Reseña "El peso de las sombras" de Ángeles Caso

Título: “El peso de las sombras”

 

.995, el día de mi cumpleaños. Lo sé porque acostumbro a anotar en la primera página de cada libro que adquiero o me regalan, la fecha en la que llega a mis manos por primera vez.

Se trataba de la novela que quedó finalista del Premio Planeta de 1.994, un relato cargado de sentimiento y valor emocional, escrito por la asturiana Ángeles Caso. Su título, “El peso de las sombras”.

Me bastaron apenas tres días para llegar al final de la historia de Mariana de Montespín, una mujer solitaria y temerosa, educada por su madre, Teresa de Montespín, en los adustos valores y costumbres decimonónicos, propios de una familia de corte aristocrático.

Madre e hija pasan sus largos y tediosos días entre la niebla y la soledad, en un caserón ubicado junto al Mar del Norte, a las afueras de Belbec, un pueblucho de la costa normanda. El padre, Hugo de Montespín, ausente desde que Mariana era muy pequeña, ya ni siquiera mantiene las escasas visitas anuales que solía hacer a Belbec, cuando necesitaba recordar el candor de Teresa, su esposa, un fuego que se había consumido al poco tiempo de contraer matrimonio y cuyo único fruto, Mariana, no era suficiente para retener a un hombre ávido de experiencias y placeres mundanos, para cuyo disfrute ambas eran un lastre.

A veces necesitamos crecer emocionalmente para encontrarle el sentido a ciertas historias. “El peso de las sombras” lo ha tenido para mí en este momento, transcurridos veintidós años desde la primera vez que lo leí. El espíritu de la joven que era yo entonces, no logró empatizar con Mariana, ni en su niñez, ni en su juventud, y mucho menos en su senectud. Pero hoy, si lo ha conseguido y ha sido gracias al paso de los años y a la experiencia adquirida en ellos, que han hecho posible que ese espíritu madurara y fuera capaz de ver más allá de la simple historia de una muchacha triste a la que la vida trata con dureza.

Hoy he podido desgranar la tragedia de Mariana, una mujer a la que la educación recibida de su madre en un ambiente absolutamente opresivo, la lleva a ser incapaz de sobrevivir sin un varón a su lado.

Desde la figura de su padre, hasta la de su marido, Mariana de Montespín se convierte en una marioneta del destino y de los hombres, que todos manejan a su antojo con su consentimiento y beneplácito, porque es incapaz de concebir una vida distinta, una en la que ella sea su propia fuente de amor, su propio sustento. Y esa creencia la lleva a ser cautiva de sí misma, impidiéndole siquiera reconocer sus deseos, sus anhelos, sus inquietudes y sus gustos.

Todo en ella es confuso, sombrío y pesado. Mariana cree que sin un hombre a su lado, las “sombras” vendrán a apoderarse de ella, especialmente una: la muerte.

Y es precisamente el fallecimiento de su madre lo que ocasiona en Mariana esa drástica transformación, porque en ese momento deja de ser niña para convertirse en un proyecto de mujer, una que no sabe cómo serlo, así que opta por absorber, de alguna manera, el espíritu de Teresa de Montespín, continuando de ese modo por el mismo camino de sombras que un día recorrió su madre.

La única “luz” en la vida de Mariana es su amiga Felicia de Lacale, una joven viuda, antigua amante de su padre, a la que éste encarga el cuidado de su hija, cuando él decide cruzar el Atlántico para probar suerte y nuevas emociones en los Estados Unidos, tierra de libertad y libertinaje.

Felicia se ocupará de guiar a Mariana, de mostrarle el mundo más allá de Belbec en un intento por estimular su espíritu, por hacerlo resucitar. Pero también se verá obligada a tomar por la muchacha las decisiones de vida que ella es incapaz de adoptar debido a su absoluta falta de determinación.

Con un lenguaje casi poético y bien cuidado, pero exento de florituras, Ángeles Caso nos lleva de la mano por la Francia de finales del siglo XIX y principios del XX, a través de las vivencias y, especialmente, emociones y sensaciones de Mariana de Montespín. En poco más de doscientas páginas de ágil lectura, realizamos un singular viaje de Normandía a París; rozamos el lujo y las diversiones de la capital francesa para, más adelante, caminar casi de puntillas por un país ocupado por las tropas alemanas de la Primera Guerra Mundial; tampoco experimentamos la posguerra, vetada para unos pocos afortunados, como nuestra protagonista; y finalizamos el trayecto con una Mariana envejecida y superviviente en la Segunda Gran Guerra.

La evolución emocional de Mariana es prácticamente nula, lo que conmueve al lector, que sufre ante el aletargamiento de una mujer que, pese a haber contemplado el calvario de su madre, a la que las continuas ausencias, desprecios y desaires de su marido llevaron a la muerte, en lugar de alejarse de esa forma de vida, se sumerge de lleno en ella, como la única posible.

El deseo del lector por que Mariana despierte a la vida es precisamente lo que nos mantiene prendados de esta historia. Ello, unido a la perfecta descripción psicológica que la autora realiza de su personaje principal, al igual que del resto que surgen a través de su relación con ella, hacen de este libro un delicioso y sutil medio para disfrutar de las costumbres más férreas, de las pasiones más bajas, de las inclinaciones más perniciosas y de los sentimientos más puros, a la par que nos mantiene atentos a lo que le pueda suceder a Mariana, en pugna entre lo que desearíamos que le ocurriera y la incertidumbre de lo que finalmente será.

Pese a tratarse de un personaje de hace un siglo, podemos ver en Mariana rasgos que, desafortunadamente, hoy en día reconoceríamos en algunas personas, y no necesariamente mujeres. Personas que aún no han descubierto que cada ser es único e independiente, distinto a los demás y, por ello, maravilloso en sí mismo; todos somos seres completos desde que nacemos y no necesitamos de nadie que nos complemente, tan solo que nos acompañe en este camino, sorprendente y maravilloso, que es la vida.

Ángeles Caso nació en Gijón el 16 de julio de 1.959. Licenciada en Geografía e Historia y especializada en Historia del Arte, pronto dirigió sus pasos hacia el mundo del periodismo, llegando a presentar el Telediario en Televisión Española durante 1985 y 1986. Finalmente, abandonó esta faceta para dedicarse de lleno a la literatura, con la que ha cosechado galardones como el Premio “Fernando Lara” en el año 2001, con su novela “Un largo Silencio”, siendo antes finalista del Premio Planeta en 1994 precisamente con “El peso de las sombras”, para más tarde, en 2009 ganarlo con la novela “Contra el viento”.

Al margen de ello, ha trabajado en instituciones culturales como la Fundación Príncipe de Asturias o el Instituto Feijoo de Estudios del siglo XVIII de la Universidad de Oviedo. En la actualidad es propietaria de la editorial “La Letra Azul”.

UNETE



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