"Literatura escrita por mujeres" la escritora Carmen Martín Gaite

…Y, sin embargo, yo juraría que la postura era la misma, creo que siempre he dormido así, con el brazo derecho debajo de la almohada y el cuerpo levemente apoyado contra ese flanco, las piernas buscando la juntura por donde se remete la sábana. También si cierro los ojos —y acabo cerrándolos como último y rutinario recurso—, me visita una antigua aparición inalterable: un desfile de estrellas con cara de payaso que ascienden a tumbos de globo escapado y se ríen con mueca fija, en zigzag, una detrás de otra, como volutas de humo que se hace progresivamente más espeso; son tantas que dentro de poco no cabrán y tendrán que bajar a buscar desahogo en el cauce de mi sangre, y entonces serán pétalos que se lleva el río; por ahora suben aglomeradamente; veo el rostro minúsculo dibujado en el centro de cada una de ellas como un hueso de guinda rodeado de lentejuelas. Pero lo que jamás cambia es la melodía que armoniza el ascenso, melodía que no suena pero marca el son, un silencio especial que, de serlo tan densamente, cuenta más que si se oyera; eso era entonces también lo más típico, reconocía aquel silencio raro como el preludio de algo que iba a pasar, respiraba despacio, me sentía las vísceras latiendo, los oídos zumbando y la sangre encerrada; de un momento a otro — ¿por dónde?—, aquella muchedumbre ascendente caería a engrosar el invisible caudal interior como una droga intravenosa, capaz de alterar todas las visiones. Y estaba alerta, a la expectativa de la prodigiosa mudanza, tan fulminante que ninguna noche lograba atrapar el instante de su irrupción furtiva, acechándolo inmóvil, con anhelo y temor, igual que ahora.

 

. También si cierro los ojos —y acabo cerrándolos como último y rutinario recurso—, me visita una antigua aparición inalterable: un desfile de estrellas con cara de payaso que ascienden a tumbos de globo escapado y se ríen con mueca fija, en zigzag, una detrás de otra, como volutas de humo que se hace progresivamente más espeso; son tantas que dentro de poco no cabrán y tendrán que bajar a buscar desahogo en el cauce de mi sangre, y entonces serán pétalos que se lleva el río; por ahora suben aglomeradamente; veo el rostro minúsculo dibujado en el centro de cada una de ellas como un hueso de guinda rodeado de lentejuelas. Pero lo que jamás cambia es la melodía que armoniza el ascenso, melodía que no suena pero marca el son, un silencio especial que, de serlo tan densamente, cuenta más que si se oyera; eso era entonces también lo más típico, reconocía aquel silencio raro como el preludio de algo que iba a pasar, respiraba despacio, me sentía las vísceras latiendo, los oídos zumbando y la sangre encerrada; de un momento a otro — ¿por dónde?—, aquella muchedumbre ascendente caería a engrosar el invisible caudal interior como una droga intravenosa, capaz de alterar todas las visiones. Y estaba alerta, a la expectativa de la prodigiosa mudanza, tan fulminante que ninguna noche lograba atrapar el instante de su irrupción furtiva, acechándolo inmóvil, con anhelo y temor, igual que ahora.
Carmen Martín Gaite

El cuarto de atrás (1978)

Carmen Martín Gaite  (Salamanca, 8 de diciembre de 1925 – Madrid, 23 de julio de 2000) fue una escritora española, y una de las figuras más importantes de las letras hispánicas del siglo XX.

Nació y creció en la ciudad de Salamanca. En su infancia no acudió a ningún colegio ya que su padre, un notario de ideas liberales, no deseaba que fuera educada en una institución religiosa, por lo que recibió clases de profesores particulares y de su padre, gran aficionado a la historia y la literatura, que ejerció como iniciador de Carmen y su hermana Ana en estas disciplinas.

El comienzo de la Guerra Civil Española impidió a Carmen cursar el bachillerato en el Instituto Escuela de Madrid, como ya había hecho su hermana, por lo que tuvo que realizar sus estudios de segunda enseñanza en el Instituto Femenino de Salamanca, cuyo ambiente se refleja en su novela, Entre visillos. Allí tuvo como profesores a Rafael Lapesa y Salvador Fernández Ramírez, dos futuros miembros de la Real Academia Española  que marcaron su vocación literaria.

En 1943 inició sus estudios de Filosofía y Letras en la Universidad de Salamanca. En el primer curso coincidió con Ignacio Aldecoa y Agustín García Calvo. En ese tiempo colaboró en la revista “Trabajos y días”, donde aparecieron sus primeros poemas y también se interesó por el teatro, participando como actriz en varias obras.

En 1948, tras terminar su licenciatura en la rama de Filología Románica, fue becada para ampliar estudios en el extranjero, en el Collège International de Cannes. Allí perfecciona el idioma francés, se inicia en la literatura francesa contemporánea, y conoce un tipo de sociedad más abierta y cosmopolita. Ese mismo año, al volver de Francia se trasladó a Madrid con la intención de preparar su tesis doctoral sobre los cancioneros galaico-portugueses durante el siglo XIII, que no llegaría a concluir. En Madrid se reencuentra con Ignacio Aldecoa, que la introduce en el círculo literario de algunos de los componentes de la llamada Generación del 50, entre los que se encontraban Medardo Fraile, Alfonso Sastre, Mayrata O’Wisiedo, Jesús Fernández Santos, Rafael Sánchez Ferlosio, Josefina Rodríguez Álvarez y Carlos Edmundo de Ory.

En 1953 comenzó a colaborar con la revista literaria “Revista Española”, y en el mes de octubre contrajo matrimonio con el también escritor Rafael Sánchez Ferlosio, al que había conocido a su llegada a Madrid en 1950. Tras la boda, el matrimonio pasa unos meses en Roma, en casa de los abuelos maternos de Sánchez Ferlosio, además de visitar otras ciudades italianas como Nápoles, Florencia y Venecia. Este periodo italiano le llevó a contactar con la literatura contemporánea de ese país. Entre sus principales influencia destacan Cesare Pavese, Italo Svevo y Natalia Ginzburg.

En la primavera de 1954 obtuvo el Premio Café Gijón por su novela corta El balneario. En octubre de ese mismo año nació su primer hijo, Miguel, que murió de meningitis en mayo del año siguiente. Su hija Marta, nació dos años después en 1956. En 1955 publica su primera obra, El balneario, y obtiene por ella el Premio Café Gijón. Dos años más tarde, recibe el Premio Nadal por Entre visillos. Ella, después en su libro Usos amorosos del XVIII en España, le dedica la siguiente dedicatoria a Ferlosio: «Para Rafael, que me enseñó a habitar la soledad y a no ser una señora». Años más tarde, en 1970, se separaría de Ferlosio para vivir con su hija Marta que fallecería en 1985 a la edad de 29 años.

Tras escribir varias obras de teatro, como A palo seco (1957) o La hermana pequeña (1959), continúa con la narrativa con Las ataduras (1960), Ritmo lento (1963) y Retahílas (1974), entre otras novelas.

Se doctora en 1972 presentando en la Universidad de Madrid su tesis Usos amorosos del XVIII en España. En 1976 recopila su poesía en A rachas y dos años después hace lo propio con sus relatos en Cuentos completos.

Paralelamente ejerce como periodista en diarios y revistas como Diario16, Cuadernos hispanoamericanos, Revista de Occidente, El País, El Independiente y ABC, en los que se dedica a la crítica literaria, y traducción.

Con El cuarto de atrás obtiene en 1978 el Premio Nacional de Literatura, convirtiéndose así en la primera mujer en obtenerlo. Le siguen una larga lista de prestigiosos galardones: el Príncipe de Asturias en 1988, el Premio Nacional de las Letras en 1994, la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes en 1997 y la Pluma de Plata del Círculo de la Escritura en 1999, entre otros.

De su faceta ensayística, cabe destacar: El proceso de Macanaz: historia de un empapelamiento (1970),Usos amorosos del dieciocho en España (1973), El conde de Guadalhorce, su época y su labor (1976),Usos amorosos de la Postguerra española (1987), El cuento de nunca acabar (notas sobre la narración, el amor y la mentira) (1983), Desde la ventana: enfoque femenino de la literatura española (1987),Vida cotidiana en tiempos de Goya (con Natacha Seseña y Gonzalo Anes).

Cultivó también la literatura juvenil, especialmente en alguno de sus cuentos El castillo de las tres murallas, 1981, o El pastel del diablo, 1985, y en su novela Caperucita en Manhattan (1990).

También realiza crítica literaria y traducción, destacando en autores como Gustave Flaubert (1821-1880), Rainer Maria Rilke (1875-1926) y Emily Brönte (1818-1848). Colaboró, asimismo, en los guiones de series para Televisión Española: Santa Teresa de Jesús (1982) y Celia (1989), serie infantil basada en los famosos cuentos de la escritora madrileña Elena Fortún (1886-1952).

Autora de Lo raro es vivir, Nubosidad variable, La reina de las nieves, entre otros muchísimos títulos, publica dos enormes éxitos de crítica y público, Lo raro es vivir en 1997 e Irse de casa en 1998. En 1999 se publica y representa  La hermana pequeña y recopila en Cuéntame, con la colaboración de la Emma Martinell Gifre, ensayos y cuentos escritos entre 1953 y 1997.

Carmen Martín Gaite, como Carmen Laforet o Ana María Matute, entre otras, fueron mujeres que tuvieron muchas dificultades para encontrar su soledad, su espacio propio sin ser vigiladas, su habitación para escribir, como diría Virginia Woolf.

Además de los premios citados, también recibió: el Premio Acebo de Honor en 1988 como reconocimiento a toda su obra, el Premio Castilla y León de las Letras en 1992, Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes en 1997, Pluma de Plata del Círculo de la Escritura otorgada en junio de 1999 y cuya ceremonia fue retransmitida por videoconferencia a través de Internet, algo sin precedentes, hasta aquel momento, en el mundo literario.

Con su ensayo Usos amorosos de la posguerra española recibió en 1987 el Premio Anagrama de Ensayo y el Libro de Oro de los libreros españoles.

En el 2000 se le diagnostica un cáncer que cerca de mes y medio después acabará con su vida el 23 de julio en una clínica de Madrid. Está enterrada en El Boalo, donde residió sus últimos años y donde están enterrados sus padres y su hija.

La Agrupación Cultural Carmen Martín Gaite de Madrid trabaja, desde 2001, en la organización y celebración anual del Certamen de Narrativa Corta para escritores de habla hispana, en el aniversario del fallecimiento de Carmen Martín Gaite.

UNETE



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