En deuda con la infancia. Una reflexión.

Tres cifras fueron dadas a conocer la semana recién pasada que invitan a la reflexión. La primera es esperanzadora. Se vio un drástico descenso en el número de menores de edad en situación de pobreza en Chile desde 2006, con una baja de 20,5 puntos porcentuales. Según el estudio, si se toma en cuenta la medición por ingresos, el porcentaje de niños y adolescentes en situación de pobreza se redujo desde un 38,7% en 2006 a un 18,2% en 2015. Ahora bien, no hay que sacar cuenta alegres ya que el número sigue siendo muy alto.

 

. La primera es esperanzadora. Se vio un drástico descenso en el número de menores de edad en situación de pobreza en Chile desde 2006, con una baja de 20,5 puntos porcentuales. Según el estudio, si se toma en cuenta la medición por ingresos, el porcentaje de niños y adolescentes en situación de pobreza se redujo desde un 38,7% en 2006 a un 18,2% en 2015. Ahora bien, no hay que sacar cuenta alegres ya que el número sigue siendo muy alto.
La segunda cifra es vergonzosa: Uno de cada dos reos de la población penal adulta pasó por un centro de menores durante su infancia o adolescencia. Según un estudio publicado la semana pasada más del 50% de los jóvenes egresados de algún centro por responsabilidad penal juvenil reincidirá antes de los 24 meses. Vale decir, de dos niños viviendo hoy en el Sename, uno de ellos cometerá un delito en unos años más. Y hacemos poco y nada por revertir ese fatídico porcentaje. El efecto del paso de muchos menores por centros del Sename no solo no les aporta nada sino que, peor, ¡deja una huella negativa! Sin tener arte ni parte, los niños del Sename cargarán un estigma negativo y, peor aún, entrarán en una espiral de degradación y violencia a la cual los hemos condenado como sociedad.

Y la tercera cifra plantea también un desafío. Si bien la asistencia a la educación parvularia muestra progresos - sobre el 90% de los niños de 4 y 5 años van a un parvulario-, esto baja a casi a la mitad entre los 0 y los 5 años. En dos palabras, la educación preescolar es inexistente en la mitad de los niños, lo que redunda en falencias y desventajas al momento de ingresar al sistema escolar. Somos aún mezquinos con la infancia en Chile, hay mucha improvisación y desidia.

No nos podemos acostumbrar a la pobreza dura, ni menos a "los niños pobres", como si fuesen parte del paisaje. Perpetuar la pobreza en los niños es hipotecar el futuro de Chile. No nos quejemos luego de las tasas de delincuencia juvenil ni drogadicción si hacemos poco y nada por mejorar su calidad de vida. Aquí hay un error evitable si existiese la voluntad política de remediar su situación. Urge que sea así.

Celebramos el derecho de todo ser humano a nacer, el más fundamental de todos. Preocupémonos también de la infancia. Toda vida importa, desde el vientre materno. Un país que apuesta por sus niños será más feliz, más prospero, más humano. No es dinero perdido. Es ganado. La mejor de las inversiones.

Hugo Tagle

twitter: @hugotagle

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