La gente que te odia, por lo que veo, carece de argumentos sólidos en sus críticas, y únicamente se dedican a proclamar de forma sectaria, en línea con su pensamiento sesgado, delineado por el lavado de cerebro perpetrado por todo el aparato ideológico, político y mediático del secesionismo, tu condición de fascista; sinceramente surrealista. No hay que ser muy inteligente para entender que lo que el talibanismo separata intenta argumentar –si es que se puede llamar argumentar– contra Inés Arrimadas no es más que una auténtica falacia, digna hija de la dialéctica victimista intrínseca en la mentalidad del procès; no hay nada más sencillo para repudiar tales críticas que comparar a Arrimadas con el radicalismo totalitario propio de enemigas políticas como Marta Rovira o Anna Gabriel: