Diciembre es uno de los meses más
alegres del año, pues navidad y año nuevo comienzan a hacer acto de presencia
con tal fuerza que incluso desde meses atrás podemos ver sus diferentes formas
en los anaqueles, estantes y aparadores del supermercado, inundando con luces
de colores y cantos de alegría y paz los pasillos de los centros comerciales.
Pero diciembre no será el mes más
alegre para muchos, sobre todo aquellos millonarios que tienen invertido dinero
en México, grandes cantidad, en forma de acciones, coberturas cambiarias,
divisas, o cualquier otra metamorfosis monetaria que nos podamos imagina, pues
en diciembre no solo vamos a despedir al 2017 sino también a quien es por mucho
el mejor economista de la historia Mexicana, claro está, hablamos de Agustín
Carstens.
Y es que la mejor forma de salvarse
de morir ahogado es abandonar el barco antes de que se hunda, por lo que
Agustín, el gran economista mexicano, decidió que lo mejor era abandonar su
pequeño yate llamado BANXICO para llegar a un trasatlántico, si bien no tan
grande como el Titanic, si del tamaño de alguno de los barcos de Royal
Carribean, pues en breve estará a punto de ocupar la gerencia general del banco
de pagos internacionales.
Es sabido que en México hemos
estado atravesando una serie de crisis: políticas, sociales, humanitarias, de
seguridad, económicas, naturales, etc. Desde 2012, año que como bien predijeron
los mayas, comenzaría el inicio del fin, un tormentoso apocalipsis para México
que viviríamos de la mano de Enrique Peña Nieto y el asenso, desde los anales del
infierno, del PRI al poder; pareciera que los mexicanos no tenemos memoria y
hemos traído de vuelta a los viejos dinosaurios que durante muchos años
intentaron extinguirnos.
No sabemos las verdaderas razones
que llevaron a Agustín Carstens a abandonar BANXICO, pues aquí en México era
visto como un héroe, al menos para lo que saben economía pues tras un correcto
manejo de la política monetaria se logró solventar, cual kayak en rápidos de
Veracruz, una devaluación económica que pintaba para ser un huracán categoría
3, si no es que 5, para la debilitada economía mexicana.
Los políticos no han dado el manejo
correcto a la economía, al menos los responsables máximos de nuestro vaivén,
pues gastando y derrochando más de lo que podemos ingresas es como hemos
llevado a México a una crisis financiera que nos diezmado con recortes a
programas públicos como los de educación o cultura, además de que la mala fe
con la que opera el gobierno ha hecho que casos de corrupción como lo mostrado
en la estafa maestra desviasen los poco recursos que nos quedaban.
No se si Carstens sabía de lo que
estaba pasando de manera interna en los pinos, si llegó a predecir cual vidente
lo que vendría para México, pero lo que es seguro es que Carstens usó toda su
cabeza y recursos a su disposición para frenar la caída del peso amen del
sacrificio de algunas reservas o subastas de coberturas cambiarias para
garantizar así la estabilidad de la economía que traducido a palabras de empresas,
garantizar que la economía siga siendo atractiva para las inversiones.
Llenar los zapatos, ocupar el lugar
que dejará Agustín Carstens tras su salida del Banco de México será todo un
reto para el candidato que resulte ganador de tan escueta batalla, pues si algo
le falta a México y los gobernantes son personas con “huevos” de llevar a
México a un lugar mejor, no solo a su propia existencia, con el perdón del
lector.
Tres candidatos suenan, dos con
calificaciones promedio y uno con excelencia pero con una espantosa X a
cuestas, pues José Antonio Meade, a pesar de también ser un brillante
economista y habilidoso político que con conocimientos, experiencia y un par de
llamadas se jacta de ser el triunfante de la secretaría de hacienda y crédito
público por ocupar la titularidad un par de veces, tiene una gran pecado a
cuestas: el ocupar un cargo relevante dentro del mafia del PRI, el mejor
candidato presidenciable para 2018.
Entre la política y el amor por la
patria se está jugando el devenir económico de México para los siguientes años
pues el gobernador del banco de México no solo será el máximo responsable de
tomar decisiones en torno a la política monetaria, el capital, la banca, y
otros conceptos de mayores proporciones en México, sino también será la figura
encargada de atraer a inversionistas brindando certeza, generando confianza en
que México es un buen país para invertir. Bajo la lógica de Peña Nieto, una carita
bonita podría servir ¿No?
No sabemos aún quien pueda ser el
próximo gobernador de Banxico, y exponente de la economía mexicana, lo que sí
sabemos es que Carstens tuvo la valentía de acabar con uno de los conceptos que
más atrasan a los mexicanos: La falta de visión.
Desde mi escritorio y mi posición como
estudiante y mexicano hambriento de conocer, amante de buenas pláticas, lector
asiduo y escritor aficionado, puedo asegurar que Carstens disfrutará de su
nuevo papel, en un país donde la calidad de vida de una persona de clase media
es la misma que una de clase alta en México, un país donde los movimientos bajo
el agua, los favores y amistades no influyen en las decisiones, feliz en un
país donde el interés colectivo está sobre el persona.
Solo me queda decir desde mi
posición que espero que venga todo el éxito del mundo al próximo gobernador del
banco de México, desenado de todo corazón que ese banco no lo ocupe otro amigo
de los Peña Bots, sino alguien que en verdad merece ese banquillo; el destino
aún está por definirse por lo que los dados y las posibilidades, así como los
nombres y las cartas, siguen en el aire.
¡Felicidades Agustín por salirte
del barco antes de que se hundiera! ¡Hasta pronto Marinero!