“…Dicen
que el tiempo y el olvido son como hermanos gemelos que vas echando de más lo
que un día echaste de menos…”
Estopa.
Ya no me acuerdo. 2004
Notables figuras del acontecer
nacional han hecho mención a la problemática existente en nuestro país, cuando
analizamos la sociedad como factor de producción económica.
Lo
cierto del caso, radica en la masificación que han tenido los juegos de envite
y azar en todos los estratos de la sociedad y más allá, el avance sostenible de
la cultura de confiar en la suerte, la generación de recursos para satisfacer
necesidades. Pareciera que en esta sociedad, los términos
“Capital-Tierra-Trabajo” quedaron relegados a los libros de economía de un
modelo medieval o extinto en el imaginario popular.
Escuchar
conversaciones cuyo tema central sea conocer que animal salió y cuánto fue la
ganancia del mismo, es la prueba fehaciente de que se prefiere invertir tiempo,
esfuerzo y energía en pensar en el
animal, que en pensar (por el contrario) cómo montar un negocio que sea de
provecho para el aparato productivo y que se convierta en sinónimo de
crecimiento del patrimonio familiar, si pensamos en transmitirle esto a las generaciones siguientes.
Definitivamente,
el problema no es seguir o reproducir modelos, es confrontarlos, pero resulta
en esta discusión necesario preguntarnos si, ¿el camino está en confiarle a la
vaca o al cerdo (por nombrar algunos), los ingresos de esta semana para comprar
los alimentos y cancelar los servicios?
Vale la pena amigo lector, preguntarle al jugador qué opinión tiene
sobre lo que los especialistas han denominado “Riesgo” a propósito de que
muchos apuestan altas sumas de dinero, en los juegos que hacemos mención.
Ya
empezamos entonces a entender que el azar deja de ser suerte para convertirse
en oficio, toda vez, que existe una inusual inversión de tiempo, de esfuerzo e
incluso de conocimientos y seguimiento para tratar de atinar con el animal apostado.
Nace flagrantemente, la concepción del trabajo fácil, aquel que se aparta de
las definiciones que van desde los fundamentos físicos que nos enseñaron en el
bachillerato, hasta la concepción de trabajo contemplada en la reciente norma
producto de la Ley habilitante en Venezuela.
Otro
elemento digno de reconocer en este escenario, es que la percepción de muchos
de los jugadores es que la apuesta es insignificante ante la pérdida del poder
adquisitivo, cada día los efectos de la inflación hacen que el común de los
mortales, olvide el valor monetario y nominal de un billete de 100 bolívares
por ejemplo.
Ya
salen a florecer entonces, muestras de como olvidamos el sacrificio de nuestro propio
trabajo, para algunos el valor nominal de un billete de 100 Bolívares no
significa nada y para otros recordarlo, significa retrotraer en el pensamiento
aquellos años de la Caracas de los años 80 en los cuales ese mismo billete
representaba el sacrificio de todo un mes.
El
problema ya no es solo económico, existe una arista que rasga el tema social
con mucha fuerza, ya que al hablar de jugadores, no se distingue entre géneros,
la misma influencia en conquistar el dinero fácil la tienen los hombres como
las mujeres y lo más interesante aún; personas que no son del ejército de las 4
décadas.
No
quiero desaprovechar la oportunidad amigo (a) lector (a) para dejar constancia
de que no propongo una crítica a la apuesta en todas sus dimensiones, pero si
cuestiono la ambivalencia con la cual tratamos el tema y una cola en una agencia
de loterías de personas jóvenes y productiva para el país, solo sea merecedora
de una mirada indiferente de nuestra parte, en franca expresión egoísta,
aquella que sostiene que ese no es nuestro problema, a quienes solo me limito a
dejarles una interrogante, ¿Cuándo hablamos de producir, incluimos a esa gente
de la cola, o solo estás tú en el proyecto?
No
sé cuantas veces he escuchado hablar de proyectos socio-productivos aquella
política de producir nuestros bienes y servicios e ir minimizando lo que los
economistas han denominado “Dependencia Económica” con otros países, aunque
entiendo todos los parámetros de los intercambios comerciales, siento que el
problema no es el proyecto, se trata de la concepción que tenemos del hecho
económico, del trabajo, como lo concebimos y para qué sirve, allí yace el
problema social que nos aqueja, ¿Para qué esforzarme tanto en que otro se
enriquezca, si puedo ganar dinero apostando a un animal?
No
insistas en criticar a los de la cola, insiste más bien en fundamentar porque
no eres parte de ella.