Parece ser que Venezuela ha entrado
en la recta final, el último tramo, de una de las peores crisis social,
política y económica que ha sufrido el país bolivariano de Latinoamérica; todo
apunta a que Maduro vive sus últimos días como presidente legítimo ¿O no será
así?
Madura ha convocado, de una manera
valiente y un tanto arriesgada, a elecciones para formar la Asamblea Nacional
Constituyente, el máximo órgano legal en Venezuela que le permite a más de 500
personas redactar una nueva constitución, o bien, hacer profundas reformas a la
estructura de la vigente constitución, lo que en español simple se traduce a
que a través de la asamblea se puede modificar el rumbo del país.
Y es que pensemos, tras la formación
de la asamblea constituyente el poder caerá verdaderamente en el Pueblo pues
será este el que elija a los más de 500 representantes para redactar nuevos
artículos donde se dictará el futuro de Venezuela. Quizá se prohíba las
corrientes comunistas en la constitución, quizá se retire la reelección de presidentes
y quizá se consagre en el poder la derecha opositora ¿O no lo creen posible?
Con cada día que pasa, y conforme se
acerca el domingo, la derecha opositora a Nicolás Maduro vuelve más enérgicas,
e irracionales, las medidas contra la convocatoria a la Constituyente lo que
nos lleva a preguntarnos algo ¿Por qué le teme tanto?
Un paro de 24 horas, mega marchas por
toda Venezuela, en especial en Caracas, la organización de otro mega paro pero
esta vez de 48 horas y la llegada de ex mandatarios o figuras políticas
internacionales a los cuarteles de la oposición revelan algo: miedo.
La derecha opositora está aterrada,
asustada, presionada y preocupada por los resultados de la elección del
domingo, por los resultados de la constituyente, tanto que ya están anunciando
un fraude sin siquiera haberse consumado. Si Nicolás Maduro quisiera
perpetuarse en el poder ya lo hubiera hecho, ejército en mano, tanques fuera,
pero no, ha decidido que él ya no debe formar parte de la vida política, de las
decisiones en Venezuela, pero también ha decidido que la mejor forma de dejarse
ir y, en un sentido Maquiavélico asegurar el Chavismo con un sucesor, sería a
través de la democracia, la paz y la legalidad, sería a través de la
constituyente pues allí hablaría el pueblo, diría que quiere y a quien quiere
¿Qué no quieren a los líderes opositores? ¿No quieren a la cara bonita de
Instagram y a su esposo amante del gimnasio, poeta contemporáneo?
Vemos dos lados de la moneda: un lado
aferrado al poder, alternativo, asfixiado y por otro vemos el mismo lado
tradicionalista, clásico y entregado a los intereses de países ajenos al
pueblo, de países vampiros que solo buscan el mayor tesoro de todos los
Venezolanos, petróleo, y que harán todo por conseguirlo y no anunciarlo, bajita
la mano, pues si no fuera así ¿A que vendría Zapatero, Fox y otros políticos
más? ¿Por qué tendría que meterse Trump si no es su problema?
La solución a la crisis Venezolana se
encuentra en la reinvención del gobierno, fuera Maduro pero conservando el
Chavismo, así como a la eliminación de todas esas sanciones y bloqueos que los
musculosos brabucones del barrio han plantado al pequeño y débil país,
ahorcándolo hasta obligar a luchar por su vida, a jalar bocanas de aire.
Conforme pasan los días veremos
patadas de ahogado de una derecha opositora que sabe, siente, cree, que en la
elección del 30 de julio perderán toda voz y voto legal, verán la realidad que
nadie quieren volver al pasado, todos quieren mirar al futuro, es por eso que
veremos muchas patadas de ahogado, medidas desesperadas, lo malo es que las
patadas salpican mucha agua y los mojados no serán ni Maduro ni la oposición,
será el Pueblo Venezolano.