Corría el año 1993, si no recuerdo mal, y yo acompañaba un numeroso grupo de confirmación en mi pueblo. Como parte del programa había planteado pensar la Navidad, pensar su sentido cristiano verdadero y el sentido que habitualmente se le da a la festividad. Llegamos a la conclusión que había un desfase entre lo que significaba y lo que la gente vivía y decidimos hacer una campaña de sensibilización junto con la campaña habitual de recogida de alimentos para una entidad eclesial de ayuda a los indigentes. Preparamos unos grandes carteles que colgamos, a modo de bienvenida, a la entrada y salida del pueblo. En ellos se podía leer, no el que hubiera sido de esperar ¡Feliz Navidad!, sino ¿Feliz Navidad? Esto lo hicimos dos semanas antes de Nochebuena y provocó cierto impacto entre los jóvenes del pueblo, especialmente. Junto a esto preparamos información y un acto de recogida puerta a puerta de alimentos y donativos para los indigentes. La campaña surtió efecto y conseguimos que muchos se plantearan el significado de la Navidad y el sentido que tenía en sus vidas.