Los metales pesados son un conjunto de elementos cuyo
peso específico y número atómico es mayor a 5 g.cm-3 y
20 respectivamente(Núñez et al., 2008). Se caracterizan por ser de densidad relativamente
alta y por su toxicidad (Méndez, Ramírez,
Gutiérrez, & García, 2009). Los elementos traza o metales traza son aquellos
considerados cuya función biológica es poco conocida y que en pequeñas
concentraciones pueden ser nocivos para el medio que lo contiene (suelo,
planta, salud humana) (Tirado,
González-Martínez, Martínez, Wilches, & Celedón-Suárez, 2015).
El suelo por condiciones naturales presenta una gran
cantidad de metales (Martínez & Rivero,
2005),
formando parte de los minerales o provenientes de rocas, encontrándose en forma
de óxidos, hidróxidos o formando complejos con otros elementos (Méndez et al., 2009). Otra fuente natural de la presencia de metales
pesados en el suelo se debe a las erupciones volcánicas. Pero el gran
porcentaje de metales tóxicos presentes en el suelo se debe a las actividades
antropogénicas, a través de los residuos sólidos (aproximadamente el 10% de los
residuos sólidos está compuesto de metales) (García, Moreno,
Hernandez, & Polo, 2002), la generación de electricidad, efluentes mineros,
fabricación de baterías, fertilizantes, pinturas, entre otros (Jing, He, & Yang,
2007).
Los metales con mayor presencia en el suelo son el cadmio (Cd), plomo (Pb),
mercurio (Hg) y cobre (Cu) (Carpena & Bernal,
2007).
Las características del suelo: textura, materia
orgánica, pH, salinidad, entre otras permiten reducir o aumentar la toxicidad
de los metales (Pérez et al., 2008).
·
pH, característica
que va a influir en la movilidad y toxicidad de los metales pesados, los suelos con pH ácidos presentan mayor
disponibilidad que los pH alcalinos, debido a que son los menos adsorbidos, a
excepción del molibdeno, arsénico, selenio, y cromo que presentan mayor disponibilidad en suelos
alcalinos (Reyes, 2010).
·
Textura,
un suelo arcilloso permite la adsorción del metal, lo que provoca la retención
del mismo. Suelos arenosos permiten la movilidad de los metales pesados al
subsuelo o napa freática (Reyes & Avendaño, 2013).
·
Salinidad,
determinada el contenido de sales en el suelo. El aumento de sales permite
incrementar la movilidad de los metales pesados, ya que los cationes permiten
reemplazar al metal y los aniones forman complejos con metales como cadmio,
cinc y mercurio (Herrera, Rodríguez,
Coto, Salgado, & Borbón, 2012).
·
Materia orgánica,
reacciona con los metales formando complejos. La materia orgánica adsorbe
algunos metales, lo que provoca que no se encuentren disponibles a las plantas
(Reyes & Barreto, 2011).
·
Capacidad de cambio,
el intercambio catiónico depende del tipo de minerales de la arcilla, de la
materia orgánica, de la valencia y del radio iónico hidratado del metal. A
mayor tamaño y menor valencia, menos frecuentemente quedan retenidos. Respecto
a los minerales de la arcilla, la retención es mínima para los minerales del
grupo del caolín, baja para las illitas, alta para las esmectitas y máxima para
las vermiculitas (Galán & Romero,
2008).
Los metales pesados presentes en el suelo, pueden
seguir cuatro rutas, pueden quedar retenidos formando complejos, pueden ser
volatilizados, pueden ser movilizados a fuentes hídricas tanto superficiales
como subterráneas, también pueden ser adsorbidos o absorbidos por las plantas (Delince, Valdés,
López, Guridi, & Balbín, 2015). Pueden ser absorbidos por las plantas a través del
sistema radicular, y acumulados en sus principales estructuras: raíz, tallos,
hoja, fruto, siguiendo frecuentemente ese orden, lo cual puede variar
dependiendo de la especie y de la edad de la misma (Herrera, 2011). Una vez presente el metal pesado en la planta es más
fácil llegar a la cadena trófica, lo cual finalmente va a afectar a la salud
humana.
REFERENCIAS
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