que el
nuevo Consejo de Participación Ciudadana va a usurpar competencias que tiene la
Asamblea; que se están limitando los derechos políticos de los ciudadanos; que
Moreno se pasó por alto la revisión constitucional que debía hacer la Corte
Constitucional. Las respuestas de tu
quoque que se han dado ocultan con un manto de ignorancia los graves
acontecimientos que estamos padeciendo los ecuatorianos. Se responde que Correa
criticó antes a la OEA, que Correa manifestó que la Comisión Interamericana no
tiene competencia para dictar medidas cautelares, que Correa también se saltó
el control constitucional de la Corte Constitucional en la consulta popular
sobre La Concordia. Todas estas respuestas no están orientadas a discutir lo
que Moreno está haciendo con la institucionalidad y constitucionalidad del
país, sino a tratar de mostrar una supuesta hipocresía en Correa y los demás
cuadros de la Revolución Ciudadana (a mostrar que el médico es fumador). El
debate entonces se desvía a controvertir que no existe tal hipocresía porque las
críticas a la OEA y a la CIDH estaban fundamentadas, que el caso de La
Concordia no es equiparable a la actual consulta, etc., etc., etc. (es decir a
demostrar que el médico no fuma). Y mientras tanto dejamos de discutir las
serias implicaciones que la consulta de Moreno tendrá en nuestro país. (es decir,
dejamos de discutir las razones por las que el paciente debe dejar de fumar). Supongamos
que quienes usan en tu quoque tienen
la razón (no la tienen, pero supongamos que sí), y en efecto Correa y Patiño
son unos hipócritas, ¿significa eso que la OEA no debe estudiar lo que nos está
ocurriendo? ¿Significa eso que la Carta Democrática Interamericana o los
tratados de derechos humanos que protegen nuestros derechos políticos y nuestro
derecho a vivir en democracia no se aplican? ¿Significa eso que los organismos
interamericanos deben quedarse impávidos mientras nos roban la
institucionalidad? La respuesta es evidentemente NO. Entonces en lugar de
desacreditar a las únicas voces que cuestionan la consulta, estudiemos las
razones que argumentan y las pruebas que presentan. Estudiemos por qué el
paciente debe dejar de fumar, porque si no lo hacemos, nuestra
institucionalidad acabará como ese paciente: destrozada por dentro.
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Dgino de compatirlo..gracias a Dios, la gente ahora analiza...discute..se entera...se interesa ya en la politica..con esa confianza y estos argumentos expuestos por Oswaldo , a quien felcito por la claridad y didactica explicación, llegará o al menos les podra a pensar a algunos odiadores que se han vuelto profesionales, es decir se siente triunfadores con la prision de alguien que hasta donde establece el COIP es inocente.
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Felicitaciones excelente artículo muy didáctico, claro y preciso
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Excelente artículo y análisis. Felicitaciones al articulista. Más claro que esto, donde?